InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Signos de esperanza

27.07.09

¿En qué se parece Lituania a este blog?

¿En que ambos son pequeños, utilizan un lenguaje extraño y no los conoce casi nadie? Pues sí, pero no es eso a lo que me refiero. La comparación entre el país báltico y Espada de Doble Filo me vino a la cabeza ayer, mientras consultaba algunos datos del blog. Ya he contado, en más de una ocasión, que los blogs de esta casa cuentan con una herramienta estadística que ofrece información muy variada sobre las visitas que tienen los mismos, en cuanto a procedencia, frecuencia, permanencia, etc. Uno de los datos que se pueden obtener es la búsqueda que ha realizado en Google u otro buscador el lector que llega hasta aquí por ese medio.

Como alguna vez había encontrado ya cosas curiosas en ese aspecto, hice el otro día un pequeño experimento: consulté las búsquedas en Internet que habían desembocado en Espada de Doble Filo a lo largo de veinticuatro horas. Los resultados me han dejado sobrecogido:

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16.07.09

Cuatro brochazos

Un lector, Pacojota, me ha enviado este vídeo de un pintor loco que se lanza a dar brochazos y a pelearse con un cuadro, sin orden ni concierto. Les invito a que lo disfruten. Hay que verlo hasta el final. Son menos de cinco minutos y merece la pena.

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No he puesto el vídeo simplemente por la “proeza pictórica”, aunque ésta, ciertamente, llame la atención. Creo que puede ser un símbolo de algo más profundo. Constituye una parábola muy gráfica de lo que es la vida cristiana y que puede quedar grabada en nuestra retina.

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21.06.09

No es casualidad

Un post brevísimo. Gracias a un programa llamado Statcounter, voy recibiendo información sobre las visitas del blog. No sólo el número, sino también otra información como el país y la ciudad del visitante, su itinerario y tiempo en el blog, etc. Entre esos datos, cuando el lector ha llegado a través de una búsqueda en Google u otro buscador, también puedo saber, a través de Statcounter qué palabras buscaba.

Ayer, echando un vistazo a los lectores que habían pasado por el blog, encontré una de esas búsquedas en Google que hizo que me parara en seco.

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16.06.09

¡Arriba los corazones!

El sábado estuve en el funeral y entierro del padre de un amigo mío, en el cementerio de Pozuelo. Es un cementerio municipal, como casi todos. En España, desde finales del s. XVIII, con Carlos III, José Bonaparte y la revolución “Gloriosa” de 1868, los cementerios se fueron separando de las iglesias y quedando, poco a poco, bajo control municipal.

Para ello se alegaban razones higiénicas, muy justificadas. Sin embargo, como efecto colateral de este alejamiento de las iglesias, los cementerios se fueron secularizando en muchas cosas. Generalmente la secularización fue gradual, pero algunas veces dio grandes saltos, como cuando la Segunda República prohibió los cementerios católicos y obligó por ley de 1932 a derribar las tapias entre los cementerios católicos y los civiles. Curiosamente, una de las grandes obsesiones de los que se llamaban a sí mismos “librepensadores” era acabar con cualquier libertad en este ámbito, prohibiendo que los católicos pudieran tener sus propios cementerios.

En este cementerio municipal de Pozuelo del que les hablaba vi una muestra de esa secularización ya más que centenaria. El cementerio, construido por el Ayuntamiento en 1881, tiene, sobre la puerta de la capilla, una terrible frase, que dice:

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8.06.09

30 segundos para salvar una vida

Para los lectores que sepan inglés, voy a recomendarles uno de mis blogs favoritos en ese idioma. Se llama The White Lily Blog. Su autora no escribe muy a menudo, pero sus artículos son estupendos. Tiene un estilo propio, lleno de frescura incluso hablando de las cosas más profundas. Espero que algún editor se dé cuenta y la ofrezca escribir un libro.

En este artículo, cuenta su propia experiencia un día gélido de este mismo invierno en Chicago, temblando con un sacerdote y una mujer hispana ante la puerta de una clínica abortista, rezando e intentando disuadir a las mujeres que iban allí para deshacerse de sus hijos.

Treinta segundos. Es el tiempo que calculan que tienen hasta que las mujeres entran en la clínica y dejan de escucharles. Treinta segundos en los que no da tiempo a decir todo lo que querrían sobre la santidad de la vida, los hijos, Dios o las secuelas del aborto. Treinta segundos para entregar un folleto que hable de lo que no tienen tiempo de decir. Treinta segundos para pronunciar un par de frases ofreciéndoles una salida, para sonreírles, para que vean que hay alguien a quien le importan ellas y sus hijos. Treinta segundos de los que depende la vida de ese niño por nacer.

Si pueden, lean el original. Sin embargo, he traducido a vuelapluma parte del relato, para que también puedan disfrutarlo los lectores que no sepan inglés. En el momento en que tomo el hilo, un coche llega a la puerta de la clínica y la autora se acerca para hablar con la conductora…

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