InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Familia

9.02.13

Besar el anillo de casados

RaúlHablábamos el otro día del anillo de casados, como un magnífico signo visible de realidades invisibles. Un shemá que nos recuerda que Dios es Dios en nuestro matrimonio, que nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo y que hemos contraído una Alianza santa que nadie puede romper.

Un amable lector me ha enviado el texto de un decreto de 1959 concedido por Juan XXIII, en el que se promovía una costumbre con respecto a los anillos de los esposos que me ha parecido preciosa y que quiero contar a los lectores. A fin de cuentas, para eso es el blog: para que autor y lectores podamos hablar y disfrutar juntos de las cosas de Dios.

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4.02.13

Los anillos de los esposos

beautiful wedding ringsCuando uno se casa, nota el anillo de casado en la mano como algo que llama su atención constantemente. Nos pasa sobre todo a los hombres, que no estamos acostumbrados a los anillos. Conforme va pasando el tiempo, sin embargo, se olvida uno del anillo, como si no fuera más que otra prenda que lleva puesta y en la que no piensa nunca, más que para quitárselo cuando va a usar herramientas o para dormir.

Ese olvido, creo yo, es un triste olvido, porque el anillo es un signo maravilloso ante nuestros ojos de los milagros que ha hecho Dios en nuestras vidas. Es una pequeña arca de la alianza que hemos sellado con nuestra esposa y con Dios, un eslabón de la cadena de amor y libertad que nos une, destello de oro que recuerda la presencia de Dios en nuestras vidas, serpiente de bronce que nos libra de la picadura del pecado, ancla de fidelidad y defensa contra el mal, símbolo y huella del compromiso sacramental de Dios con nosotros, bendición hecha metal, la mejor herencia de nuestros hijos, bandera que desafía a las puertas del Infierno, un Credo sin palabras… ¿Cómo olvidar algo así?

Para ayudar a los lectores casados a recordar sus anillos, he traducido para el blog la oración que tiene la liturgia bizantina de bendición de los anillos. En Oriente, los anillos se entregan antes del matrimonio, en la ceremonia de los esponsales, cuando los novios se prometen el uno al otro y como signo de esa promesa.

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23.01.13

Lorenzo’s y el mundo

Niño con síndrome de DownEsta mañana, he leído una anécdota que sucedió el otro día en Houston, Texas. En un restaurante italiano con el simpático nombre de Lorenzo’s, uno de los camareros atendía la mesa en la que estaba sentada una familia con varios niños. Uno de ellos, Milo, de cinco años, tenía síndrome de Down. Por lo visto, eran clientes habituales y acudían a Lorenzo’s a comer en familia bastante frecuentemente.

En la mesa de al lado, un señor comenzó a quejarse del ruido que causaba Milo. Según el camarero, “Milo no se estaba portando mal; sólo hablaba y hacía pequeños ruidos”. El señor, sin embargo, siguió quejándose y terminó cambiándose con su familia a otra mesa. En ese momento, afirmó en voz alta que “los niños especiales deberían ser especiales en otro lugar”.

El camarero, con un valor y una cortesía propios de otra época, se acercó y le dijo sin armar alboroto: “Señor, me temo que no voy a poder seguir atendiéndole”. El hombre se levantó airado y se marchó con su familia del restaurante. La familia de Milo, en cambio, no se enteró de nada y siguió comiendo tranquilamente.

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4.01.13

Oración de una madre por su hijo

Michael CollinsHe encontrado en el blog Linen on the hedgerow esta magnífica oración de una madre por su hijo y creo que merece la pena traducirla y traerla al blog. En origen, fue escrita para ser rezada por una madre británica, por su hijo, Michael Collins, que había marchado a la Segunda Guerra Mundial, pero vale para cualquier madre (o padre), porque la experiencia de ver que los hijos se marchan es común a todas las familias.

El cabo Collins (ver foto), que se alistó con 17 años, era católico y formaba parte de los Comandos británicos. Fue herido por los japoneses, pero curó de sus heridas y pudo regresar sano y salvo a su casa.

Confieso que la oración me ha emocionado y me ha hecho llorar. Mis hijos son pequeños, pero soy consciente de que un día se harán mayores y dejarán de depender de mí. Y sé que es bueno que así sea, aunque yo quisiera tenerlos siempre cerca. Todos mis hijos llevan nombres de mártires para recordarnos a mi esposa y a mí que no nos pertenecen, sino que son de Dios y están en sus manos.

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2.01.13

Aprende de la mula y el buey

El buey y la mula en el portal de Belén

La mula y el buey no están en los belenes por casualidad. No son una figura más, de tipo popular como el famoso caganer catalán o exótico como los camellos de los Reyes Magos. Son imágenes proféticas, una Palabra de Dios para ti, que ves ese nacimiento sin enterarte de lo que estás viendo. Son un toque de atención del Señor, cuando sólo te fijas en el río de aluminio o en la bombillita del fuego de los pastores, que “parece de verdad”.

Como señaló Benedicto XVI en su libro “La infancia de Jesús“, la mula y el buey no aparecen en ninguno de los cuatro evangelios. ¿Por qué entonces están en nuestros belenes? Muy sencillo. Porque esos belenes no son una simple costumbre inofensiva y simpática, son lo más osado que existe en este mundo: un acto de fe.

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