InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Familia

13.10.15

Polémicas matrimoniales (XXXVI): obispos misericordiosos y obispos inmisericordes

Quizá el término más usado en este Sínodo de la Familia sea la palabra “misericordia”. Una palabra maravillosa, que hace referencia a un corazón capaz de sufrir con las desdichas de los demás, como el del mismo Dios, que se apiadó de nosotros, destruidos y esclavizados por el pecado. Ojalá el Señor nos conceda a todos cumplir en nuestra vida la frase del salmista: cantaré eternamente las misericordias del Señor (Sal 88,1).

Por alguna razón, sin embargo, cuando escucho que ciertos obispos utilizan la palabra misericordia, me viene a la mente una apócrifa parábola desconocida, que apócrifamente acaba de encontrarse en una apócrifa cueva del Mar Apócrifamente Muerto:

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7.10.15

Polémicas matrimoniales (XXXV): a dónde llevan las propuestas del card. Kasper

En relación con las propuestas del card. Kasper (y compañía) de introducir el divorcio (y compañía) en la Iglesia, a menudo se nos dice que, como vivimos en una Época Nueva y Distinta, hacen falta Propuestas Novedosas e Innovadoras® para llegar a las personas. Incluso a veces se cita la frase de Cristo: a vino nuevo, odres nuevos (Mc 2,22).

Pensando sobre todo esto, se me ha ocurrido consultar a un experto en los efectos de este tipo de propuestas. No se trata de un experto meramente teórico, sino de alguien que conoce esos resultados de primera mano, porque resulta que no son Propuestas Novedosas e Innovadoras®, sino un mero y aburrido reciclaje de las medidas que ya se tomaron en el Anglicanismo hace décadas. Odres rotos para un vino convertido en vinagre.

El experto, por supuesto, es John Hunwicke, antiguo pastor anglicano y converso al catolicismo en el Ordinariato creado por Benedicto XVI. Con su agudeza y humor habituales, el P. Hunwicke ha comentado estos temas en un par de artículos en su blog Mutual Enrichment y yo traduzco hoy sus comentarios para edificación de los lectores, escarmiento de los imprudentes y confusión del Viejo Nick.

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6.10.15

Polémicas matrimoniales (XXXIV): el cardenal Maradiaga

Hoy, al leer la intervención del cardenal Maradiaga en el Sínodo, pronunciada como homilía en el rezo de la hora tercia, me he acordado de un viejo chiste. Un camarero pregunta al cliente: “¿Qué le ha parecido la sopa? ¿Estaba bien de sal?” El cliente, enfurecido, responde: “¡Esto es intolerable! Había dos cucarachas flotando en ella”. Y el camarero, impertérrito, replica: “Pero de sal estaba bien, ¿verdad?”

Entre las frases piadosas y alusiones al Evangelio de su discurso, el cardenal introduce este consejo asombroso: “TENGAN UN MISMO SENTIR: Todos buscamos la unanimidad que viene del diálogo, no de las ideas defendidas a ultranza. San Pablo nos recuerda: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo” (Flp. 2, 5)".

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5.10.15

Polémicas matrimoniales (XXXIII): para que pueda actuar el Espíritu Santo

Desde que se hizo pública la lista de participantes en el Sínodo de la Familia de este año, me he encontrado con muchos católicos que se extrañan de que participen en el Sínodo bastantes obispos que han negado abiertamente la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio, la familia y la sexualidad humana, como Mons. Bonny, Mons. Vesco y los cardenales Marx, Kasper, Schönborn o Sistach, entre otros, y alguno con una conducta vergonzosa en relación con esos mismos temas, como el cardenal Daneels.

Ciertamente, es algo extraño, pero el cardenal Baldisseri, Secretario del Sínodo, ha dado la explicación de este hecho tan curioso: «el sínodo tiene que ser un espacio protegido para que pueda actuar el Espíritu Santo, de manera que los padres tengan la libertad de expresarse con parresía». Es decir, el cardenal nos explica que, para que pueda actuar el Espíritu Santo, debe existir libertad completa, aparentemente también la de negar la doctrina católica sobre el tema discutido.

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23.09.15

Propuesta para el Sínodo (VII): hablemos del pudor

Chesterton afirmó en cierta ocasión que un niño de diez años se asombrará si le decimos que se abrió una puerta y apareció un dragón. En cambio, un niño de dos años se asombrará si simplemente le decimos que se abrió una puerta. Al pensar en esas palabras de Chesterton, siempre me ha parecido que el más listo era, indudablemente, el niño menor, porque una puerta es algo mucho más asombroso que un dragón.

La construcción de paredes y límites es una tarea profundamente humana. Como si fuera un prodigioso mago con poderes semidivinos (¡hecho a imagen del mismo Dios!), el hombre es capaz de transformar el universo a su arbitrio, tomando arbitrariamente un espacio, rodeándolo con paredes y dividiendo con ello el mundo entero en “dentro” y “fuera”. Y no sólo eso, sino que, de forma aún más asombrosa, en el seno de esas paredes crea unos objetos legendarios llamados puertas, que son cuasiimposibilidades metafísicas, pues constituyen un vínculo de unión entre dos conceptos absolutamente opuestos, como el de exterior y el de interior, y permiten así que algo que está dentro pase a estar fuera, como un conejo que sale de la chistera, y viceversa. Los lectores y yo hemos cumplido los diez años y, por ello, todo esto nos parece normal, pero si preguntamos a un niño de dos años, con ojos limpios que no han sido velados aún por la rutina y el pecado, nos dirá que caminamos entre misterios y prodigios.

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