7.03.22

Pikaza, puentes y peticiones

Veo que D. Xavier Pikaza, en su blog de Religión Digital, ha intervenido en la polémica sobre la oración de petición y las rogativas para pedir la lluvia, con un artículo titulado “Parábola de la lluvia y el puente (sobre la oración de petición)". Ahora que D. Pedro Castelao se retira, toma el relevo D. Xavier, para decir básicamente lo mismo, aunque con más florituras, como es su estilo particular.

Para no cansar a los lectores, porque es un artículo largo y, a mi entender, más inclinado a suscitar sentimientos que razonamientos, les pongo aquí el argumento fundamental de Pikaza contra la oración para pedir lluvia (y, en realidad, contra cualquier petición material a Dios) y que es su conclusión de un largo cuentecito:

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6.03.22

Retractación y respuesta a D. Pedro Castelao

Veo que D. Pedro Castelao ha escrito de nuevo, quejándose del último artículo que yo escribí acerca de las opiniones negativas que él había vertido en Religión Digital sobre las oraciones para pedir la lluvia y la oración de petición en general (excepto, aparentemente, para pedir cosas interiores y puramente espirituales).

Dice D. Pedro que se siente insultado y me pide que me retracte. Y yo estoy encantado de retractarme y lo hago de mil amores. A fin de cuentas los cristianos lo hacemos cada vez que nos confesamos o rezamos el “Yo confieso” al comenzar la Misa. Vamos a ver, pues, qué es exactamente lo que le ha molestado y lo que no le parece bien.

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1.03.22

¿Teología del siglo XXI o rogativas para pedir la lluvia?

Un amable lector me ha enviado un artículo en el que Pedro Castelao se ríe de las oraciones para pedir la lluvia y de la oración de petición en general como cosas ridículas y “supersticiones anticientíficas”. Es un artículo disparatado, pero no tendría mayor importancia, si no fuera porque, horresco referens, el tal Pedro Castelao es doctor en Teología, profesor de Antropología Teológica e Historia de la Teología y Director del Departamento de Teología Dogmática en la Universidad Pontificia de Comillas. Que alguien que no solo sufre este grado de analfabetismo teológico, sino que además hace gala de su ignorancia confundiéndola con sabiduría, sea profesor de Teología en una universidad católica dice mucho de por qué la Iglesia está en una profunda crisis.

Como son ideas que, gracias precisamente a universidades y editoriales “católicas”, se han ido extendiendo como las malas hierbas, me ha parecido oportuno señalar las tremendas contradicciones y faltas de lógica de su argumentación. El texto original está en negro y mis observaciones, como siempre, en rojo. Me perdonarán los lectores si mis observaciones se alargan un poco: soltar un disparate se hace fácilmente y sin pensar, pero para explicar por qué es un disparate hay que razonar y eso exige un cierto esfuerzo.

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22.02.22

La humildad del corazón

¿Cuál es el principal problema de los cristianos corrientes? Me refiero a los de Misa dominical o incluso diaria, los de buena intención, los que hacemos lo posible por vivir en gracia y nos confesamos regularmente, rezamos el rosario y nos esforzamos por convertirnos en cuaresma o abrir el corazón en adviento. Problemas tenemos muchos, claro, como todo el mundo, pero ¿cuál es el principal, el que siempre está presente, como una piedra molesta e irritante en el zapato de la que no nos podemos librar?

Creo que, si lo pensamos un poco, no hay duda de que ese problema es generalmente la rutina y la tibieza. Para el cristiano, los pecados se solucionan confesándose, pero ¿y esa mediocridad de la que no podemos salir? ¿Para eso nos redimió Cristo en la cruz, para que viviéramos más o menos como los demás hombres, sin grandes vicios, pero también sin grandes virtudes? ¿Para que fuéramos tirando por la vida? ¿Acaso no estamos llamados a ser santos? ¿Por qué nos confesamos una y otra vez, año tras año, de lo mismo y parece que no avanzamos nada? ¿Por qué pasan cuaresmas y cuaresmas y no nos convertimos?

Esto nos lleva al problema real, que no es la tibieza en sí misma, sino algo más profundo: ¿de dónde viene esa tibieza? ¿Por qué nos domina? ¿Por qué estamos tan esclavizados por ella que no podemos liberarnos? ¿Es que no tiene remedio y solo un puñadito de santos estaba llamado a salir de la mediocridad? ¿Y nosotros?

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19.02.22