Sin barcos y sin honra
Antiguamente, los escolares españoles aprendían y recordaban durante toda su vida la frase emocionante e inmortal del almirante Casto Méndez Núñez: “más vale honra sin barcos que barcos sin honra”. Parece que fue pronunciada ante amenazas inglesas y norteamericanas de destruir su escuadra en represalia por el ataque a Valparaíso durante la guerra del Pacífico y que la frase fue algo más larga de lo que se suele recordar: “la reina, el Gobierno, el país y yo preferimos más tener honra sin barcos, que barcos sin honra”.
La valentía y la fidelidad al deber del almirante (que, por cierto, solo bombardeó Valparaíso después de asegurarse concienzudamente de que la población había salido de la ciudad) fueron de las pocas cosas buenas que podemos recordar de aquella absurda y malhadada guerra. En efecto, algo que podríamos y deberíamos aprender de los militares es que, tanto en la guerra como en la paz, hay cosas que son mucho más importantes que las demás y merecen los mayores sacrificios.
Un buen soldado está dispuesto a arriesgar o entregar la propia vida por la patria, del mismo modo que un mártir da la vida por Cristo o los padres la entregan día a día por sus hijos, porque saben que hay cosas que valen más incluso que la propia vida. A niveles menos heroicos, también hay políticos que prefieren la honradez a costa de quedarse sin sobornos, policías que no ascienden porque se niegan a hacer la vista gorda ante los desmanes de los poderosos, personas que no roban incluso cuando saben que pueden hacerlo impunemente y un largo etcétera. Todos ellos demuestran con sus actos que prefieren honra sin barcos a barcos sin honra.
No obstante, siempre ha habido muchos que no están dispuestos a hacer esos sacrificios. En general, los miramos con desprecio o con pena y los nombres que reciben no son precisamente bonitos: desertores, apóstatas, malos padres… Su actitud, sin embargo, es comprensible. Tiene algo de razonable, aunque no de admirable: prefieren barcos sin honra, como los primeros prefieren honra sin barcos. Han elegido la peor parte, pero al menos han elegido una parte.
En cambio, lo que no tiene sentido es una elección que lleve a quedarse sin barcos y también sin honra. No tiene sentido ni desde el punto de vista moral ni desde el puramente egoísta. No tiene sentido, pero sucede y tenemos a la vista un ejemplo evidente: los obispos alemanes.
Es de sobra conocido que la mayoría de los obispos alemanes, actualmente con su camino sinodal, pero en la práctica desde hace muchas décadas, han intentado aguar el catolicismo, con el fin de hacerlo más popular y aceptable para el mundo moderno. Así, han apostado por la ordenación de mujeres, la bendición de las relaciones del mismo sexo, el fin del celibato, la democratización de la Iglesia, la aceptación sin reservas del divorcio y las sucesivas uniones, la fornicación o los anticonceptivos, hacer la vista gorda ante aborto y la eutanasia, la interpretación secularizada y sin fe de la Escritura y, en general, el abandono de todo lo que no le guste a la sociedad agnóstica actual, aunque en la práctica eso haga al catolicismo indistinguible del agnosticismo. Es la única vía para que el mundo nos acepte y la Iglesia recupere su antigua popularidad entre los alemanes, llevan muchos años prometiendo.
¿Cuál ha sido el resultado? Aparentemente, que en Alemania el catolicismo, lejos de ser más popular, está en caída libre, a mucha más velocidad que en los demás países. Las apostasías son masivas y constantes (en torno a medio millón al año). Cada año desaparecen unas doscientas parroquias. El número de bodas y bautizos católicos desciende con una rapidez vertiginosa, cercana al veinte por ciento anual. El año pasado se ordenaron solo 29 sacerdotes para las 27 diócesis alemanas, cuando en los años sesenta del siglo pasado se ordenaban unos quinientos sacerdotes al año en Alemania. La Iglesia está muy cerca ya de desaparecer en tierras teutonas, mientras sus responsables se dedican a celebrar más y más reuniones en la cubierta del Titanic.
Los obispos alemanes quisieron conservar los barcos a costa de perder la honra y al final se han quedado sin barcos y sin honra. Renunciaron a la fe para ser más populares y se están quedando sin fe, sin fieles, sin sacerdotes, sin parroquias y sin popularidad. Es decir, la opción absurda y sin sentido. Asombroso, ciertamente, pero quizá no tan asombroso como la existencia de multitud de clérigos en España y otros países que siguen pensando que deberíamos hacer lo mismo que los alemanes, hundiendo nuestros propios barcos después de echar la honra por la borda.
En fin, Dios quiera que, al menos, sepamos escarmentar en cabeza ajena.
54 comentarios
"Los obispos alemanes quisieron conservar los barcos a costa de perder la honra y al final se han quedado sin barcos y sin honra. Renunciaron a la fe para ser más populares y se están quedando sin fe, sin fieles, sin sacerdotes, sin parroquias y sin popularidad"
Desde tiempo inmemorial la iglesia ha estado llena de doctores que conocen al ser humano. ¿ De verdad no sabían lo que iba pasar ? ¿ De verdad no saben en Roma lo que ocurre ante ciertas enciclicas ?
No seamos ignorantes pensando que el problema es de ignorancia: El problema es de maldad: A la cúspide de la Iglesia han sido encumbrados muchos de los que quieren verla destruida: No hay más. Llevamos décadas de promoción de lo malod y persecución de los buenos ¿ Qué podía pasar sino la destrucción paulatina e inexorable de la Iglesia ? Que la Iglesia subsistirá ya lo sabemos, pero eso no es lo principal, lo principal es saber el tamaño al que quedará reducida.
Una intención de hacer el cristianismo aceptable y amable, indulgente y abierto, desembarazado de todo rigorismo medieval, de toda interpretación pesimista de los hombres, de sus costumbres."
Pablo VI, 1969.
Hasta hoy.
Cuando un caldo se agua al final queda solo agua sucia. Y ya ni los que quieren caldo beben, ni los que quieren agua tampoco. Y eso es lo que pasa con la fe. Así de sencillo.
Quien no acepta el catolicismo tal y como es, tampoco lo querrá aunque lo vendas de saldo. ¿O acaso los toboganes en iglesias sirven de algo?
Pablo VI es un personaje novelesco. La Iglesia en los sesenta decidió suicidarse, pegarse un tiro en el pie y luego años después se pregunta por qué les ha salido gangrena.
Según publica hoy info vaticana, el 55% de los españoles se considera católico. Entre los adultos jóvenes baja a un 30%. Hay gente que dice que "eso es en todo occidente". No, señores. En Inglaterra y el mundo anglosajón están habiendo conversiones muy serias, igual que en los países bajos o los escandinavos. En Francia (y yo lo conozco bien) hay una Iglesia vibrante. Hay buenos frutos. Sin embargo, en España vamos a la cabeza de la debacle. Iberoamérica tampoco va a mejor. Nos ganan la tostada los protestantes. ¿Que está pasando?
Cuándo y dónde dijo Pablo VI lo que escribes.
El Concilio no agua el catolicismo, con el fin de hacerlo más popular y aceptable para el mundo moderno. No apuesta por la ordenación de mujeres, la bendición de las relaciones del mismo sexo, el fin del celibato, la democratización de la Iglesia, la aceptación sin reservas del divorcio y las sucesivas uniones, la fornicación o los anticonceptivos, hacer la vista gorda ante aborto y la eutanasia, la interpretación secularizada y sin fe de la Escritura.
Es todo lo contrario. Tu comentario es lefebvrismo puro y duro. La situación actual de la Iglesia en Alemania y España no es el fruto del Concilio Vaticano II. Ni de las cartas de San Pablo ni del libro de Jeremías.
"Una intención de hacer el cristianismo aceptable y amable, indulgente y abierto, desembarazado de todo rigorismo"
El mero deseo de mostrar que el cristianismo es aceptable, amable, etc. no es algo malo. El mismo San Pablo anima a hacerse todo a todos para ganar sea como sea a algunos y nos dice "Que vuestra conversación sea siempre agradable, sazonada con la sal de la gracia" y "que cada uno de nosotros trate de agradar a su prójimo para el bien, buscando su edificación".
Lo malo es intentar agradar a los demás a costa de la fe, de la verdad, de la Voluntad de Dios.
Dicho eso, sin duda la atmósfera de optimismo ingenuo que se respiraba en la época del Concilio y alrededores y se puede notar en varios de sus textos y discursos anexos es lo que peor ha envejecido, con gran diferencia. Cosa normal, por otra parte, porque Dios no garantiza ni preserva de error las atmósferas, ambientes o tonos. Pasan de moda con la misma velocidad que llegaron.
Audiencia general, miércoles 2 de abril de 1969.
Cierto, optimismo insensato que pasó de moda con la misma velocidad que llegó.
Pero dejó detrás un campo de ruinas. Hasta hoy.
Quien no entienda esto desconoce el sustrato espiritual español así como su literatura.
La prima, com’è nostra abitudine in questi familiari incontri settimanali, ci riporta agli insegnamenti del Concilio. È stato giustamente notato come dal Concilio si è diffusa nella Chiesa e nel mondo un’onda di serenità e di ottimismo; un cristianesimo confortante e positivo, potremmo dire; un cristianesimo amico della vita, degli uomini, degli stessi valori terrestri, della nostra società, della nostra storia. Potremmo quasi vedere nel Concilio un’intenzione di rendere accettabile ed amabile il cristianesimo, un cristianesimo indulgente ed aperto, spoglio d’ogni rigorismo medievale e di ogni interpretazione pessimistica sugli uomini, sui loro costumi, sulle loro mutazioni e sulle loro esigenze. Questo è vero. Ma facciamo attenzione. Il Concilio non ha dimenticato che la Croce sta al centro del cristianesimo. Anch’esso ha avuto una rigorosa fedeltà alla parola di San Paolo: «Che non sia resa vana la Croce di Cristo»: «ut non evacuetur crux Christi» (1 Cor. 1, 17); anch’esso, come l’Apostolo, ha detto a se stesso: «Non giudicai di sapere qualche cosa fra voi, se non Gesù Cristo, e questo crocifisso» (1 Cor. 2, 2). Potremmo ricordare come le grandi linee teologiche, mistiche ed ascetiche della associazione dei fedeli alla Passione del Signore percorrano le pagine dei documenti conciliari (si vedano, ad esempio, quelli della grande Costituzione dogmatica sulla Chiesa, Lumen Gentium, nn. 7, 8, 11, 34, 49 . . .). basti questa citazione: «Come Cristo ha compiuto l’opera della redenzione nella povertà e nella persecuzione, così pure la Chiesa è chiamata a prendere la stessa per comunicare agli uomini i frutti della salvezza . ..» (ib. n. 8).
La cruz en el centro del cristianismo
El primero, como es habitual en nuestras reuniones semanales, nos remite a las enseñanzas del Concilio . Se ha observado con razón que, desde el Concilio , una ola de serenidad y optimismo se ha extendido por la Iglesia y el mundo; un cristianismo reconfortante y positivo, podríamos decir; un cristianismo amigable con la vida, con los hombres, incluso con los valores terrenales, con nuestra sociedad, con nuestra historia. Casi podríamos ver en el Concilio la intención de hacer un cristianismo aceptable y amable, un cristianismo indulgente y abierto, despojado de todo rigor medieval y de toda interpretación pesimista de los hombres, sus hábitos, sus transformaciones y sus exigencias. Es cierto. Pero seamos cuidadosos. El Concilio no olvidó que la cruz está en el centro del cristianismo. También se mostró rigurosamente fiel a las palabras de san Pablo: «Que la cruz de Cristo no quede en nada» ( 1 Co 1,17); él también, como el Apóstol, se dijo a sí mismo: «No habría conocido entre vosotros nada sino a Jesucristo, y a este crucificado» ( 1 Co 2,2). Podríamos recordar cuánto están impregnadas las páginas conciliares de las grandes líneas teológicas, místicas y ascéticas destinadas a asociar a los fieles a la Pasión del Señor (cf., por ejemplo, la gran constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, nn. 7, 8, 11, 34, 49...); baste esta cita: «Como Cristo realizó la Redención en la pobreza y la persecución, también la Iglesia está llamada a recorrer este mismo camino para comunicar a los hombres los frutos de la salvación...» (ibid., 8).
"Pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado".
Las frases que aporta Urbel son una tergiversación del texto del Papa Pablo VI.
Optimismo insensato:
"Se ha observado con razón que, desde el Concilio, una ola de serenidad y optimismo se ha extendido por la Iglesia y el mundo; un cristianismo reconfortante y positivo, podríamos decir; un cristianismo amigable con la vida, con los hombres, incluso con los valores terrenales, con nuestra sociedad, con nuestra historia. Casi podríamos ver en el Concilio la intención de hacer un cristianismo aceptable y amable, un cristianismo indulgente y abierto, despojado de todo rigor medieval y de toda interpretación pesimista de los hombres, sus hábitos, sus transformaciones y sus exigencias. Es cierto."
Una de cal ... y otra de arena:
"Pero seamos cuidadosos. El Concilio no olvidó que la cruz está en el centro del cristianismo ..." Y todo lo que sigue.
Lo habitual en Pablo VI, a quien los italianos llamaban Hamlet: ¿ser o no ser? Orden, contraorden, desorden.
"Las frases que aporta Urbel son una tergiversación del texto del Papa Pablo VI"
No, no lo son. Son una cita.
Otra cosa son las conclusiones que él saca, pero la cita es una cita y de eso quien es responsable es Pablo VI, no Urbel.
Es cierto (y evidente) que los discursos de toda esa época rezumaban un optimismo completamente ajeno a la realidad. ¿La época de mayor descristianización y abandono de la moral natural desde la Revolución Francesa era una época de "serenidad y optimismo"? ¿La ola de secularizaciones, heterodoxia rampante y apostasías que sacudió la Iglesia era "un cristianismo reconfortante y positivo", "amigable con la vida, con los hombres, incluso con los valores terrenales, con nuestra sociedad"?
No, que cada palo aguante su vela, incluidos los Papas, que se equivocan como los demás hijos de vecino. Aquel optimismo ingenuo fue completamente absurdo e impidió ver los gravísimos problemas que empezaban a sacudir a la Iglesia y que posteriormente se llevaron por delante a la mayoría de los católicos de Occidente. Reconocer eso no es lefebvrismo, sino la realidad. Y es importante reconocerlo, porque de aquellos polvos, estos lodos.
Como todo concilio, época de la Iglesia y, en general, obra en la que participan los hombres, el Vaticano II y el posconcilio tuvieron cosas muy buenas y cosas muy malas. Tan absurdo es considerarlos la suma de todo mal como la suma de todo bien. Hay que ser capaces de mirar la realidad sin miedo, con discernimiento y de frente.
Sepulturero del latín, lo enterró sin embargo con muy bellos homenajes:
Audiencia general, 26 de noviembre de 1969:
“Un nuevo rito de la Misa: un cambio en la venerable tradición que ha durado por siglos.
Esto es algo que afecta nuestro patrimonio hereditario religioso, que parecía gozar del privilegio de ser intocable y consolidado, que parecía traer a nuestros labios la oración de nuestros antepasados y de nuestros santos y darnos el consuelo de sentirnos fieles a un pasado espiritual, que manteníamos vivo para transmitirlo a las nuevas generaciones. …
No más latín, sino que el lenguaje de la Misa será el lenguaje vernáculo.
La introducción de éste será ciertamente un gran sacrificio para quienes conocen la belleza, el poder y la sacralidad expresiva del latín.
Estamos abandonando el habla de siglos de cristiandad, estamos transformándonos en algo así como intrusos profanos en la reserva literaria de la expresión sagrada. Vamos a perder una gran parte de aquella realidad estupenda, incomparablemente artística y espiritual, el canto gregoriano.
Tenemos motivos de lamentarnos, de hacerlo incluso con desconcierto. ¿Qué podemos poner en lugar de ese lenguaje de ángeles? Estamos renunciando a algo de valor incalculable."
Muy bellos homenajes, como los que suelen hacerse a los finados.
Pero, en sustancia:
"No más latín, sino que el lenguaje de la Misa será el lenguaje vernáculo."
No sigo la actualidad política, así que no puedo comentar lo del guardia civil, pero la cita de Urbel no es como lo de la Biblia dice que Dios no existe, porque en ese caso se hace pasar un error que la propia Biblia atribuye a los necios ("El necio piensa que Dios no existe") por algo que la propia Biblia afirmaría como cierto. Eso es evidentemente engañoso
En este caso, las cosas que ha citado Urbel las decía Pablo VI como ciertas, así que no hay engaño. Está muy bien dar contexto, como has hecho tú, pero no ha habido un engaño.
"No más latín, sino que el lenguaje de la Misa será el lenguaje vernáculo."
Lo cierto es que, en eso, se apartó de lo que había pedido el propio Concilio.
"Quien no entienda esto desconoce el sustrato espiritual español así como su literatura"
Habrá quien piense que dices estas cosas en broma, pero es la pura realidad.
Cierto.
Pero que, en esto como en general en todo, el posconcilio fuera mucho peor que los textos del Vaticano II no basta para exculparlos enteramente de la hecatombe.
La mala semilla o bomba de relojería se había dejado plantada, en forma de imprecisión, en el nº 36 de la constitución conciliar sobre la liturgia:
"Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos ...
... salvo derecho particular."
"Sin embargo, como el uso de la lengua vulgar es muy útil para el pueblo en no pocas ocasiones ... se le podrá dar mayor cabida, ante todo [¡pero no sólo!] en las lecturas y moniciones, en algunas oraciones y cantos, conforme a las normas ...
"... será de la incumbencia de la competente autoridad eclesiástica territorial [conferencias episcopales] determinar si ha de usarse la lengua vernácula y en qué extensión ..."
Pero volvamos al sin barcos y sin honra.
La moderación la hago yo. No se admiten comentarios sobre ella. Ya he dicho lo que me parece y no vamos a seguir por ahí.
"Como todo concilio, época de la Iglesia y, en general, obra en la que participan los hombres, el Vaticano II y el posconcilio tuvieron cosas muy buenas y cosas muy malas. Tan absurdo es considerarlos la suma de todo mal como la suma de todo bien. Hay que ser capaces de mirar la realidad sin miedo, con discernimiento y de frente".
Yo tengo pensado imprimir en letra grande unas palabras que publicó don José María Iraburu, poner el folio en mi mesita de noche y dormir como un bendito:
"Quienes afirman (los modernistas y los tradicionalistas cismáticos) que el Vaticano II ha cambiado la doctrina de la Iglesia sobre el mundo enseñada por la Biblia y la Tradición no pueden hallar fundamentos doctrinales en los documentos conciliares, como no sea malinterpretándolos".
"El Concilio Vaticano II enseñó sobre el mundo secular una doctrina perfectamente católica, fiel al Evangelio y al Magisterio tradicional. En sus documentos, concretamente en la Gaudium et Spes, se «desarrollan» doctrinas tradicionales, pero siempre en «continuidad» con el Magisterio apostólico precedente, nunca en «ruptura». Y así como desde el principio se difundió una interpretación falsa del Concilio en esta materia, también desde el primer momento se defendió una interpretación verdadera del mismo".
José María Iraburu, 19 de enero de 2013
Sí, ya sé que tú no afirmas lo del primer párrafo. No lo hago por ti. Lo hago porque me gusta, por libre albedrío.
Si se lee lo que han hecho con el Camino Sinodial Alemán se advierte que es un camino de salida de la Iglesia a una estructura "gerencial" propia, autónoma, con facultades para definir y resolver cuestiones que únicamente pueden ser tratadas por la Iglesia Universal, mediante la creación del Consejo Sinodial Alemán con capacidad para esos fines.
En su momento Roma les envió una carta firmada por Parolín, Fernández y PREVOST (Dicasterio de los Obispos) donde se les dice "Tal órgano no está previsto por el derecho canónico vigente y, por tanto, una decisión de la DBK en este sentido sería inválida con las correspondientes consecuencias jurídicas".
El resultado -paradójico- de todo ese accionar de los Obispos Alemanes fue que "le corrieron la Iglesia a la gente, al católico de a pie lo dejaron afuera", "les corrieron el arco" dirían los futboleros.
Los católicos siguen estando, la que no está es la Iglesia, es otra, otro club...
“Si se busca un diagnóstico global del texto [Gaudium et spes], se podría decir que (en conexión con los textos sobre la libertad religiosa y sobre las religiones del mundo) es una revisión del Syllabus de Pío IX, una especie de contra-Syllabus.
… Esto sucedió porque, primero en Europa central, condicionada por la situación, la dependencia unilateral de las posiciones tomadas por la Iglesia, a través de las iniciativas de Pío IX y Pío X, contra el nuevo período de la Historia abierto por la Revolución Francesa, fue en gran medida corregida…”.
Joseph Ratzinger, "Teoría de los principios teológicos", ed. Herder, Barcelona, 1985, p. 381.
Escalofriante imagen. La Iglesia Celeste (los Santos) que un día caminaron por Alemania, reenciendan la vacilante llama de la fe en el pueblo alemán. Mi amiga que se casó y vive allí, lo sufre mucho.
No podemos dar lo que pide la Iglesia de Alemania, porque entonces dejamos de ser Iglesia. La Iglesia no se puede modernizar, precisamente porque uno de los enemigos de la Iglesia es el mundo. La Iglesia siempre ha sido ágape, y si la Iglesia deja de ser ágape para ser eros, la Iglesia no es que muera, es que desaparece, que es lo que está sucediendo en Alemania.
¿cómo siguieron al Maestro, dando la vida por el Evangelio, o poniéndose de acuerdo con las tendencias del momento? ¿Y los mártires? Si nos fijamos, el amor en la Iglesia ha sido siempre Ágape, el amor de Nuestro Señor Jesucristo, el Señor no nos redimió con buenas intenciones, y buscando empatizar con el mundo, sino que nos redimió en la Cruz, siendo Dios nos podía haber salvado de otra manera, y sin embargo aceptó la Cruz, porque después del pecado de Adán y Eva no había otra manera de que el mundo conociera el amor que Dios nos tiene que con la Cruz, y si el mundo quiere saber cómo ama la Esposa de Cristo, tiene que ser a través de la Cruz; por eso, una Iglesia sin Cruz está destinada a desaparecer. El mundo nunca sabrá quién es la Iglesia, si a la Iglesia le quitamos la cruz.
tiempos! Corazón de Jesús, en ti confío!
Sólo un comentario, en Sudamérica, se conoce como la Guerra del Pacífico aquella entre Perú y Bolivia por un lado, y Chile por el otro, entre 1879 y 1883.
Los combates de Valpariso y Callao, se toman como un intento de los europeos occidentales de reconquistar América, pues la invasión a México por parte de Francia, la Guerra Civil Americana, la Guerra de la Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay contra Paraguay) y la Guerra del Pacífico, guerras azuzadas por el Imperio Británico, se dieron con poca diferencia de años entre ellas; entre los años 60's y 70' del siglo XIX.
Al parecer, los obispos alemanes y sus aliados en la Iglesia y fuera de ella, prefieren el poder terrenal, poder emporal que finalmente terminaran perdiendo al igual que los británicos perdieron su imperio.
Las nuevas generaciones quizá no entiendan de entrada qué ocurre cuando un disco está rayado... Pues ciertos comentarios dan esa impresión. Eso del "anti-Syllabus" conviene entenderlo bien. Me cito: "Sobre la cuestión del “contra-Syllabus” o “anti-Syllabus”, expresión utilizada por Ratzinger, copio a continuación un enlace donde quedan explicadas sus palabras. El autor del texto rebate las tesis tradicionalistas-lefebvristas (en idioma inglés): "The 'Counter-Syllabus' Canard" (de I. Shawn McElhinney): matt1618.freeyellow.com/syllabus.html"".
Cuando indico que un tema, que no tiene que ver con el artículo, está cerrado, entonces está cerrado e intentar reabrirlo no sirve nada más que para hacernos perder el tiempo a todos, porque me obliga a pasar tiempo borrando comentarios, de manera que el esfuerzo hecho por sus autores queda en nada.
Conviene que los bienintencionados explicadores entiendan que a Urbel le obsesionan algunos temas, entre ellos el del Concilio Vaticano II, e intenta reconducir todos los artículos, traten de lo que traten, a sus temas preferidos. Cuando unos cuantos ingenuos entran al trapo, le están haciendo el juego y consiguen que un tema más quede olvidado y volvamos ¡otra vez! a sus temas de siempre, dándole con ello la razón en que todo gira en torno al CVII. Especialmente cuando se intenta defender a ultranza cosas que fueron claramente meteduras de pata.
Non decet
No creo que la Iglesia en Alemania esté en peligro de verdadero cisma. No habrá separación, porque ni la Santa Sede ni los obispos alemanes quieren declararla.
El cisma alemán, seudocisma o cisma de terciopelo, es un cisma modélicamente modernista.
Lo advirtió San Pío X en la encíclica Pascendi (1907), si se me permite citar un texto amarillento y polvoriento: lo característico del modernismo, cloaca de todas las herejías, es que, a diferencia de los herejes de siglos pasados, los modernistas se han empeñado en permanecer en la Iglesia para transformarla progresivamente.
En espiral, como dijo uno de los obispos alemanes, por etapas. Y con éxito, paso a paso, desde hace décadas.
Una herejía de hierro, la suma de todas las herejías, en un cisma de terciopelo.
En los años 70 del pasado siglo yo era alumno de un colegio de religiosos desnortados. Por ventura cayó en mis manos la edición de textos de San Pío X publicada por Palabra con el título de "Escritos doctrinales" (conservo el libro, 4ª edición, mayo de 1975).
Su lectura fue un fogonazo aterrador ¡todo lo que yo había oído de los curas y hermanos del colegio era lo mismo que San Pío X había descrito y condenado en la Pascendi!
Con el tiempo descubrí que aquella edición de los escritos doctrinales de San Pío X había sido ya expurgada por Palabra (uno de los sellos editoriales del Opus Dei en España). Faltaban las encíclicas políticas contra el liberalismo, la democracia y la separación entre la Iglesia y el Estado: Vehementer nos (1905) y Notre charge apostolique (1910).
"alumno de un colegio de religiosos desnortados"
Yo también fui alumno de un colegio así, aunque más bien en los ochenta. Los religiosos (con alguna honrosa excepción, igual que los obispos alemanes) son el otro gran ejemplo de sin barcos y sin honra. Han conseguido liquidar sus órdenes y congregaciones a base de intentar hacerlas más modernas y populares y menos exigentes.
"No creo que la Iglesia en Alemania esté en peligro de verdadero cisma."
El peligro no es de (posible) cisma, sino de (ya existente) herejía rampante. La herejía es mucho más grave que el cisma y lo cierto es que gran parte de la Iglesia en Alemania defiende abiertamente posturas heréticas.
"El querer conciliar la fe con el espíritu moderno conduce a mucho más de lo que se piensa: no solo a su debilitamiento sino a su pérdida total."
Yo si que pienso que la obsesión de Urbel tiene un fundamento y una relación con la sinodalidad alemana. Los teólogos de cabecera del Vaticano II y las puntas de lanza fueron alemanes, todos inspirados por la teología de Rahner. De aquellos barros, estos lodos.
PD: a mí me parece que invalidar el punto de vista un lefebvriano por el hecho de serlo, me parece una falacia "ad hominem" de libro. Pablo VI dijo lo que dijo, en los documentos del concilio existen ambigüedades (escritas por los mismos que las aplicaron) y la situación actual está como está.
"PD: a mí me parece que invalidar el punto de vista un lefebvriano por el hecho de serlo, me parece una falacia "ad hominem" de libro"
Esta frase no tiene sentido y es ella misma una falacia. Es como si dijéramos que invalidar el punto de vista sobre la forma de la tierra de un terraplanista por el hecho de serlo constituye una falacia ad hominem. No. El terraplanismo es un error y decir que alguien es terraplanista equivale a decir que está equivocado sobre la forma de la tierra. No hay ahí ninguna falacia ad hominem, sino un simple y evidente silogismo.
Del mismo modo, decir que alguien es lefebvrista equivale a decir que está equivocado sobre una serie de cosas. En particular y directamente sobre su comprensión del cisma lefebvriano y, de forma indirecta, sobre su comprensión general del Vaticano II, la autoridad de la Iglesia, los papas posconciliares, etc. Porque, de hecho, se ha apartado de la Iglesia en ello. Por supuesto, eso no significa que no pueda decir cosas particulares acertadas sobre esos temas, que son amplísimos y muy complejos (y Urbel es una persona evidentemente inteligente, con sentido común, bastantes conocimientos y un claro amor a Jesucristo y a su Iglsia). Pero parte de una postura errónea que no es compartible por un católico y, por eso, en un blog católico tiene que estar, desgraciadamente, "en cauta observación".
"Yo si que pienso que la obsesión de Urbel tiene un fundamento y una relación con la sinodalidad alemana"
Me parece muy bien, pero lo que rige en cuanto a la moderación es lo que pienso yo, ya que este es mi blog. Y no voy a permitir que, ¡otra vez!, se desvíe la conversación hacia los temas que siempre quiere tratar Urbel. Para eso, que se cree su propio blog.
A partir de ahora, simplemente borraré los comentarios que intenten, ¡otra vez! desviar la conversacion.
He olvidado hacer otra precisión importante. Lo anterior se aplicaba a cuestiones que desvíen el tema del artículo (aunque, por supuesto, todo está relacionado y ya sabemos que San José era carpintero y los confesionarios están hechos de madera y siempre se puede hablar de la confesión).
Por supuesto, eso no quita que se pueda discutir sobre todos los temas. Incluso cuando el interlocutor está equivocado o, quizá mejor, especialmente cuando el interlocutor (o uno mismo) está equivocado, porque las discusiones sirven para eso, para que los que participan conozcan mejor la Verdad, que es lo que nos interesa a todos. Eso quiere decir que podemos discutir alguna vez sobre el lefebvrismo o sobre el Concilio Vaticano II o sobre temas similares (de hecho, ya hemos dedicado bastantes artículos a ellos), pero conviene que sea en artículos dedicados a esos temas en concreto, no en todos los demás, para no monotematizar el blog.
Cualquier lector puede sugerir temas y yo, en la medida de mis fuerzas, mis limitados conocimientos y mis ocupaciones, intentaré, como manda San Pablo, darles gusto en lo bueno.
También hay muchos "tontos útiles", como les llamaba Lenin, esos idealistas que tienen su propia utopía personal y la unen a las frases de la propaganda... pero los que acaban decidiendo son los infiltrados, los vacíos de Dios, los que saben lo que hacen, los destructores a conciencia. Esos son pocos (¡espero!), pero tienen como misión subir muy alto para desde allí controlar, y una vez con las riendas del poder ya es fácil manipular a los tontos útiles y a los true believers, con la pasividad y pocas herramientas de acción de la mayoría.
Aparte de los infiltrados (masónicos, marxistas reciclados, etc), también tenemos a los que viven mal, a los que la herejía modernista les ha hecho perder la fe, a los que están en crisis personales, a los poco formados y con pocos "carismas" que se/les encaramaron en puestos de responsabilidad y tienen miedo de perder su influencia, a los que fueron mal formados de manera incompleta y con malos teólogos y sencillamente no tienen la suficiente base teológica, moral y doctrinal, por no hablar incluso de redes y lobbies arcoíris que se dice que existen (y con un secretismo y una vileza moral muy altos)... todos pueden formar pequeños grupos con mucha influencia y poder, por lo que más que un error conceptual creo que en las cúpulas que deciden el rumbo equivocado hay más de lo otro, aunque tampoco soy ningún experto en el tema, sólo mi opinión personal.
En Alemania es un secreto a voces que muchos de los sacerdotes conviven con una señora (en el mejor de los casos). Es imposible que eso no afecte a su rechazo de la moral.
Quien de hecho vive contra los mandamientos de Dios sin arrepentimiento, casi inevitablemente terminará rechazándolos también intelectualmente y buscando que la Iglesia los abandone.
Pues ya que estamos, me gustaría un artículo sobre lo que yo considero la hipertrofia del papado. En mi opinión, creo que se debe devolver la autoridad perdida a los obispos y el Papa debe de dejar de meterse en todo y pasar a ser una especie de última apelación. Hemos llegado a un punto en el que el obispo de Roma desatiende su diócesis para meterse en el seminario de no sé dónde y prohibir qué misa según qué rito se tiene que prohibir en una catedral. Y crea ritos litúrgicos de la nada. O lo problematico, en mi opinión, que es que los católicos crean que el Papa puede cambiar la doctrina o que si uno no lee todo lo que viene de Roma es como si no fuese católico. O que el Papa quite y ponga obispos como si nada y que éstos no se atrevan a enmendarle la plana. No sea que les quiten. Ya ni tienen ideas propias. Lo único que ha en es repetir lo que viene de Roma como loritos. En una palabra, cambiar la verdad por la autoridad.
Todo esto afecta al verdadero ecumenismo. Porque iglesias como la de los coptos egipcios, podrían aceptar una cierta independencia bajo la supervisión de Roma, siempre y cuando Roma no se imponga y les legisle sobre todo.
Pues ya que estamos, me gustaría un artículo sobre lo que yo considero la hipertrofia del papado. En mi opinión, creo que se debe devolver la autoridad perdida a los obispos y el Papa debe de dejar de meterse en todo y pasar a ser una especie de última apelación. Hemos llegado a un punto en el que el obispo de Roma desatiende su diócesis para meterse en el seminario de no sé dónde y prohibir qué misa según qué rito se tiene que prohibir en una catedral. Y crea ritos litúrgicos de la nada. O lo problematico, en mi opinión, que es que los católicos crean que el Papa puede cambiar la doctrina o que si uno no lee todo lo que viene de Roma es como si no fuese católico. O que el Papa quite y ponga obispos como si nada y que éstos no se atrevan a enmendarle la plana. No sea que les quiten. Ya ni tienen ideas propias. Lo único que ha en es repetir lo que viene de Roma como loritos. En una palabra, cambiar la verdad por la autoridad.
Todo esto afecta al verdadero ecumenismo. Porque iglesias como la de los coptos egipcios, podrían aceptar una cierta independencia bajo la supervisión de Roma, siempre y cuando Roma no se imponga y les legisle sobre todo. Este ejercicio del ministerio petrino, impediría que tengamos que poner las orejas listas si sale otro como Bergoglio. Lo que viene siendo un cierto contrapoder
Exactamente...como le pasó a Lutero, también alemán y también con muy mala vida personal, y ya sabemos la que armó. En esos años estaba la guerra entre el imperio romano-germánico y los pequeños reinos alemanes, y se usó el luteranismo (y las desviaciones de un hombre atormentado por su vida privada y sus tentaciones) como ideología política para no ser absorbidos por el imperio y mantener el "puzzle" de pequeños territorios "soberanos" alemanes, que hoy siguen siendo protestantes, ó más bien agnósticos occidentales. Bismark lograría finalmente la unidad política de Alemania, pero desgraciadamente se hizo desde el nacionalismo pan-germánico y el protestantismo.
En estos años actuales es más bien la masonería (con origen protestante), el marxismo-feminismo, la ideología woke, los partidos social-demócratas y democristianos, cooptados ambos por la masonería y fuerzas globalistas ó anglosajonas (comisión trilateral, etc), los que aprovechan la mala vida de muchos, la enorme crisis de fe y la conspiración post conciliar (mayo del 68, Kgb, CIA, guerra fría) para infiltrar el catolicismo y destruirlo desde dentro, mientras se busca rentabilizar el prestigio y la Autoridad moral de la Iglesia. Estamos ya en la fase final, y en la realización de la visión de León XIII...
Creo que con León XIV ser puede dar término a la profética visión, el fin de la prueba y quizás la persecución exterior si la renovación interior se produce en este pontificado, que creo que tiene muchas papeletas.
Veremos...
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