De vacaciones por siglos lejanos

Ahora que empieza el verano, me voy a permitir aconsejar a los lectores un libro excelente que se ha publicado hace poco: El nacimiento de la cultura cristiana, de Rubén Peretó Rivas. He estado a punto de decir que es “excelente, pero sencillo”, pero por fortuna me he corregido a tiempo, porque lo cierto es que la excelencia se debe en buena parte a su sencillez. No es nada fácil escribir de forma sencilla y amena sobre algo tan amplio y complejo como el nacimiento de la cultura cristiana, que se extiende por buena parte de la tierra y a lo largo de muchos siglos.

Rubén Peretó, sin embargo, no solo lo consigue, sino que a uno le da la impresión de estar escuchándole contar historias sobre amigos del autor. ¡Y qué amigos! Ya quisiera uno tenerlos, desde Casiodoro, San Benito y Boecio hasta Alcuino de York, San Columbano, San Beda, Casiano o Carlomagno, pasando por muchos otros. Sus historias suscitan la nostalgia por tantas cosas buenas que son nuestras pero se han quedado por el camino y que en muchos casos ya ni siquiera recordamos. Es un libro que despierta el gusto por la oración, la liturgia, la sabiduría y los amigos. ¿Qué más podemos pedir?

No se trata de un tratado escrito por un catedrático universitario, aunque Peretó lo sea, ni se pierde en notas bibliográficas y otras muestras de erudición, sino que produce el efecto de una agradable conversación de esas en las que el tiempo pasa volando porque estamos disfrutando. Una conversación, además, que nos introduce sin que nos demos cuenta en esa gran Conversación de siglos que es la cultura occidental y, sobre todo, la cultura cristiana.

De este modo, al hilo de los encuentros con sus amigos de distintos siglos y lugares van surgiendo multitud de temas interesantísimos, desde la ascesis de la purificación de la memoria hasta la reminiscencia bíblica o la predicación muda de las imágenes sagradas. Y también cuestiones de gran profundidad, sobre las que uno tendrá que seguir pensando durante mucho tiempo, como la estructuración de la vida en torno a la liturgia como sucedía en la Edad Media o la relación entre el ocio y la contemplación.

¿Dónde encontraremos otro libro que nos hable de los evangelios de bolsillo, el ora, lege et labora, el demonio de la tristeza, el libro que escribió la duquesa Dhuoda para su hijo, las misas votivas por los amigos o los niños que aprendían a leer con el salterio? ¿Quién más nos contará cosas de los teólogos españoles Teodulfo y Agobardo, que fueron obispos de Orleans y Lyon, o del simple hombre medieval que “otea el horizonte y, en medio de la niebla, descubre el poder de Dios que viene”? ¿En qué otro libro nos llevarán de la mano por los sótanos de las bibliotecas de Oxford y del Vaticano para que conozcamos a San Etelberto de Anglia Oriental, aquel rey que era mucho más grande cuando practicaba la humildad frente a los demás?

El prólogo, además, ha sido escrito por Natalia Sanmartín Fenollera y puede leerse aquí.

Un libro para disfrutar.

26 comentarios

  
Haddock.
Gracias. Tomo nota.
Como intrépido aventurero que soy, todos mis viajes los hago tirado en el sillón con un buen libro.

24/06/21 3:41 PM
  
Albert L
Tiene muy buena pinta, gracias. Me lo compro... pero como sea un truño, te la vas a ganar,

je, je
24/06/21 3:53 PM
  
África Marteache
Hecho el pedido. Ya te contaré. La verdad es que apetece más viajar por el tiempo que por el espacio. Pienso que una de las angustias del presente se produce por la reducción del espacio, ya no hay lugar para ningún Julio Verne que nos lleve al Centro de la Tierra o del Mar y, curiosamente la reacción de muchos es cortar la raíces que nos unen en el tiempo con nuestros antepasados, de manera que al no tener ni Tiempo ni Espacio por donde navegar, se estresan.
Hemos vivido antaño de los santos, los héroes y los aventureros y ahora no hemos cercenado la posibilidad de ser ninguna de las tres cosas. Cambiamos al santo por el buenista sentimental, al héroe por el cobarde (no hay patria) y al aventurero por el turista de los grandes cruceros que, después de una visita a los yanomamis, lo llevan en una barquita contra los mosquitos y las picaduras de serpiente hasta el transatlántico a comer caviar, mientras dice infantilmente: "¡Qué aventura, qué aventura!"
Mi hermano y yo nos pasamos pipa todos los veranos con los cruceros de lujo y sus "aventuras" para jubilados.
Menos mal que yo, como fui "pobre", que dirían ahora, conservo una imaginación de primera para irme al S. XII cuando me da la real gana. Eso sí que es un lujo.
24/06/21 5:29 PM
  
Feri del Carpio Marek
Qué maravilla. Me lo compro, es mi tema preferido. ¿Habla de los monjes que se convirtieron en obispos itinerantes (sin diócesis) y evangelizaban el continente europeo?
24/06/21 7:15 PM
  
JSP
El nacimiento de la cultura cristiana debería ser de estudio obligatorio en Teología y para todos los religiosos.
24/06/21 7:22 PM
  
Strauch
Gracias, Bruno, lo compré el otro día y lo voy a leer con muchas ganas después de tu artículo. El prólogo de Natalia SanMartín ya lo leí y es magnífico.

"Retirado en la paz de estos desiertos
con pocos, pero doctos libros juntos
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos"

(Quevedo)
24/06/21 9:08 PM
  
África Marteache
Feri del Carpio: Y los que no eran obispos ni frailes, como San Roque, era solo un peregrino que iba predicando y curando apestados. A mi me sorprende cómo se movían algunos en el Medievo, con una soltura que para nosotros la quisiéramos. Eso si que era libertad, se cruzaban fronteras de ducados, reinos, condados y demás a la pata la llana que sorprende la movilidad que tenían. De acero al vanadio debían de ser. La figura del peregrino es muy medieval.

24/06/21 10:36 PM
  
África Marteache
Y entonces la caridad, en el sentido de ayuda, la practicaban los pobres que eran los que daban de comer a los peregrinos, las órdenes mendicantes y todo tipo de predicadores que iban de un lado para otro. Un concepto sorprendente éste en la época actual donde todo funciona por organizaciones y ONGs. En este contexto la Caridad tenía un sentido que hoy no tiene porque era personal, no organizada, y, por lo tanto, claramente evangélica.
24/06/21 10:44 PM
  
Feri del Carpio Marek
Africa, muy interesantes tus comentarios. En mi diócesis, a pesar de que nuestro patrono es San Bernardo (uno de mis santos preferidos, y el símbolo de lo medieval), el santo que se lleva la predilección de los devotos de mi pueblo es San Roque. Cuenta la historia que curó milagrosamente a la gente de un leprosario que se encuentra wn una pequeña comunidad a 20 minutos, entrañablemente llamada Loreto.
25/06/21 12:31 AM
  
Gustavo
No tengo para comprar...y quiero leer..
25/06/21 4:36 PM
  
África Marteache
Si eres español mándame tu dirección, aunque sea por medio de Bruno, y te enviaré el libro en cuanto lo lea. Ya he empezado.
25/06/21 5:41 PM
  
Gustavo
Estoy en otro continente..muy lejos ya 😥
25/06/21 5:46 PM
  
África Marteache
¿En qué nación, concretamente, si me lo puedes decir?
25/06/21 5:58 PM
  
África Marteache
Este libro es muy ameno, muy ameno, que diría Lina Morgan (Q.E:P.D) y tiene la ventaja que es una narración, es como comentar el Medievo como hacían los antiguos, que en vez de la Biblia, contaban la Historia Sagrada. Se siguen perfectamente las distintas invasiones bárbaras y lo que le tocó a cada uno. Solo he llegado a San Benito porque me ha llegado esta mañana y, aunque soy de lectura rápida, tengo la mala costumbre de hacer otras cosas.
Tengo una cierta curiosidad porque las Islas Británicas, que parecían quedar muy a Occidente, se evangelizaron muy rápido, prueba de ello es que monjes ingleses, San Bonifacio, mi patrón, vino al continente a evangelizar a los germanos y no acabo de hacerme el patrón de cómo fue ese asunto porque toda la cultura quedó en Oriente y parece que de Bizancio o sus proximidades tendría que venir la influencia cultural cristiana, por lo que me da la impresión que los monjes ingleses e irlandeses estaban aislados totalmente. Así que es un misterio todavía sin resolver si se autoformaron o si hasta allí llegó el griego (el latín podrían conservarlo algunos) así que a ver qué me dice Alcuino de York, que es el siguiente. Es posible que ya entonces los habitantes de esas islas, sobre todo monjes, tuvieran la costumbre de viajar de manera que venían al continente a formarse y luego regresaban para evangelizar, en una especie de viaje de ida y vuelta. Pero lo cierto es que monjes ingleses aparecen pronto en el Medievo y no era lo mismo nacer en Pisa que en York, por la facilidad de ponerse en contacto con Oriente, quiero decir. A nosotros nos hizo un daño terrible la invasión de los árabes, que fueron detenidos en Poitiers, que nos aisló por lo menos hasta Fernando III el Santo (S. XII)
25/06/21 8:21 PM
  
África Marteache
De todas formas hay un repunte de lo medieval en ciertas esferas que llama la atención. Autores como San Efrén de Siria o Evagrio Póntico que escribieron en lenguas como el siriaco o el arameo y habían estado parcialmente ocultos empiezan a salir. El eco de esos Padres de la Iglesia o del Desierto había llegado a Europa traídos por monjes que fueron de Italia, Croacia o Mediterráneo Sur (doy los nombres geográficos actuales para que se entienda mejor) y trajeron su memoria de viva voz, pero sus obras no por la dificultad de la traducción. Es verdad que estos dos autores no pertenecen al Medievo sino a la época antigua pero los medievales, excepto los teólogos más originales, lo que hacían era traducir y copiar, copiar y traducir. Atesoraban obras y las reproducían.
El Medievo sigue siendo una cantera de sorpresas porque desde el Renacimiento le cayó encima la Leyenda Negra y ahora se alza el velo poquito a poco. Es una época interesantísima.
26/06/21 7:51 AM
  
Gustavo
África:

En algún lugar he leído que lo que sucedió fue mas o menos eso...los monjes ingleses iban al continente a formarse y luego volvían, asi como dices una especie de ida y vuelta.

Soy de Paraguay 🇵🇾
26/06/21 2:01 PM
  
África Marteache
Pues mira lo que dice el autor: "En el S. VII el centro gravitatorio cultural se trasladó a Inglaterra, que se transformó en el centro intelectual más productivo de Occidente" y no sigo porque sería muy largo. Esto hace que Alcuino de York (principal sede cultural inglesa de la época) cuando se trasladó al continente y se encontró con Carlomagno no fue como alumno sino como maestro. Por lo tanto hubo un trasvase de Oriente a Occidente en algún momento. En el 711 los musulmanes invadieron la Península Ibérica con gran éxito lo que aisló a los moradores de ésta de la influencia cristiana más allá de los Pirineos. San Isidoro de Sevilla (556-636) es del S. VI-VII y fue la última gran luminaria española en muchos siglos, aunque parece que en la Corte de Aquisgrán del Imperio Romano-Germánico había monjes españoles.
26/06/21 4:03 PM
  
África Marteache
Fernando III el Santo es del S. XIII, el primer rey de un gran reino de Castilla y León, pero ya para entonces la gente del Norte, como Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), que acabó en el Gran Imperio Romano-Germánico, había recuperado el pulso. Según las conferencias que oí sobre los Mozárabes aquí hubo un eclipse casi total que duró tres siglos, del VIII al XI causado por la incomunicación de los cristianos peninsulares de los demás. Ni el Papa de Roma debía de saber muy bien en qué situación estaban. Por el Rey Fernando III y por Santo Domingo podemos ver en qué momento los españoles se pusieron "a tono". La biografía de San Antonio de Padua, que nació y creció en Lisboa, nos da fechas parecidas (1191-1231).
26/06/21 4:20 PM
  
José Díaz
Sin haberlo leído aún, da la impresión de que tiene el sabor del gran Dawson o de Belloc. Me haré con él. Gracias, Bruno.
26/06/21 5:00 PM
  
Cos
África Marteache
San Isidoro de Sevilla (556-636) es del S. VI-VII y fue la última gran luminaria española en muchos siglos, aunque parece que en la Corte de Aquisgrán del Imperio Romano-Germánico había monjes españoles.
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Fue el periodo de renacimiento del reino godo. También se conoce a Braulio, Eugenio de Toledo, de quien la wikipedia dice:
"Su poesía conoció un importante fortleben: lo imitan a trancas y barrancas Álvaro de Córdoba y los demás mozárabes, en Britania Aldhelmo y Beda el Venerable; entre los carolingios, Alcuino de York y Teodulfo.15​ Asimismo, Eugenio enseñó Gramática y Sagrada Escritura y fue consejero de los reyes Chindasvinto y Recesvinto".
O Samuel Tajón, que escribió sus famosas Sententiarum.
Sin olvidar a Sisebuto, el rey sabio y astrónmo.
Y tambien a Ildefonso de Toledo, que tuvo una experiencia mariana y cuya teología está marcada por esta impronta mariana.
Y sin olvidar que es la época en la que se consolida el rito mozárabe.
26/06/21 9:46 PM
  
África Marteache
Cos: El Renacimiento del Reino Godo se acabó en el 711.
26/06/21 11:11 PM
  
Desde Colombia
Da santa envidia leerlos; el tiempo vuela en mi recta final, ahora por gracia de Dios y luego de la muerte de mi esposo, en un soñado y tranquilo paraíso el Hogar Geriátrico Campestre -Club Los Patios- cerca a Cúcuta; desde aquí trato de leerlos con alguna regularidad.
Gracias, Bruno, por sus relatos y libros que conforman mi diario vivir, y son una buena y estimada compañía. Orando por La Iglesia, y conociendo algunos vídeos sobre El Quinto Reino de Ozaeta y su Tema Viene nuestra Liberación, venezolano quien vive en Medellín. ¡ Bien interesante!
27/06/21 1:41 PM
  
África Marteache
Señora: Yo también estoy en la recta final. Quiera Dios y la Santísima Virgen María que podamos encontrarnos junto a ellos cuando llegue nuestra hora. Rece por los que se quedan aquí y tendrán que librar el Gran Combate.
27/06/21 10:40 PM
  
Cos
Si, África, solo era para ponerlo de relieve. A veces son figuras un poco olvidadas. Y supongo que luego se perderían muchas cosas que no sabemos.
27/06/21 10:42 PM
  
África Marteache
Creo que los esfuerzos sumamente meritorios de sacerdotes, frailes, monjas y personas consagradas en la Alta Edad Media española se perdieron en gran parte. El movimiento de los Mártires Cordobeses del 850 al 859 dirigidos por San Eulogio ha permanecido en el olvido para no romper la Leyenda Rosa de las famosas Tres Culturas e, incluso, se les ha tratado de fanáticos por presentarse a las autoridades y dar público testimonio de su Fe. Por lo visto no hacía falta tal cosa, puesto que ya las autoridades permitían el cristianismo (no hay ni una sola iglesia construida en esa época, utilizaban las del periodo anterior que no habían sido desoladas) y no había por qué desafiar a nadie. La islamización de los cristianos durante el Califato es bastante parecida a lo que pasa ahora, que también es el Periodo de Oro de la tolerancia. Los que protestan dentro de estas "épocas áureas" se quejan de vicio.
28/06/21 8:16 AM
  
África Marteache
Terminado el libro considero que el autor ha utilizado un método magistral mediante el cual se puede conocer tanto el sistema que empleaban como aquello que priorizaron, es decir cómo nació eso que llamamos Cristiandad. Los personajes escogidos para ello, bien sean muy conocidos o desconocidos, pintan modelos que van desde monjes a peregrinos, desde caballeros (o reyes) a sabios. A mí me ha entusiasmado porque he visto brillar las virtudes, que ya aparecían en el "Ordo Virtutum" de Santa Hildegarda de Bingen y que actualmente ni se nombran. No creo posible dar un solo paso adelante sin recuperar las virtudes y me extraña que el Concilio Vaticano II no las revalorizara porque sin ellas ser cristiano es prácticamente imposible. Llevo décadas sin escuchar a ningún obispo o jerarquía de la Iglesia que hable de ellas y, naturalmente, sin que se enseñen, y no lo puedo entender.
07/07/21 11:37 PM

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