InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Liturgia

25.11.08

Cristo Rey y el cine

Al hilo de lo que celebramos esta semana, he recogido estos breves párrafos del P. Raniero Cantalamessa, Predicador Pontificio, sobre Cristo Rey.

Me ha parecido una forma muy original de enfocar el tema de Cristo Rey, a través de una manifestación de cómo comprende el mundo de hoy ese misterio: el cine y las películas sobre la vida de Cristo.

Al hacerlo, ha mostrado claramente la facilidad que tenemos hoy para contemplar la humanidad y la humildad de Cristo… y la dificultad que encontramos en reconocerle como Señor del mundo, de la Historia y de nuestras vidas.

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Le veréis venir entre las nubes del cielo…

En el Evangelio de este domingo, Pilato pregunta a Jesús: «¿Eres tú el Rey de los judíos?», y Jesús responde: «Sí, como dices, soy Rey». Poco antes, Caifás le había dirigido la misma pregunta de otra forma: «¿Eres tú el Hijo de Dios bendito?», y también esta vez Jesús respondió afirmativamente: «Sí, yo soy». Es más: según el Evangelio de Marcos, Jesús reforzó esta respuesta, citando y aplicándose aquello que el profeta Daniel había dicho del Hijo del hombre que viene entre las nubes del cielo y recibe el reino que nunca pasará (primera lectura). Una visión grandiosa en la que Cristo aparece dentro de la historia y por encima de ella, temporal y eterno.

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22.11.08

Teocentrismo absoluto

Al contar en el último artículo que había participado por primera vez en la Misa según la forma extraordinaria del rito romano, un lector, Luis, escribió estas bellas líneas sobre la liturgia tradicional.

Me ha encantado leer los sentimientos de un “enamorado” de la liturgia tradicional. También me ha entristecido un poco ver que la mayoría de las cosas que cuenta Luis están o deberían estar presentes en la forma ordinaria de la liturgia, pero estamos acostumbrados a que ésta se celebre mal, a que no se dé importancia a la liturgia, a que algunos sacerdotes conviertan la Misa en un largo sermón, a que no se utilice nunca la Plegaria Eucarística I (que es el Canon romano e incluye todas las oraciones que ha mencionado Luis).

Estoy convencido de que la liberalización del rito extraordinario, como dice el Papa, contribuirá a que todos los sacerdotes y fieles demos más importancia a cuidar la liturgia, también en el rito ordinario, a vivirla como lo que es, el centro y culmen de la vida cristiana.

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20.11.08

El rito extraordinario: como un niño ante un regalo

A veces me gusta imaginar, con cierta envidia, a alguien que, por ejemplo, nunca haya contemplado una puesta de sol, no haya leído ningún libro de Chesterton o no haya visto el mar y aún pueda saborear estas cosas por primera vez. La novedad nos permite ver las cosas con una mirada limpia y agradecida, disfrutarlas sin darlas por hecho y descubrirlas como lo que son: un regalo que no merecemos. Conforme uno va acumulando años, este tipo de cosas se hacen menos frecuentes y la mayoría de las alegrías y placeres van pasando a la categoría de viejos amigos, que confortan pero no suelen sorprendernos.

Cuento todo esto porque, el sábado pasado, tuve ocasión de estrenar una alegría completamente nueva para mí: la Misa tradicional del rito extraordinario. Viajé a Sevilla con mi mujer y pude asistir a la Misa gregoriana solemne que se celebró en la ciudad del Guadalquivir. Como nunca había participado en una Misa tradicional, según el rito anterior al Concilio Vaticano II, tuve la oportunidad de observarla y participar en ella con ojos nuevos, sin el adormecimiento de la rutina. Con la ilusión de un niño ante un regalo inesperado.

Puesto que ya otros han descrito los detalles concretos de la celebración, me limitaré a relatar mis propias impresiones. Mi primera sensación fue estética, como es lógico. La Misa se celebró en la parroquia de San Bernardo de Sevilla. Como suele ser el caso con las iglesias andaluzas, está pintada por dentro y por fuera de colores alegres y luminosos. Es un templo precioso, barroco-neoclásico, del s. XVIII, con un estupendo retablo en el altar mayor y varios altares laterales.

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1.11.08

Compartir su alegría

Me ha parecido buena idea recoger hoy algunos párrafos de esta homilía del Papa Benedicto XVI en esta fiesta de Todos los Santos hace dos años.

Quizá lo que más me ha gustado es que lo fundamental al celebrar esta fiesta, según Benedicto XVI, no es pensar lo mucho que nos falta para ser santos ni hacer propósitos de ser buenos en todo lo que hagamos. Para el Papa, lo más importante en esta fiesta es compartir la “alegría celestial de los santos", es decir, disfrutar con ellos de Dios, de la Iglesia, de la salvación, de lo que significa ser cristianos, porque “la única verdadera causa de tristeza e infelicidad para el hombre es vivir lejos de Dios".

Aunque sea un escándalo para el mundo, esa alegría no está reñida con la entrega de la propia vida, sino que, al contrario, la santidad “pasa siempre por el camino de la cruz", que lleva a encontrar la verdadera alegría de Cristo.

Que leer esta homilía y celebrar esta fiesta despierte en nosotros el deseo de ser santos, que es el regalo que Dios nos tiene preparado desde antes de que el mundo existiera.

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26.09.08

Devuélvame mi nombre, por favor

El padre jesuita Juan Masiá ha publicado un curioso artículo en la revista Vida Nueva, que luego ha sido reproducido en parte en Religión Digital. Digo curioso porque trata de algunas peculiaridades de la celebración de la Eucaristía en tierras japonesas y, a mí, siempre me han fascinado ese tipo de cosas. Ya desde pequeño me encantaba ver, en revistas misioneras, las imágenes de Cristo con rasgos africanos en el Congo o a las Vírgenes vestidas con kimonos en Japón.

En este caso, sin embargo, lo que se contaba no me ha dejado un buen sabor de boca:

Desde los primeros bancos a los últimos, todo el mundo iba al altar, aunque no comulgasen. En Japón no se concibe la misa sin participar en la eucaristía. Por otra parte, es corriente la presencia de personas no católicas (de otra confesionalidad, de otra religión, o de ninguna); se sentirían excluidas quedándose en el banco mientras el resto comulga.
[…]
Por contraste, a los turistas católicos japoneses en Madrid les extrañaba una iglesia en que sólo comulgaba una minoría: “¿Es habitual asistir sin participar?”, me preguntaron y me vi en apuros al responder: “En mi país perduran la educación religiosa anticuada: exageraciones sobre la confesión antes de la comunión, malentendidos sobre sexualidad y contracepción, visión estrecha de la eucaristía, asistencia rutinaria a misa por cumplir, predicaciones que, en vez de invitar, alejan… ”.

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