Pagola lo tiene fácil. De felinos nocturnos y diurnos.
A lo largo de la Historia de la Iglesia, se han presentado multitud de cuestiones difíciles y de complicada solución. En algún caso, como en la controversia llamada De auxiliis, el propio Papa tuvo que decidir que se dejara de polemizar sobre el asunto, porque los ánimos se airaban sin ningún resultado positivo. Otras cuestiones, sin embargo, tienen una solución muy sencilla. En mi opinión, la polémica suscitada desde ayer en torno al libro de Pagola y la es de estas últimas.

En su mensaje con ocasión del Ángelus, el Papa ha querido decir unas palabras a los participantes en la celebración en defensa de la familia cristiana que se ha celebrado hoy en Madrid. Entre otras cosas, el Papa ha dicho que las familias cristianas tienen una misión profética: manifestar ante el mundo el amor de Dios.
No, hoy no voy a hablar de teólogos desorientados, abusos litúrgicos, curas sinvergüenzas, obispos extravagantes, cristianos apegados al dinero y otras mil noticias escandalosas que, por desgracia, leemos tan a menudo. Voy a hablar de la celebración de la Familia Cristiana de mañana y del “buen escándalo”, del que produce Cristo, que es piedra de escándalo.
Aquí tienen el esperado final de la historia de Ariane, que comenzó en el de ayer.
Hoy ofrezco a los lectores una preciosa historia personal de conversión que me ha enviado una lectora, Eulalia. Como es larga, la he dividido en dos “episodios” y mañana publicaré el desenlace. No hace falta decir que me ha encantado.



