16.07.23

Oración contra la desesperanza

A veces nos engañamos pensando que son los problemas y dificultades que sufrimos o que sufre la Iglesia los que hacen que nos desesperemos, pero no es cierto. Por muy grandes, reales y humanamente insolubles que sean esos problemas, no tienen poder por sí mismos para quitarnos la esperanza¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? En todo eso vencemos fácilmente por aquel que nos amó.

La desesperanza, que es la peor trampa que nos puede tender el demonio, proviene siempre de que nos miramos demasiado a nosotros mismos y demasiado poco a Dios, medimos nuestras fuerzas y no las suyas, nos fijamos en lo que es imposible para nosotros y no en que Él lo puede todo.

Por eso, en estos tiempos recios, he pensado que es una buena idea componer una breve oración contra la desesperanza. No hay mejor medicina para ese pecado que mirar humildemente a Cristo y darle gracias una y otra vez por todo.

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13.07.23

¿Qué vamos a hacer con el Sínodo?

En el siempre interesante blog Caminante Wanderer, se publicó ayer un post titulado “Nosotros ¿qué haremos?”. El bloguero se preguntaba por lo que vamos a hacer los católicos si, como parece probable, en el Sínodo de la Sinodalidad se aprueban las bendiciones a parejas del mismo sexo, como piden tantos obispos alemanes y de otros países. Las reflexiones me resultaron fascinantes, no solo por la incisiva pregunta del título y el habitual análisis certero de los problemas de la Iglesia, sino ante todo por lo que no se preguntaba. El elefante en la habitación, como dicen los anglosajones.

Intentaré explicarme. A mi juicio, la pregunta importante no es tanto qué vamos a hacer si en el Sínodo de la sinodalidad se aprueba algo contrario a la fe. Más bien, lo que debemos preguntarnos es qué hemos hecho durante varios años en respuesta a declaraciones y documentos vaticanos con graves afirmaciones contrarias a la fe. Porque, desgraciadamente, eso es lo que viene sucediendo desde hace más de una década y todos lo sabemos. De hecho, tanto en este blog como en el del Wanderer se han discutido muchas veces esos errores. Sin embargo, el torbellino informativo tan propio de nuestra época hace que en la práctica nos olvidemos de lo que ha sucedido recientemente ante el asalto constante de nuevos acontecimientos que nos abruman, como, en esta ocasión, el Sínodo de la Sinodalidad.

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1.07.23

Poema sinodal

El Sínodo de la Sinodalidad ha pedido, modestamente, que se escriban versos, romances, sonetos, himnos y panegiricos rimados en honor del propio Sínodo. Digo yo que lo apropiado será hacerle caso.

Aqui tienen una pobre décima al respecto, aunque el fecundo tema da para mucho más y probablemente los lectores puedan añadir sus propias composiciones en los comentarios:

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28.06.23

¿Salvar la democracia?

He visto por ahí en Internet un mensaje que empezaba diciendo “Hermanas y hermanos católicos” y terminaba con un lapidario “Salvar la democracia es salvar a México“. Las disquisiciones intermedias se referían a la oportunidad de votar a un candidato u otro y no nos interesan, pero el principio y el final me parecen dignos de atención, porque son signo de algo muy importante.

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, pero sería más apropiado decir que es el único animal que tropieza una y otra y otra vez en la misma piedra hasta dejarse los tobillos como un acordeón. Uno de estos tropiezos o errores recurrentes de la humanidad es el de confundir la moda del momento con la verdad o el bien absolutos.

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13.06.23

El enemigo de la familia

“Conviene repetir a tiempo y a destiempo que quien ha destruido la familia en el mundo moderno ha sido el capitalismo. Sin duda, podría haberlo hecho el comunismo, si hubiera tenido la oportunidad de hacerlo, fuera del desierto cuasimongol en el que florece actualmente. No obstante, en lo que nos concierne a nosotros, quien ha quebrado los hogares, fomenta los divorcios y trata las viejas virtudes domésticas cada vez con más desprecio es la época y el poder del capitalismo. Ha sido el capitalismo quien ha impuesto una lucha moral y una competencia comercial entre los sexos, quien ha arrancado a los hombres de sus hogares para que busquen trabajo, quien les ha obligado a vivir cerca de sus fábricas o empresas en vez de cerca de sus familias,  y, sobre todo, quien ha fomentado, por motivos comerciales, un desfile de publicidad y de estridentes novedades que, por su propia naturaleza, acarrean la muerte de todo lo que componía la dignidad y la modestia de nuestras madres y nuestros padres. No ha sido el bolchevique, sino el jefe, el publicista, el vendedor y el anunciante quienes, como una horda desenfrenada de bárbaros, han derribado y pisoteado la antigua estatua romana de Verecundia [es decir, de la modestia]”.

G. K. Chesterton, The Well and the Shallows, 1935

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El enemigo está dentro. Tirad sobre nosotros”, transmitieron por radio desde el cuartel de Simancas, en Gijón, al comienzo de la guerra civil. Algo similar deberíamos retransmitir nosotros desde nuestras casas, porque, como señalaba Chesterton con su habitual clarividencia, el enemigo está en ellas. Ni siquiera hemos opuesto una resistencia numantina, como los valientes defensores del cuartel, sino que hemos dejado entrar al enemigo por nuestra propia voluntad.

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