¿Conservador o progresista?

Como nuevo participante en Religión Digital, comprendo la necesidad de responder desde el principio a una pregunta que parece ser fundamental para cuantos por estos parajes se aventuran: ¿Conservador o progresista? ¿Progre o carca?

Me parece una cuestión importante, porque de su respuesta depende probablemente que un nutrido grupo de personas rechace visceralmente todo cuanto en el futuro pueda decir. He observado que esto de ser conservador o progresista termina pareciéndose para muchos a ser del Madrid o del Atleti: pase lo que pase los madridistas animan al Real Madrid y los atléticos a su equipo. A ninguno se le ocurre analizar los jugadores, la técnica, los entrenadores de uno y otro bando y luego decidir quién se merece más ganar el partido para animarle. A fin de cuentas, con el fútbol sólo nos jugamos la quiniela, así que podemos dejarnos llevar a gusto por las emociones.

Sin embargo, en temas de fe, nos jugamos la vida, así que merece la pena pensar detenidamente en el “equipo” a escoger. Es más, al ser una pregunta tan importante, creo que lo mejor será acudir a un experto para que me ayude a responderla. Y como éste es uno de mis primeros artículos en Religión Digital, no pienso reparar en gastos: voy a acudir al mejor, al Señor Jesucristo.

Veamos que dice de sí mismo en el Libro del Apocalipsis: “Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin” (Ap 22,13)

Así pues, si mi Señor es el Alfa, el Primero y el Principio, si con él me ha revelado el Padre la totalidad de su propio ser, si no existe otro nombre bajo el cielo que pueda salvarme… ¿cómo no voy a conservar, contra viento y marea, todo aquello que he recibido y que me viene de él? Para ser cristiano tendré que ser fiel, siempre fiel, al depósito de la fe, a la Escritura y la Tradición que he recibido, a la Iglesia fundada por Cristo.

Pero, por otro lado, si mi Señor es la Omega, es el Último y el Fin, si me ha prometido crear un cielo nuevo y una tierra nueva, si me ha dicho que lo deje todo y le siga… ¿cómo no voy a correr hacia él soltando cualquier lastre que pueda retrasarme? Tendré que dejarme llevar por el Espíritu de Cristo, que nadie sabe de dónde viene ni a dónde va, sin dejar que tradiciones con minúscula, comodidades y respetos humanos me detengan.

En menudo berenjenal estoy metido. Parece ser que, para ser fiel a Cristo, voy a tener que ser el más conservador de los “conservadores” y el más progresista de los “progresistas”. Es lo que tiene acudir a Jesucristo: sus respuestas sobrepasan siempre mis esquemas y van más allá de cuanto yo hubiera podido imaginar.

Pues que así sea. Quiero ser un cristiano enamorado de Cristo, fiel a su Iglesia, profeta ante el mundo y servidor de los pobres. Quiero amar a mis enemigos, poner la otra mejilla, proclamar el Evangelio a quien lo quiera escuchar, sin aburguesarme ni apoltronarme. Quiero ser siempre obediente y siempre libre, ser pobre y enriquecer a muchos, quiero mirar al cielo y dar la vida en la tierra por mis hermanos.

Los lectores sensatos me dirán “es que lo quieres todo y eso no puede ser”. Pues sí, tengo que reconocerlo: lo quiero todo. Y eso que estoy convencido de que es imposible… pero lo que es imposible para los hombres no lo es para Dios. Con Jesucristo es posible, porque él es “el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin”.

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