Signos de la fe (VI): creo porque he estado en Barbastro
Hace dos veranos, volviendo de los Pirineos, pasé con el coche por Barbastro. Si algún lector tiene la ocasión, aconsejo a todos que vayan allí y no se pierdan algo excepcional y que puedo asegurarles que nunca olvidarán: el museo claretiano de los mártires de Barbastro.
En 1936, se encontraba en Barbastro un seminario de misioneros claretianos, formado por 59 sacerdotes, formadores y jóvenes seminaristas. El día 20 de julio, un grupo de milicianos llegó al seminario para hacer un registro. Aunque, como es lógico, no encontraron nada en el registro, decidieron llevarse prisioneros a todos los religiosos y seminaristas. Lo sucedido desde ese momento, parece sacado de las actas de los mártires romanos de los primeros siglos.

Una vía fundamental que puede llevarnos a encontrar a Dios y que, de hecho, ha llevado a encontrar a Dios a filósofos, pensadores y todo tipo de personas en todas las épocas, es, a mi juicio, la vía del asombro ante la riqueza desbordante y sorprendente de lo real.
Hace unos días, el Dalai Lama visitó Alemania y unas diez mil personas, muy pocas de ellas budistas, se reunieron para escucharle en un campo de fútbol. Actualmente está muy de moda afirmar que todas las religiones son lo mismo, que da igual ser budista que cristiano, porque sólo son formas distintas de vivir la espiritualidad. De hecho lo he leído varias veces en distintos blogs de Religión Digital.
Cuando se habla de la fe, siempre se encuentra uno con alguien que cuenta una mala experiencia con los religiosos o las monjas de su colegio o que habla de la inquisición, de las cruzadas o de lo que hizo el cura de su parroquia hace veinte años. Es decir, se suelen percibir como un gran obstáculo para la fe los pecados de la Iglesia o, mejor dicho, los pecados de los miembros de la Iglesia.
Como el último artículo sobre este tema fue, más bien, de tipo filosófico-teológico, hoy quiero darle un enfoque más personal y experiencial. Llevo casado algo más de dos años y medio. Tengo dos hijos pequeños. Cecilia tiene un año y ocho meses y Esteban tres semanas.



