Una anécdota sobre San Judas
Hoy se celebra la festividad de San Simón y San Judas, apóstoles. Se les conmemora el mismo día porque murieron juntos como mártires, en la lejana Persia. Las tradiciones cuentan que, cuando iban a ser ejecutados, Judas dijo a Simón que estaba viendo al Señor que los llamaba para que fueran al cielo. A San Simón se lo suele representar con una sierra, porque lo cortaron en dos, mientras que a San Judas Tadeo le cortaron la cabeza o lo mataron a golpes, según las tradiciones, de modo que se le representa con un hacha o con un garrote, además del libro o rollo referente a la carta de San Judas de la Biblia. Sus reliquias se encuentran actualmente en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
Creo que es un buen día para a recordar una pequeña anécdota personal sobre San Judas.


La verdad es que, si no fuera por la gravedad del cisma, la herejía y todo eso, daría gracias a Dios todas las semanas por el anglicanismo. Yo diría que, entre los innumerables grupos engendrados por las obsesiones de Lutero, es la confesión más curiosa y que mayor entretenimiento me ha proporcionado durante años.
El domingo pasado, después de la misa, mientras explicaba a mis hijos el significado de las curiosas bolitas colocadas en forma de cruz en el cirio pascual (que, en otros países, tienen forma de clavos), yo mismo me quedé asombrado de lo que les estaba contando. Como sabrán los lectores, las bolitas son una mezcla de cera y de incienso y, cuando el sacerdote las clava en el cirio, al comienzo de la Vigilia Pascual, dice: Por sus santas llagas gloriosas, nos proteja y nos guarde Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Hace muchos años, viajé a Loretto con ocasión de un encuentro de jóvenes con el Papa Juan Pablo II que se celebró allí. Al visitar la basílica, me impresionó mucho un mosaico con una escena de la vida de Cristo que nunca había visto antes: la aparición de Cristo resucitado a Nuestra Señora, en la mañana de Pascua.









