He leído, en sendos blogs americanos, dos noticias que me han llamado la atención de forma especial. Parece ser que el Presidente de Bolivia, Evo Morales, afirma que es católico. Hace unos días, como tal, fue a la Misa dominical y comulgó en ella. Eso sí, a la salida del templo, unos minutos más tarde, no tuvo reparo en afirmar que el también creía y rendía culto a la Pacha Mama. Más de una vez ha participado públicamente en ceremonias de “sacerdotes” aimaras en honor de la Madre Tierra y el Padre Sol. Después de este tipo de declaraciones, ¿es de extrañar que la nueva constitución boliviana haya sido rechazada unánimemente por los obispos bolivianos por abrir la puerta al aborto y a las uniones del mismo sexo, reducir la libertad de los padres u olvidar totalmente el papel del catolicismo en la historia boliviana?
Algo más al norte, en los Estados Unidos, cuenta un blog que el vicepresidente norteamericano, Biden, que también afirma ser católico, fue aplaudido por todos los asistentes a una misa dominical, que le homenajearon puestos en pie. Si ésta es la reacción de los católicos, ¿es de extrañar que Biden no vea ninguna contradicción entre su condición de católico y el hecho de que su administración esté dando vía libre al aborto en todos los ámbitos desde el primer día? ¿O entre ser católico y haber votado a favor de una ley que establecía que, si un niño sobrevivía a un aborto, había que matarlo?
No podemos entrar en sus corazones, que sólo Dios ve. Sin embargo, no me cabe duda de que estas formas de actuar son propias de católicos de cafetería, católicos light, católicos políticamente correctos o católicos sólo de nombre, como prefieran.
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