InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Moral

3.06.09

Se suicidaron por la muerte de su hijo

He leído una noticia trágica, que me ha hecho pensar bastante. Un matrimonio en Inglaterra, tras perder a su hijo pequeño por una meningitis, se ha tirado por un acantilado. Él llevaba en su mochila el cadáver del niño y ella sus osos de peluche. No fue el impulso de un momento, porque tuvieron que recorrer más de 300 kilómetros en tren, con el cadáver del niño, para llegar hasta el acantilado por el que se arrojaron. No quiero ni pensar en ese horrible viaje de varias horas hasta su destino.

Que Dios tenga misericordia de ellos. El Catecismo dice que el suicidio es “contrario al amor del Dios vivo” y, por tanto, es algo gravísimo. Sin embargo, dice también que: “Trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida. […] No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos que Él solo conoce la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida”. Recemos, pues, por ellos.

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25.05.09

Sobre el adulterio

Cristhian me enviado estas reflexiones suyas sobre el adulterio y los cristianos y me ha parecido interesante reproducirlas.

Curiosamente, apenas se habla del adulterio, es un tema tabú. En las iglesias no se oye nunca esa palabra, excepto en boca de Cristo en el Evangelio. Yo creo que se debe a dos razones. En primer lugar, a un (equivocado) sentido de la buena educación. Resulta de mal gusto meterse en la vida de las parejas, parece una grosería y los sacerdotes lo evitan en sus homilías y catequesis. En segundo lugar, muchos católicos, incluyendo algunos sacerdotes, han perdido el sentido de la indisolubilidad del matrimonio cristiano y creen que es algo imposible en la práctica.

El cristiano tiene que tener claro, en mi opinión, que toda vocación cristiana, incluido el matrimonio, es un combate. Vivir como Dios quiere no es fácil. Estamos llamados a dar la vida, como Cristo, y a ser para el mundo un signo que les permita creer.

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12.05.09

¿El verdadero cristiano es un anarquista?

Remota itaque iustitia quid sunt regna nisi magna latrocinia?
De Civitate Dei. San Agustín de Hipona

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Quaestio quodlibetalis XIV. El artículo del otro día, titulado “Escándalo en Sevilla”, estaba dedicado al tema del perdón, plasmado en la conducta cristiana de los padres sevillanos que han perdonado a los asesinos de su hijo. En los comentarios, surgió una cuestión, planteada por Winston Smith, que me pareció especialmente importante: ¿Una sociedad compuesta por cristianos debería abolir todo tipo de castigos, penas y cárceles? ¿Cómo se conjuga el perdón cristiano y la justicia del Estado?:

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11.05.09

El Gran Torino

“I tried to save the Shire, and it has been saved, but not for me. It must often be so, Sam, when things are in danger: some one has to give them up, lose them, so that others may keep them.”
The Lord of the Rings. J. R. R. Tolkien

Casi siempre que he seguido un consejo sobre ir al cine a ver una película, me he arrepentido. En gran medida, los gustos son personales e intransferibles, así que es fácil no coincidir en ellos. Sin embargo, como ayer recibí un consejo de este tipo y me alegré de haberlo seguido, se lo transmito: si no lo han hecho ya, vayan a ver El Gran Torino, de Clint Eastwood.

Fui a ver la película a un cine del centro de Madrid, con una pantalla minúscula. Además, quizá porque uno de nosotros era un sacerdote y vestía de tal, nos dieron los peores asientos de todo el cine. Sólo les diré que había que imitar a un contorsionista de circo para evitar padecer el síndrome de la clase turista. Sin embargo, a pesar de estas condiciones poco favorables, disfruté de la película. Hacía mucho tiempo que no veía una película en la que los espectadores, al terminar, se quedasen sentados en silencio más de cinco minutos, sin que nadie se moviese, pensando en lo que había pasado.

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9.05.09

Una vela a Dios y otra al diablo

Me encanta, a la vez que me estremece, el refrán español que compara algo con “poner una vela a Dios y otra al diablo”. El refranero tiene una capacidad sorprendente de trasladar ideas abstractas y doctrinas a imágenes sencillas y de fácil comprensión. En vez de hablar de la coherencia de vida, el compromiso o el discernimiento, habla de poner velas, algo que todos hemos hecho o hemos visto alguna vez. En este caso, la imagen es durísima, porque poner una vela al diablo es algo que una persona normal no puede imaginar sin estremecerse.

La idea que hay detrás del refrán, como sucede muchas veces, no es original del refranero, sino que es la traducción popular de una frase del Evangelio: No podéis servir a Dios y al dinero. Es una de esas frases que, una vez dichas, resonarán hasta el final de los tiempos y que tienen la fuerza de una espada de doble filo para cortar en dos nuestra hipocresía, mostrando así la contradicción entre nuestros actos y nuestra supuesta fe cuando van por caminos distintos. Es una frase que deberíamos escribir en el umbral de nuestras puertas, en nuestras mesas de trabajo y en nuestras tarjetas de crédito.

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