Algunos principios ¿irrenunciables? de la arquitectura católica
Tras la interesante discusión en el artículo anterior sobre la iglesia diseñada por Rafael Moneo para San Sebastián, he ido recopilando algunos principios que creo que deberían ser esenciales a la hora de construir una iglesia. Seguro que los lectores pueden sugerir algunos principios más o matizar o criticar éstos.
Como decía un comentarista, no soy ningún experto en arquitectura y supongo que la mayoría de los comentaristas tampoco lo serán. Sin embargo, no creo que eso tenga nada que ver con este asunto. Necesito un arquitecto para calcular la profundidad que tienen que tener los cimientos de mi casa, pero no para decirme si quiero que la casa tenga dos pisos o uno solo, si me gustan las ventanas grandes o pequeñas o si deseo que la fachada sea amarilla o blanca.
Precisamente, lo más importante de estos principios está en resaltar que la construcción de una iglesia no es un problema únicamente arquitectónico. Ni siquiera principalmente arquitectónico, en el sentido técnico del término. La construcción de una iglesia está destinada a lo que va a suceder dentro de ella y todo debe estar dirigido a ese Misterio e inspirado por él.

Cuando Moneo diseñó la Catedral de la diócesis de Los Ángeles, por no echarme a llorar, intenté ver el lado bueno del asunto. Pensé: “Al menos, tras ver este engendro, ya nadie más le encargará iglesias a este arquitecto. Cara nos ha salido la vacuna, a doscientos millones de dólares, pero sin duda es eficaz, porque después esta monstruosidad el nombre de Moneo irá a formar parte de la lista negra de arquitectos que incluye al diseñador de los cimientos de la Torre de Pisa, al arquitecto de Chernobyl y al que le prometió al faraón Keops que en un par de meses estaba terminada la pirámide”.
Los españoles e hispanoamericanos, normalmente, conocemos muy poco del anglicanismo. Quizá por eso nos cuesta más comprender la relevancia y a la vez las dificultades que implica la iniciativa de Benedicto XVI para permitir la unión con la Iglesia de los grupos de anglicanos que lo deseen.
Varios lectores me han pedido, de nuevo, que comente la última









