Familias en misión, respuesta a algunas objeciones
En varias ocasiones, se han publicado en este blog relatos de familias en misión del Camino Neocatecumenal. Se trataba de relatos impactantes, escritos por algún miembro de dichas familias, que habían dejado todo para anunciar el Evangelio en el país del mundo al que fuesen enviadas.
Además de los comentarios de ánimo, también hubo en alguna ocasión críticas a la misma práctica de enviar a estas familias. Como es lógico, un testimonio personal no era el ámbito adecuado para discutir teóricamente sobre esta práctica del Camino Neocatecumenal, así que prometí que ya discutiríamos sobre el tema en otra ocasión. Y esa ocasión ya ha llegado. Discutamos, pues.
Las críticas fundamentales eran, si mal no recuerdo, las siguientes:
1) La llamada de Dios siempre es personal, no comunitaria
2) No se pueden imponer a los hijos actividades supererogatorias
3) Es algo que no corresponde a laicos y equivale a imponer a los hijos un estado de vida similar al religioso
4) Es algo contrario a la práctica o a la Tradición de la Iglesia




Hace años, visité Roma justo cuando estaba siendo restaurada la Capilla Sixtina. En aquel momento, una mitad del techo estaba restaurada y la otra mitad seguía sin restaurar, con lo cual se podían apreciar muy bien las diferencias. Francamente, sin querer menospreciar la labor de los restauradores, era mucho más bonita la parte sin restaurar. Los años le habían proporcionado una pátina de antigüedad que hacía más sutiles los colores (en lugar de los chillones naranjas y azules de la restauración), fundía unas figuras con otras y, en general, otorgaba una cierta profundidad al conjunto.



