InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Signos de esperanza

23.05.12

Incluso si has abortado, sigues siendo una Madre

Katrina FernándezUna conocida bloguera norteamericana, autora del blog The Crescat, me ha hecho llorar. Su blog es difícil de clasificar, siempre interesante y siempre muy personal.

Hoy me ha conmovido profundamente. Katrina ha compartido con sus lectores un secreto que había guardado durante mucho tiempo: el aborto provocado de dos de sus hijos hace quince años. El pecado y el sufrimiento desgarrador, unidos al ungüento sanador de la gracia y a una misión ante el mundo forman una mezcla potentísima, que ha hecho que me deshiciera en lágrimas.

Me ha parecido una buena idea traducir para el blog algunos de los párrafos de su post, aunque recomiendo el original para los que hablen inglés.

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25.02.12

Miércoles de ceniza: el desaparecido arte de morir

The-GuardianUn amable lector me ha avisado de un curioso artículo aparecido en el periódico británico The Guardian. Me ha parecido tan interesante que lo he traducido para el blog. Curiosamente, trata el mismo tema del que hablé hace tiempo en un post… y llega a unas conclusiones similares a las mías, pero desde un punto de vista secular: el valor de la visión cristiana de la muerte frente al escapismo de la cultura moderna.

Para entender bien el valor de estas reflexiones hay que saber que The Guardian es un periódico de izquierdas, generalmente muy crítico con el cristianismo en general y especialmente con la Iglesia Católica en particular. El hecho de que un periódico así publique un editorial como éste supone que hay cuestiones en las que va quedando claro, a pesar de las ideologías y del pensamiento débil de nuestra época, que el único camino moral y existencial viable a largo plazo es el que marca la Iglesia. Quizá estemos acercándonos ya a la sociedad post-postcristiana.

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11.02.12

Otra historia de Setteville

sacerdoteQuizá recuerden los lectores la entrañable historia de la parroquia de Setteville, en los suburbios de Roma, que contamos en este blog en el post Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Hoy, Óscar me envía otro relato de aquella pequeña parroquia, la historia de su suegro: hijo de familia humilde, reparador de antenas, doctor en Matemáticas, padre de familia, abuelo, viudo y, finalmente, sacerdote. También reaparece en la historia nuestro viejo conocido de Setteville: el sacerdote Don Gino.

Es fantástico pensar que cada pequeña parroquia, de las incontables que existen en la Iglesia Católica, tendrá sus historias como éstas, cuajadas de milagros y de la gracia de Dios. Qué grande es Dios y qué maravillosas son sus obras.

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29.10.11

Ante la muerte inminente

Coche saltandoEsta noche he tenido un sueño curioso. No recuerdo el principio, pero, en cierto momento, iba en coche por el carril derecho de una autopista de cuatro o cinco carriles, con tráfico abundante. No conducía yo, así que imagínense el susto cuando, repentinamente, el coche giró bruscamente a la izquierda para dirigirse al otro extremo, sin preocuparse por los demás vehículos. Quizá explique la maniobra el hecho de que no guiaba el coche un conductor, sino una conductora.

Sea como fuere, el problema no estaba simplemente en el peligro de chocar con otro coche, sino en que la conductora no se había dado cuenta de que, en ese punto de la autopista, comenzaba un túnel en los carriles centrales y estos se encontraban ya a un nivel muy inferior a los carriles laterales. Al girar bruscamente hacia la izquierda, saltamos por encima de la separación y el coche se precipitó al vacío y a una muerte segura… de no ser porque, un instante antes de estrellarnos, uno de mis hijos mojó su cama y me despertó con sus lloros. Benditos niños.

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2.07.11

La verdadera Cenicienta

Santa GermanaSomos una generación marcada por muchas cosas y no siempre para bien. Por ejemplo, en nuestra imaginación han quedado grabadas indeleblemente las películas clásicas de Disney, ya se trate de Bambi, Blancanieves o la Cenicienta. Es decir, una versión simpática pero tirando a edulcorada y tontorrona de los cuentos tradicionales (que eran bastante más recios; por ejemplo, el cuento de la Cenicienta, en el pueblo de mis abuelos, se llamaba tradicionalmente el Cuento de la Puerca Cenizosa).

Marcados por esos estereotipos tan blandengües, quizá podríamos pensar que la realidad, sin música de fondo, heroínas guapísimas ni zapatos de cristal, es mucho más sosa y aburrida, pero de hecho sucede lo contrario. La realidad, sin edulcoramientos pastelosos, a menudo es mucho más asombrosa y fascinante que las historias más sofisticadas de la factoría Disney. Para demostrarlo, les contaré hoy una historia real, la de la verdadera Cenicienta, que a mi juicio es mucho más interesante y romántica que el cuento.

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