Anunciar explícitamente a Jesucristo

Un texto verdaderamente estupendo, escrito por un obispo mejicano, Monseñor Rafael Sandoval. No había oído hablar de él, pero, al leerlo, se ve que su autor es un verdadero sucesor de los Apóstoles y un evangelizador incansable, al estilo de San Pablo.

Al poner en negrita las frases más importantes, como hago siempre, me he quedado con ganas de subrayarlo absolutamente todo, porque no tiene desperdicio.

Anunciar explícitamente a Jesucristo como único camino de salvación para todos los hombres es la misión fundamental de la Iglesia y de todos sus miembros, no podemos renunciar a ella. Callarse sería una vergüenza, tenemos que estar “orgullosos de Jesucristo".

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1. ALGUNAS REALIDADES QUE ADVIERTO

Muchos católicos se están alejando hacia otras religiones, en particular a confesiones y sectas protestantes. Tal problema no es tan simple. Pero algunos de ellos dicen que, hasta que se cambiaron, encontraron a Jesucristo. De hecho, los hermanos separados empiezan con la predicación sencilla: “Acepta a Jesucristo como tu Salvador personal, y serás salvo". Esto también lo oímos decir a quienes se adhieren a movimientos como la renovación en el Espíritu Santo. Encontrarse con Cristo, cambia sus vidas.

Yo mismo, cuando voy a las comunidades, insisto mucho en el Kerigma. Anuncio explícitamente a Jesucristo como único Salvador. Veo que el pueblo tiene hambre de conocerlo y seguirlo. Me pregunto pues: ¿Por qué no saciamos esa hambre? ¿Por qué callar su Nombre y su Persona?

¿Por qué no darle a Jesucristo el lugar que le corresponde? ¿Por qué no poner siempre la Eucaristía como centro de toda reunión? ¿Por qué callar el Kerigma? Es verdad que en las culturas ya están las “Semillas del Verbo", pero ¿Por qué quedarnos sólo en ellas sin anunciar que la plenitud de la Revelación está en Cristo?

2. ILUMINACIÓN

Ciertamente que el testimonio de vida es fundamental, pero se requiere “el anuncio explícito, adaptado a las diversas circunstancias y constantemente actualizado” (Ev Nuntiandi 29). Hace falta anunciar que Cristo es el camino, la verdad, la vida; que Él es Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero…". Aunque no falte quien diga que eso de “Dios de Dios…” es incomprensible para la gente, yo noto que los sencillos lo entienden muy bien.

¿No será esto una imposición o violencia contra la libertad religiosa? ¿Para qué anunciar el Evangelio si lo que salva es la rectitud de corazón? ¿No bastan las “Semillas del Verbo” esparcidas por el mismo Señor? ¿Para qué evangelizar a los indígenas, cuando ellos viven mejor que nosotros?

Son frases que se escuchan hoy por doquier. Es verdad que toda imposición es una violencia a la conciencia de los otros. Pero proponer la verdad evangélica y la salvación que ofrece Jesucristo, y hacerlo con respeto y sin coacción, lejos de ser un atentado contra la libertad religiosa, es un homenaje a esta libertad, a la cual se ofrece la elección de camino que incluso los no creyentes juzgan noble y exaltante. Es un derecho y un deber en todo evangelizador proponer la verdad de Cristo; y es un derecho de todos el recibir el anuncio de la Buena Nueva de salvación que es el mismo Cristo. Jesucristo se identifica con el Reino, y callarlo sería una vergüenza.

El Apóstol Juan dice: “Todo aquél que reconoce a Jesucristo, Palabra de Dios, hecha hombre, es de Dios. Todo aquél que no reconoce a Jesús, no es de Dios, sino que su espíritu es del anticristo…. ¿Quién es el que vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios… Dios nos ha dado la vida eterna y esa vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo, no tiene la vida” (1 Jn 5, 5.11-12).

Los Apóstoles dicen convencidos: “Él es la piedra angular. No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos… No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hechos 4, 11-12. 20). “No cesaban de enseñar y anunciar la Buena Nueva de Cristo Jesús cada día en el Templo y por todas las casas” (Hechos 5, 42).

[…]

Los papas han insistido mucho en esto. Basta por ahora recordar lo que nos dijo Benedicto XVI, al inicio de su pontificado: “¡No teman! ¡Abran, más todavía, abran de par en par las puertas a Cristo!…quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada -absolutamente nada- de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera… ¡No tengan miedo de Cristo! Él no quita nada y lo da todo. Quien se da a Él, recibe el ciento por uno. Sí, abran, abran de par en par las puertas a Cristo y encontrarán la verdadera vida“.

[…]

3. ¿QUÉ HACER?

Primeramente estar enamorados de Cristo. Un enamorado no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él salva. Sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro (Aparecida 146 y 147). Lo primero es vivir por Él, con Él y en Él, pues “No todo el que dice Señor, Señor, sino el que hace la voluntad del Padre". Seguirlo es ir con Él, apostar por Él y vivir como Él. Es vivir “conmigo, contento, trabajando". Ningún elemento puede faltar. Los peligros son: “vivir contentos, trabajando, pero sin Él", “vivir con Él, trabajando, pero sin alegría", o “vivir con Él, contentos, pero sin trabajar".

No nos hicimos cristianos para servir a los pobres, sino por el Señor, al que, luego, encontraremos en los pobres. Si no existe este fundamento en el corazón, todo se desbaratará muy pronto.

No caer en lo que algunas sectas hacen: piensan que los símbolos, mitos y ritos indígenas están llenos de supersticiones y de ignorancia. Decir esto es no conocer la fe de nuestros pueblos y condenarlos a priori. Es no conocer y apreciar su espiritualidad profunda. Lo que no se conoce se rechaza. Hay que descubrir a Cristo en las culturas, anunciarlo explícitamente, ayudar a madurar la fe cristiana y purificar lo que no es conforme al Evangelio. El Evangelio es el criterio válido y definitivo de discernimiento, fuente de vida para nuestros pueblos. Hay que participar en los ritos, mitos y símbolos indígenas, y tratar de comprender su significado real de lo que hacen y piensan. Hay que respetar su manera de acceder a Cristo, sus formas de asumir y expresar su mensaje. Pero también hay que presentarles a Jesucristo vivo, al Espíritu y a María. Ellos no lo rechazan, sino que lo aceptan con gozo y como fuente de liberación. Cuando los indígenas descubren la Eucaristía, le dan grande valor. Ellos le tienen mucho respeto y lo tratan con mucha delicadeza.

Anunciar el encuentro con Cristo no es espiritualismo alienante ni enajenación de los sufrimientos del pueblo. Todo lo contrario. Cuando alguien descubre a Jesús, sea de la cultura que sea, no puede menos que poner todo su empeño en que otros lo conozcan y, con la luz y la fortaleza de su Espíritu, hace cuanto está de su parte para que la realidad se transforme, como Él lo hizo: “Los seguidores de Jesús deben dejarse guiar constantemente por el Espíritu, y hacer propia la pasión por el Padre y el Reino: anunciar la Buena Nueva a los pobres, curar a los enfermos, consolar a los tristes, liberar a los cautivos y anunciar a todos el año de gracia del Señor” (Aparecida, 152).
Anunciar a Cristo no empobrece a las culturas, al contrario, las enriquece.

4. CRISTO NECESITA DE LOS JÓVENES

Hoy vivimos en una batalla de la muerte contra la vida. La vida está amenazada por fuerzas hostiles. La familia está siendo atacada, y los niños son los más frágiles. Cristo necesita a los jóvenes para que anuncien la vida. Por eso digan “Sí” a la vida. La lucha es larga y seguirá. Pongan, como dijo Juan Pablo II, su entusiasmo y sus talentos al servicio de la vida. No teman anunciar a Cristo.

La generación de jóvenes tiene que sentir el llamado urgente para la tarea “¡Ay de mí si no evangelizare!". La Iglesia necesita de sus energías juveniles para hacer que el Evangelio de la vida penetre en las estructuras de la sociedad. No teman anunciarlo en las calles y lugares públicos. No es momento de avergonzarse del Evangelio. Es momento de estar orgullosos de Jesucristo, y predicarlo desde las azoteas; de salir a caminos para invitar al Banquete que Dios ha preparado para su Pueblo.

El Evangelio, que es el mismo Cristo, no es para estar oculto; tiene que ser colocado en una tribuna para que el pueblo alabe al Padre. Llamen, pues, a las puertas para que compartan la libertad. La gente ansía la libertad, la luz y la vida que Cristo nos trajo en abundancia.

Que la Virgen de Guadalupe y el Santo Juan Diego nos ayuden para servir a nuestros pueblos. Con mi afecto y bendición

+Rafael Sandoval Sandoval M.N.M:

Obispo de Tarahumara

9 comentarios

  
Luis Fernando
Obispos así son los que necesita la Iglesia.
25/02/08 2:42 PM
  
estrellita_castro
Suspiros de España y olé !

http://genjuanpa.blogspot.com/
25/02/08 3:32 PM
  
Camino
Esto sí que es hablar claro y para el pueblo cristiano. El Señor cuida de su Iglesia. ¡Hasta tendrá seminaristas católicos dispuestos a venir a la Madre Patria a predicar con sencillez y amor a Jesucristo y su Reino!
25/02/08 3:56 PM
  
Jaume
Así se tiene que hacer, pero seguro que se echa para atrás en cuanto le llamen talibán. Ojalá que no.
25/02/08 4:08 PM
  
Juan Antonio
Este texto es para compensar el del otro día de Casaldáliga, ¿no?

Hay un párrafo que no se entiende bien. El que empieza en "No caer en lo que algunas sectas hacen". ¿A qué se refiere exactamente?
25/02/08 7:28 PM
  
Bruno
JA:

A mí también me extrañó ese párrafo, hasta que me di cuenta de que no está hablando del paganismo indígena, sino de la religiosidad popular cristiana de los indígenas. Como si aquí habláramos de las procesiones de la Semana Santa sevillana o del Rocío. Por eso habla de que no hay que despreciar, pero sí purificar o discernir lo que es bueno y lo que no.

De Casaldáliga no he leído más que el poema ese del otro día, pero, si es representativo de lo que suele decir, tengo muy claro qué obispo predica el Evangelio y cuál se limita a predicar la ideología de moda.

Saludos.
25/02/08 11:46 PM
  
Mª del Pilar
Muy clarito todo. Y subrayo: "No nos hicimos cristianos para servir a los pobres, sino al Señor, al que, luego, encontraremos en los pobres".
26/02/08 5:10 PM
  
David
Tiempos difíciles pero esperanzadores vivimos hoy en la Iglesia. Sin caer en imposiciones, hemos de proponer con valentía el mensaje. Cristo es el mismo mensaje. Hacerlo con convicción y con la palabra es necesario, aunque esto traiga persecusión.
La diferencia con las sectas consiste en que éstas se quieren imponer; en cambio el catolisismo respeta, pero no calla.
Felicito al Obispo, pues se ve que habla desde la realidad que vive. El mismo Cristo sea su fuerza y su paz.
27/02/08 7:23 AM
  
jose de maria
Dios bendiga a D. Rafael Sandoval, en Mexico tenemos a la Virgen de Guadalupe que su manto es todo un codice, que explica a los nativos que ella es la madre del Dios verdadero, por eso tiene en el vientre una flor de cuatro petalos y es la mujer envuelta en el sol, apocalipsis capitulo 12
29/02/08 8:10 PM

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