Polémicas matrimoniales (XXXIV): el cardenal Maradiaga
Hoy, al leer la intervención del cardenal Maradiaga en el Sínodo, pronunciada como homilía en el rezo de la hora tercia, me he acordado de un viejo chiste. Un camarero pregunta al cliente: “¿Qué le ha parecido la sopa? ¿Estaba bien de sal?” El cliente, enfurecido, responde: “¡Esto es intolerable! Había dos cucarachas flotando en ella”. Y el camarero, impertérrito, replica: “Pero de sal estaba bien, ¿verdad?”
Entre las frases piadosas y alusiones al Evangelio de su discurso, el cardenal introduce este consejo asombroso: “TENGAN UN MISMO SENTIR: Todos buscamos la unanimidad que viene del diálogo, no de las ideas defendidas a ultranza. San Pablo nos recuerda: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo” (Flp. 2, 5)".

Desde que se hizo pública la lista de participantes en el Sínodo de la Familia de este año, me he encontrado con muchos católicos que se extrañan de que participen en el Sínodo bastantes obispos que han negado abiertamente la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio, la familia y la sexualidad humana, como
Chesterton afirmó en cierta ocasión que un niño de diez años se asombrará si le decimos que se abrió una puerta y apareció un dragón. En cambio, un niño de dos años se asombrará si simplemente le decimos que se abrió una puerta. Al pensar en esas palabras de Chesterton, siempre me ha parecido que el más listo era, indudablemente, el niño menor, porque una puerta es algo mucho más asombroso que un dragón.
En la sesión extraordinaria del Sínodo de la Familia el año pasado, el representante de la Conferencia Episcopal Belga fue Mons. André Joseph Leonard, arzobispo de Bruselas y considerado un defensor acérrimo de la doctrina y la moral católicas.
No suelo leer a Monseñor Santiago Agrelo, arzobispo (español) de Tánger, porque en ocasiones me entristece lo que dice, pero creo que conviene hacerlo, porque es uno de los dos obispos elegidos por la Conferencia Episcopal del Norte de África para participar en el Sínodo sobre la Familia. La primera opción de los obispos norteafricanos es









