La Croix, otra vez
Hace mes y medio, tras el referéndum irlandés favorable al aborto, informamos de que el famoso periódico católico francés La Croix había publicado un editorial elogiando la decisión de los irlandeses. En él se repetían prácticamente todos los argumentos en pro del aborto: la “urgencia de salud pública” producida por las mujeres que morían al acudir al aborto clandestino, lo “digno y pluralista” que había sido el diálogo sobre un tema que debería ser innegociable, el “respeto” por su resultado y la distinción entre una “vida que ya existe” y otra que solo está “en desarrollo”.
Quizá lo más significativo fue el silencio de la Conferencia Episcopal Francesa (excepto algún obispo individual) y el de la orden religiosa a la que pertenece el diario, los agustinos de la Asunción. ¿Les pilló desprevenidos y no supieron cómo reaccionar? ¿Fue un error puntual que ya se ha corregido y no se volverá a repetir? Parece que no, porque, después de la votación en la Argentina, La Croix volvió a publicar un artículo favorable al aborto. De nuevo, con la queja solitaria del mismo obispo, Mons. Bernard Guinoux, en su cuenta de Twitter.

Hacía mucho tiempo que no se hablaba tanto del discernimiento como ahora. Y es bueno que así sea, porque el discernimiento es fundamental para un cristiano. Examinadlo todo y quedaos con lo bueno, aconsejaba San Pablo. Discernir viene de cernir o cerner, una palabra que muchos ya no conocen y que significa separar con el cedazo la harina del salvado. Es decir, quedarse con lo sustancial, lo que vale, lo que alimenta; con el grano y no con la paja. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan, y vuestro salario en lo que no sacia?, clamaba Isaías. Escuchadme con atención, comed lo que es bueno, y vuestra alma disfrutará en la abundancia.
A veces, cuando uno lee la noticia del último disparate eclesial, se asombra y piensa: ¿Cómo ha podido suceder esto? ¿Por qué nadie lo impide? ¿Están ciegos? Y al cabo de un par de horas o un par de días el escándalo se olvida, hasta que llega la noticia de un nuevo disparate eclesial y uno se indigna de nuevo y se pregunta otra vez el porqué.



