Mezclemos
Hace años, cuando era catequista en la parroquia de un pequeño pueblo cercano a Madrid, el párroco decidió invitar a todos los catequistas a pasar el día en Guadalupe, como celebración del final de la catequesis de ese curso.
Quienes conozcan Guadalupe podrán imaginar que fue un día bonito, de convivencia, visita del monasterio, paseos, etc. Me llamó la atención, sin embargo, que en toda la programación del día no se había previsto un tiempo para que pudiéramos celebrar la Eucaristía juntos, a pesar de que íbamos con el párroco. Le pregunté al párroco y se me quedó muy grabada su respuesta: “Ahora estamos de vacaciones. No hay que mezclar las cosas”.