Más crítica, por favor
Nuestra época se siente orgullosa de ser la más “crítica de la historia”, de haber alcanzado la mayoría de edad del pensamiento, que ya no admite fábulas teológico-religiosas, ni argumentos de autoridad, ni tampoco tradiciones que lastren la libre investigación. Sin embargo, en mi opinión, el problema principal de esta época es que no es lo suficientemente crítica con las ideas aceptadas en ella. Difícilmente se encontraría un momento histórico en el que se haya aceptado más acríticamente el pensamiento dominante.
¿Por qué digo esto? Porque tengo la impresión de que nadie se molesta en analizar de verdad la realidad cotidiana. A nuestro alrededor suceden multitud de cosas sorprendentes y extrañas que, simplemente, se ignoran.
Los que se interesen por la ciencia sabrán que el pensamiento científico avanza siempre gracias a las excepciones, a los casos difíciles, a los hechos que no se entienden y necesitan una explicación. Esto no es una característica especial de la ciencia: el conocimiento humano en general avanza al intentar comprender hechos que no se explican adecuadamente mediante lo que ya sabemos. Si se renuncia a explicar estos hechos sorprendentes, el conocimiento no puede avanzar.