24.12.08

Sucedió en aquellos días (villancico)

Mi mujer y yo tenemos, desde hace años, la costumbre de componer villancicos que luego cantamos en Navidad. Nos ha llevado a ello la insatisfacción con tantos villancicos que se escuchan en la televisión y por las calles y que no tienen el más mínimo contenido cristiano.

Este villancico que les ofrezco hoy, lo compusimos en una época en la que una serie de desgracias se habían ido produciendo en nuestra familia, de forma inesperada y una detrás de otra. En ese contexto, meditar sobre el nacimiento de Cristo fue, para mí, un gran consuelo.

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21.12.08

Bendición del belén en familia

La colocación del nacimiento en los hogares es una de esas preciosas tradiciones de las que podemos disfrutar gracias a haber nacido en un país cristiano. Con los belenes navideños, los niños pueden familiarizarse con la historia de la infancia de Jesús, contemplándola y fijándola en sus mentes para toda la vida (además de divertirse mucho colocando las figuras, que también es algo bueno). En mi opinión, la costumbre de colocar nacimientos en las casas es, dentro de su sencillez, una de las cosas que han impedido hasta ahora que la Navidad se convierta en algo únicamente comercial o en unas simples “fiestas de invierno”.

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20.12.08

Eutanasia para no creyentes (II)

Quaestio Quodlibetalis 14 (segunda parte). En el artículo anterior sobre el tema, dimos un primer paso para contestar a la pregunta: para los no creyentes, ¿quién es el titular de la vida humana? Parece que la respuesta inmediata es que cada uno puede hacer con su vida lo que quiera, siempre que no perjudique a los demás.

Sin embargo, yo cite una decena de ejemplos en los que, de hecho, nuestra sociedad y las demás consideran que esa libertad no es absoluta. Ante esos ejemplos, un lector, Kepa, ha planteado las siguientes objeciones:

Los ejemplos que planteas son espinosos, casos límites, pero en modo alguno tan evidentes como se pretenden. Voy uno a uno, y por si hace falta aclararlo soy liberal y no creo en el poder de la comunidad sobre los individuos, más allá de la defensa de terceras personas:

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19.12.08

Eutanasia para no creyentes (I)

Quaestio Quodlibetalis 14. Los artículos que se escriben son como botellas con mensaje lanzadas por un náufrago. Uno nunca sabe dónde irán a parar o quién los leerá. En ocasiones, un artículo recibe comentarios meses o incluso años después de su publicación. Confieso que, cuando eso sucede, siento una gran alegría, al pensar que lo que he escrito sigue despertando el interés de personas que no conozco y, probablemente, nunca conoceré.

El otro día, recibí un par de comentarios en un artículo escrito hace nueve meses, sobre el suicidio asistido o la eutanasia. Los comentarios, firmados por Sueiro, defendían el suicidio asistido o la eutanasia, primero desde un punto de vista bíblico y, después, para los no creyentes:

¿podría usted precisar quién es el titular de la vida humana para alguien que no sea creyente?

Esta pregunta plantea un tema esencial, porque, nosotros los cristianos, al hablar de la eutanasia, solemos alegar inmediatamente que la vida es de Dios y no nuestra. Sin embargo, las normas morales tienen que ser universales y, si la eutanasia es rechazable, lo tiene que ser para todos los hombres, también para los que no creen en Dios. Puede que los cristianos lo vean con más facilidad, pero debe ser posible argumentar desde la razón humana y la naturaleza del hombre, desde lo que es bueno, justo y adecuado, desde lo que le lleva a la felicidad.

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18.12.08

Creo en la resurrección de la carne

Como los comentarios de ánimo para Yolanda de muchos lectores se han acumulado en el post anterior, he pensado que es mejor trasladarlos a un post propio.

En el Camino Neocatecumenal, en los funerales o entierros se tiene la costumbre de cantar el canto que incluyo más abajo, titulado Resucitó. No sé si lo conocerán los lectores.

Este canto, que es un canto de Pascua de Resurrección, escandaliza a veces un poco a la gente, porque los aleluyas les parecen fuera de lugar en una ocasión dolorosa. Sin embargo, los cristianos sufrimos como los demás cuando muere un ser querido, pero no sufrimos sin esperanza, porque tenemos ante nuestros ojos la Resurrección de Cristo. El Señor nos ha precedido en el camino al Reino de los Cielos. Allí enjugará las lágrimas de todos los rostros.

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