12.10.13

4.10.13

La ley del Disenso Universal y la Hermana Quinn

Como corresponde al blog de un físico, hoy vamos a enunciar una ley cuasi-matemática. Yo la llamo la Hipótesis del Disenso Universal. Su enunciado puede ser algo así como: “El disenso teológico es un estado inestable y tiende espontáneamente a crecer exponencialmente hasta llegar a la ruptura total o a disminuir también exponencialmente hasta su desaparición”. Es sólo una hipótesis porque aún no se han hecho suficientes experimentos como para demostrarla con rigor científico, pero las observaciones realizadas hasta el momento la apoyan al cien por cien.

En palabras llanas, esta ley significa que, por la propia naturaleza de la fe, uno no puede negar partes integrantes de la misma y permanecer simplemente en esa negación sin cambios. Como la fe es un todo interrelacionado, la negación de algunas partes de la misma poco a poco irá extendiéndose a otras doctrinas y aspectos de la fe, de éstas se ampliará a otras y así sucesivamente, cada vez más rápido, hasta que se termina por carecer totalmente de fe católica, aunque pueda mantenerse una forma de hablar y una apariencia externa más o menos católicas. Es decir, el disenso tiende por sí mismo a convertirse en disenso universal.

Y, como ejemplo de lo que quiero decir, voy a contar la última barrabasada de la Hermana Quinn. Quizás los lectores recuerden que ya hablamos de ella en otra ocasión. Sor Donna Quinn es una religiosa perteneciente a una congregación de los Estados Unidos, las Dominicas de Sinsinawa. Hace un par de meses, se hizo pública la noticia de que la hermana llevaba años “escoltando” a las mujeres que iban a abortar, para que ningún voluntario provida se acercase a ellas a darles un folleto o a decirles que rezaban por ellas. Esto se unía a constantes declaraciones abiertamente contrarias a la doctrina de la Iglesia en multitud de campos.

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Cuando pases por aquí

IMG_5047Hoy, que es viernes, me he acordado de Tudela. Este verano, camino de Pamplona, pasamos cerca y decidimos parar allí a comer unos bocadillos en un parque. Poco hicimos aparte de comer, pero algún ángel nos guió hasta una ermita a las afueras de la ciudad. Es fácil de encontrar: basta intentar llegar al monumento al Sagrado Corazón que hay en lo más alto de Tudela y perderse. Cuando uno nota que ha llegado al final de la ciudad, se da cuenta de que no va por buen camino y empieza a buscar un lugar donde dar la vuelta, justo allí está la ermita de la Santa Cruz.

La ermita tiene una historia agitada. Originalmente era del siglo XII, pero fue destruida por los franceses durante la invasión napoleónica. Reconstruida, se quemó unas décadas después. La actual, construida un poco más lejos para dejar sitio al ferrocarril, es de la segunda mitad del siglo XIX y poco llamativa como edificio, lo cual es una bendición, pues permite que la atención se centre en el tesoro que alberga en su interior: un Cristo y un letrero.

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30.09.13

¿Misas divertidas?

Ayer leí un artículo interesante titulado “Jesus Christ Superstar now”, en el que un profesor universitario norteamericano, Randall Smith, recuerda el musical de los setenta Jesucristo Superstar. Ese musical, que hace cuarenta años parecía el summum de lo moderno y la única forma de llegar a los jóvenes y a la sociedad, hoy resulta vergonzosamente anticuado y kitsch.

Entre otras conclusiones interesantes, este ejemplo le lleva a deducir que no hay nada peor que intentar convertir la liturgia de la Iglesia en algo divertido, moderno o “guay”, porque esos intentos están abocados al fracaso más estrepitoso:

“Hagas lo que hagas, te suplico que no intentes llegar a “los chicos” con música que crees que conectará con su sentido de “lo que es guay”, porque si lo haces estarás perdido, totalmente perdido. Nunca podrás mantener el ritmo. Como te puede decir cualquier ejecutivo de publicidad que se ocupe de los adolescentes, lo “guay” es algo que cambia cada seis u ocho meses. Al cabo de un año, lo que era “guay” el año anterior estará totalmente pasado de moda. No sólo ya no será guay, sino que será embarazosamente “cutre”: algo que hay que evitar como la peste. De hecho, quizá tendrías más suerte ofreciéndoles la peste”.

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27.09.13