26.02.10

Un texto escandaloso

A riesgo de defraudar a algunos lectores, comenzaré diciendo que el texto que propongo hoy es escandaloso pero en el buen sentido. “Escándalo", etimológicamente, significa algo que hace tropezar. Y, como es lógico, tropezar es malo si vamos por buen camino, pero cuando vamos por la senda equivocada un tropiezo nos puede ayudar a ver que hay que cambiar de dirección. El mismo Cristo fue “piedra de escándalo” para los hombres de su tiempo.

Es decir, que los siguientes párrafos son un escándalo, creo yo, si uno no tiene fe o si la fe anda algo tibia. O quizás no. Es sólo mi opinión y me interesaría conocer la opinión de los lectores, a ser posible razonada. No diré el autor, para que algún lector pueda adivinarlo. No puedo evitarlo, me gusta hacer trabajar a los que pasan por aquí. Soy consciente de que eso me quita lectores, porque a mucha gente le gustan las cosas “en puré”, como a los niños, para no tener que esforzarse en mascar, pero creo que es bueno que pongamos en marcha las neuronas.

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23.02.10

Un portal de ultracatólicos

Noto con curiosidad que algunos medios de comunicación califican a InfoCatólica y a los que aquí escribimos de “ultracatólicos” y “extremistas”. Por el contexto, está claro que quienes así se expresan lo hacen con una intención despectiva o, incluso, en ocasiones, como un pobre sustituto de verdaderos argumentos.

Lo cierto es que este tipo de cosas, lejos de molestarme, me resultan muy divertidas. Cuando leo algo así no puedo evitar recordar la observación que hizo Chesterton de que “extremista” es una típica palabra moderna, porque no significa nada, más allá de el hecho evidente de que las opiniones del extremista son diferentes de las nuestras.

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19.02.10

Sonetillo cuaresmal

Hoy, por ser viernes de Cuaresma, me limitaré a ofrecer un pequeño sonetillo, para animar a los lectores a aprovechar este tiempo de gracia.

Ahora es tiempo de gracia, ahora es tiempo de salvación. Y hay que aprovecharlo. ¿Quién sabe si tendremos otras cuaresmas para convertirnos? Lo que sabemos es que ahora tenemos una oportunidad de cambiar lo que no funciona en nuestra vida, lo que nos hace infelices, que es, simplemente, que no tenemos puesto a Dios en su lugar. Y como el centro de nuestra vida está puesto en cosas que no son Dios, todo se nos oscurece, no comprendemos nada, continuamente deseamos lo que no podemos tener y, cuando al fin lo alcanzamos, nos cansamos y queremos otra cosa.

La Iglesia nos regala, en este tiempo, tres poderosas medicinas para sanar nuestras heridas: la oración, el ayuno y la limosna. Las tres resultan incomprensibles para el mundo, pero a nosotros se nos dan como un don. No importa lo mal que estemos, estas tres medicinas, con la gracia de Dios, pueden darnos la salud. No las desaprovechemos.

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17.02.10

Paso a paso, volviendo a Roma

Aunque en los países hispánicos el proceso pueda pasar desapercibido, en el Reino Unido, Australia, Estados Unidos y otros países angloparlantes se están dando ya los primeros pasos hacia la creación de los Ordinariatos previstos por la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus, aprobada recientemente por Benedicto XVI. Estos Ordinariatos, parecidos a diócesis personales al estilo de los Ordinariatos Castrenses o de las eparquías orientales, permitirán que los anglicanos que vuelvan a la Iglesia Católica conserven sus tradiciones propias y una buena parte de sus usos litúrgicos.

La preparación no es sencilla, porque resulta imposible prever a priori cuántas personas tomarán la decisión de volver a la Iglesia Católica a través de los nuevos Ordinariatos y, por lo tanto, ni siquiera se sabe aún cuántos se crearán, ni tampoco si habrá un Ordinariato por país o serán estructuras con mayor o menor amplitud. Además, es muy probable que en ocasiones relativamente numerosas nos encontremos con parroquias enteras que desean entrar en comunión con Roma, lo cual dará lugar a multitud de dificultades con respecto a la propiedad de los templos, el mantenimiento de su identidad como parroquias, la búsqueda en su caso de nuevos edificios, sacerdotes que las atiendan, etc.

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15.02.10

Para ser libres nos liberó Cristo

Los cristianos sabemos que Cristo nos ha liberado. Sin embargo, es una de esas cosas que, de tan sabidas, a veces se olvidan. Por eso es una alegría cuando ocurre algo que nos recuerda que, sin mérito alguno por nuestra parte, Cristo nos ha liberado de los ídolos, los pecados, los vicios, la desesperanza y la muerte.

Algo así me ha sucedido esta mañana, al leer los comentarios a un artículo de Eleuterio, en el blog “Mera defensa de la fe“. El artículo se refería a la petición que ha hecho la Asociación para la Preeminencia del Derecho de demoler el Sagrado Corazón de Monteagudo, en Murcia. Lo que me llamó la atención fue el siguiente comentario, firmado por un tal Giordano Bruno (ningún parentesco conmigo), que criticaba lo que había afirmado el autor del blog:

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