Esos rostros gloriosos
Temporibus illis, hace muchos años, tuve un profesor de Filosofía que me dio un consejo que todavía recuerdo. Sugirió que fuésemos un día al cine y nos sentáramos en la primera fila. Después, en cuanto empezara la película, en lugar de verla, lo que teníamos que hacer era darnos la vuelta y mirar a la gente que había ido al cine. Decía que la gente, sus actitudes, sus caras y sus reacciones ante lo que estaban viendo eran muchísimo más interesantes que la propia película.
Nunca le hice caso, pero el consejo se quedó grabado en mi mente. Y este domingo me acordé de él cuando estaba en Misa. Yo estaba acolitando, así que, durante la homilía, estaba sentado junto al presbítero, de cara a la asamblea. Y desde mi sitio podía ver los rostros de todos los que habían acudido a celebrar la Eucaristía. Durante unos momentos, me quedé fascinado al mirarlos, como si nunca antes los hubiera visto de verdad.

Me pide un lector que comente un texto de César Vidal y, Dios mediante, eso pienso hacer… en otro artículo. Antes de saltar a la refriega y a la discusión de argumentos y temas más concretos, quiero escribir algunas consideraciones sobre este periodista y escritor, que es, probablemente, el protestante español más conocido en España en la actualidad. Curiosamente, además, se da el hecho de que su popularidad ha crecido, en buena parte, en un medio perteneciente a la Conferencia Episcopal española, aunque indudablemente sean sus propios méritos la causa principal de dicha popularidad. En fin, todo esto hace que sea un personaje fascinante.
Bono no es precisamente una autoridad en materia teológica (me refiero al cantante de U2, no al político español, aunque la frase serviría igualmente para ambos). Como hijo de una madre protestante y un padre católico y estudiante de un colegio “ecuménico", no es extraño que este irlandés tenga las ideas bastante confusas en ese aspecto. He leído, sin embargo, unas declaraciones suyas que me han gustado bastante, porque muestran que ha comprendido dos aspectos fundamentales del cristianismo que mucha gente no tiene claros.
De vez en cuando, leo blogs anglicanos… Sí, ya sé que esta confesión hará que muchos lectores se echen las manos a la cabeza, borren este blog de sus favoritos y finjan no conocerme cuando me vean por la calle. En mi descargo debo decir, sin embargo, que son muy interesantes, porque muestran a dónde llevan humanamente las tendencias que podemos ver actuando en la Iglesia Católica. Estas tendencias, en la Iglesia, por obra de la promesa de Cristo, se quedan en simples modas más o menos dañinas, pero en el anglicanismo a menudo tienen éxito, con resultados evidentes: Obispos y obispas gays y lesbianas, curas casados por lo civil, divorcios sucesivos, sincretismo religioso, inclusivismo a ultranza, comunión para no cristianos, bodas gays, politización, doctrinas totalmente opuestas, modas elevadas a la categoría de dogmas, sacramentalización del aborto y un larguísimo etcétera (perdonen que no ponga comillas en los términos que deberían llevarlas; tendría que entrecomillar la mitad de las palabras).
Al estudiar Historia, es frecuente reírse de los conquistadores españoles y los mitos que perseguían ingenuamente: el Dorado, las amazonas, el país de la canela… Así Ponce de León, según se cuenta, descubrió la Florida buscando la legendaria fuente de la eterna juventud. Desde nuestra suficiencia moderna, nos resulta fácil reírnos de él y, sin embargo, si surgiese hoy un rumor de que la eterna juventud puede conseguirse, por ejemplo, en lo hondo de la Fosa de las Marianas, veríamos a innumerables personas por las calles con aletas, gafas de bucear y bañadores a rayas, a la caza de un buen atlas que les dijera dónde está exactamente ese abismo marino y cómo llegar a él. Hoy, como ayer, los hombres irían y, de hecho, van al fin del mundo a buscar la juventud.









