Un comentario ateo aún mejor
Ayer decía que las aportaciones de los comentaristas ateos suelen resultar muy interesantes. Según la Ley de Murphy, los comentarios de ateos en ese post tendrían que haber sido aburridos e insustanciales, pero no ha sido así.
Al contrario, inmediatamente se ha vuelto a demostrar lo que decía. En el post, se hablaba de los pecados de los cristianos y de nuestra misión de amar a nuestros enemigos. En relación con ello, un ateo, que firmaba como “no hay esperanza”, decía:
“No podéis amar a vuestros enemigos. Nadie puede. Podéis tratar de no odiarlos, podéis tratar de olvidar, pero jamás podréis amar a quien ha intentado destruir vuestra vida. Yo por mi parte trato de hacer el bien en cada momento, sobre todo con mis allegados. No siempre lo consigo, pero creo que es lo correcto.
Hoy me ha gustado tu post, aunque te ha salido un poco relativista.
Un Ateo.”

Me encantan los comentarios de los lectores ateos o agnósticos. También me gustan, por supuesto, los de los lectores católicos, pero cuando el autor no cree en Dios, sus comentarios tienen generalmente un je-ne-sais-quoi de sugerente que siempre me resulta muy interesante. Cuando los leo, suelen proporcionarme materia para reflexionar y me gustaría aprovechar esta oportunidad para dar las gracias por ello.
Hoy, por ser domingo, me voy a limitar a traer al blog una sola frase. Eso sí, una frase que vale por un post entero y que, a mi entender, podría dar lugar a discusiones muy interesantes.
Como ya sabrán los lectores, al igual que el color propio de los obispos es el morado, desde el siglo XV los cardenales se caracterizan, en la iconografía y en la práctica, por las vestiduras de color rojo o púrpura. Este color rojo no es casual. Significa su disponibilidad para dar la vida en el servicio del Papa y de la Iglesia. De hecho, así lo dicen en su juramento solemne: usque ad effusionem sanguinis, hasta el derramamiento de sangre.



