Susurros litúrgicos
El otro día, al hilo de un artículo en el que se mencionaba la liturgia tradicional, una lectora, Esperanza, preguntaba porqué en la forma extraordinaria del rito latino (lo que la gente suele llamar la “misa antigua en latín") una buena parte de las oraciones las recita el sacerdote en voz baja, de manera que los fieles no las oyen. Probablemente a muchos les sorprenda, pero esto no es algo exclusivo de la liturgia antigua. En la forma ordinaria de la Misa (la liturgia habitual, la de Pablo VI), también hay unas muchas oraciones que el sacerdote dice en voz baja.
¿Por qué existen estas oraciones en una y otra forma del rito romano? ¿No sería mejor que siempre pudiéramos escuchar todo lo que se dice? ¿No sería más litúrgico, ordenado y racional que todos hiciésemos lo mismo a la vez?

Curiosamente, la frase de Benedicto XVI que me pareció más importante del famoso Motu Proprio Summorum Pontificum no formaba parte del mismo. Estaba incluida en la Carta que el Papa dirigió a los obispos como acompañamiento del Motu Proprio: “las dos formas del uso del Rito romano pueden enriquecerse mutuamente“.
Creo que ya he dicho otras veces que es una pena que no nos fijemos más en las lecturas de la Escritura que se proclaman en Misa. Si lo hiciéramos, enseguida nos saltarían a la vista multitud de extrañezas que nos ayudarían a comprender mejor lo que realmente se está diciendo en la lectura.
Recojo hoy en el blog este texto que me ha enviado Cristhian y en el que nos cuenta algo de su boda y de su peculiar triángulo amoroso. Que lo disfruten.



