InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Liturgia

2.07.11

La verdadera Cenicienta

Santa GermanaSomos una generación marcada por muchas cosas y no siempre para bien. Por ejemplo, en nuestra imaginación han quedado grabadas indeleblemente las películas clásicas de Disney, ya se trate de Bambi, Blancanieves o la Cenicienta. Es decir, una versión simpática pero tirando a edulcorada y tontorrona de los cuentos tradicionales (que eran bastante más recios; por ejemplo, el cuento de la Cenicienta, en el pueblo de mis abuelos, se llamaba tradicionalmente el Cuento de la Puerca Cenizosa).

Marcados por esos estereotipos tan blandengües, quizá podríamos pensar que la realidad, sin música de fondo, heroínas guapísimas ni zapatos de cristal, es mucho más sosa y aburrida, pero de hecho sucede lo contrario. La realidad, sin edulcoramientos pastelosos, a menudo es mucho más asombrosa y fascinante que las historias más sofisticadas de la factoría Disney. Para demostrarlo, les contaré hoy una historia real, la de la verdadera Cenicienta, que a mi juicio es mucho más interesante y romántica que el cuento.

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20.06.11

Oración del P. McNabb

Vincent McNabbEl P. Vincent McNabb (1868-1943) fue un personaje interesantísimo, un dominico irlandés dedicado por completo a la oración y a la predicación (incluso, durante una época, como predicador callejero en Speaker’s Corner). Influyó mucho en católicos y conversos tan conocidos como Chesterton, Knox, Belloc, Baring, etc. De él dijo Chesterton: “Nadie que haya conocido o visto al P. McNabb ha podido olvidarlo nunca". Y Knox contaba: “El Padre Vincent es la única persona que he conocido de la que he dicho más de una vez ‘Te da una idea de lo que debe ser un santo’. Había en él una especie de luz que no parecía ser totalmente de este mundo".

¿Por qué cuento esto? Porque he leído una oración compuesta por el P. McNabb que me ha conmovido, así que la he traducido para colgarla en el blog. Es muy sencilla, casi parece la oración de un niño. En cierto modo, es lógico, porque ¿no somos todos niños ante el Señor? Es la sencillez que tanto alabó el Señor y que es la única actitud posible en la oración cristiana. Muchas oraciones modernas la buscan artificialmente sin conseguirla, porque sus autores no saben que la auténtica sencillez viene de tener el corazón puesto únicamente en Dios.

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12.06.11

Día de bendición

PentecostésLa Iglesia, como madre sabia y también cariñosa, quiere que celebremos cada fiesta con la bendición de Dios. Y el día de Pentecostés es un día de especial bendición, porque el Espíritu Santo se derrama sobre la Iglesia. El don de los dones, el Consolador, el rocío del cielo que humedece nuestra tierra seca.

Hoy traigo al blog la preciosa bendición solemne de Pentecostés, para que podamos meditarla. Y añado mis oraciones para que todos los lectores reciban el Espíritu Santo. Que él consuele a los que sufren, dé la fe a los que no la tienen, inflame a los tibios, sostenga a los débiles, cure a los enfermos, revele la verdad a los que están en el error, convierta en carne los corazones de piedra y lleve a los cristianos a amar a sus enemigos y a anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra.

Un feliz y santo Pentecostés para todos.

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27.05.11

Experimento sobre los viernes

viernesVamos a hacer un pequeño experimento, basado en la pregunta “¿Qué tiene de especial el día de hoy?” El lector, antes de seguir leyendo, debe pensar esta pregunta y apuntar mentalmente lo primero que se le pase por la cabeza.

Una vez hecho este pequeño experimento, podemos compararlo con los resultados estadísticos de una encuesta similar. Según un grupo de científicos de Melbourne, Estados Unidos, de cada cien personas encuestadas, doscientas dieciocho respondieron “Porque es viernes y mañana empieza el fin de semana”, trece dijeron “porque es mi cumpleaños” y cuatro respondieron “verde".

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10.05.11

Para casarse con cuatrocientos años de retraso

Estos días, estoy ayudando con la edición de una tesis de Historia de la Iglesia que me está resultando particularmente interesante. Trata sobre el matrimonio en el Virreinato del Perú, en el siglo XVII. En aquella época, el matrimonio canónico presentaba ciertas dificultades para los indios conversos, debido a costumbres como la poligamia entre las clases más altas o algunos grados de incesto permitidos en la cultura incaica y a la posibilidad de que uno de los dos cónyuges se convirtiese y el otro no. Ante esta situación, es magnífico ver el enorme esfuerzo de evangelización que se hacía en todos los ámbitos en la América española.

Para que los indios tuvieran absolutamente claro lo que era el sacramento del matrimonio, los Concilios de Lima y los diversos manuales editados preveían no sólo una catequesis teórica, sino también una serie de preguntas concretísimas para asegurarse de que se entendían los requisitos y las consecuencias del matrimonio. Por ejemplo, se preguntaba a los novios sobre los grados de parentesco entre ellos, mencionando los diversos casos concretos de afinidad y consanguinidad, por las posibles uniones anteriores en todas sus modalidades, por los errores sobre el matrimonio más frecuentes en la cultura indígena, por los impedimentos, etc.Todo ello de la forma más concreta y clara posible, para que no hubiera lugar a error. Y, para evitar cualquier posible malentendido, se traducían las preguntas y catequesis al quechua (en algunos casos, con un gran esfuerzo, por la necesidad de traducir conceptos nuevos, que no existían en la cultura incaica).

Al leer estas cosas, me he quedado pensando en la situación actual en España. En los cursillos prematrimoniales que conozco, de primera mano o por conversaciones, se prescinde de la cuestión de lo que significa en realidad y de forma concreta casarse ante Dios. En el mejor de los casos, se habla en general sobre ello, pero sin explicar de forma concreta las consecuencias que tiene este acto y, sobre todo, sin señalar las diferencias con lo que promueve la cultura dominante. Lo más triste es que los asuntos omitidos son, normalmente, los que más necesidad tienen de clarificación y explicación. Sin duda, habrá parroquias ejemplares en las que esto no suceda, pero, desgraciadamente, todo apunta a que la situación es muy general.

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