InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Moral

29.08.17

Análisis de un artículo de Rodrigo Guerra en defensa de Amoris Laetitia

Recientemente se ha publicado un interesante artículo firmado por D. Rodrigo Guerra López, dedicado a la exhortación postsinodal Amoris Laetitia del Papa Francisco. El artículo resulta especialmente significativo porque se ha publicado en la Revista Medellín de la CELAM (el Consejo Episcopal Latinoamericano), en un número dedicado al Papa Francisco.

Si bien el autor trata en su artículo la exhortación en su conjunto, lo cierto es que el tema fundamental parece ser el de los divorciados en una nueva unión. Más de un tercio de sus páginas se dedican a este tema y da la impresión de que la parte general del principio está orientada a preparar el camino de la tesis presentada por el autor a ese respecto.

En cuanto a la parte general del artículo, no se puede decir mucho, ya que es poco concreta. A lo sumo, se podría señalar que el autor tiende a subrayar y a entresacar, de la larguísima exhortación del Papa, las frases que van en una misma dirección: la de relativizar el aspecto objetivo de la ley moral y primar el aspecto subjetivo de los actos humanos. Las consecuencias serán evidentes al tratar el tema concreto de los divorciados.

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8.05.17

Hay elogios que matan (Marciano Vidal y Amoris Laetitia)

La semana pasada, tuvo lugar en Madrid la celebración de las “II Conversaciones” de la editorial PPC (propiedad de los marianistas) y del Instituto Superior de Pastoral (perteneciente a la Universidad Pontificia de Salamanca).

El orador más conocido fue el redentorista Marciano Vidal, famoso porque, siendo profesor en varias universidades, propuso una doctrina moral heterodoxa conocida como la “moral de actitudes”. Esta moral tiene como núcleo principal la idea de que la unión con Dios, el estado de gracia, no se pierde con los pecados, por muy graves que sean, siempre que se mantenga una “actitud” u opción fundamental hacia Dios. Por resumir, se trata de una especie de luteranismo secularizado, en el que la justificación por la fe del reformador alemán se sustituye por ese concepto vago y difuso de opción fundamental, que todo lo justifica y que convierte los pecados más graves en equivocaciones irrelevantes y sin consecuencias. En ese sentido, enseñó durante años, por ejemplo, que la masturbación, el uso de anticonceptivos, la esterilización o las relaciones homosexuales, entre otras cosas, no tenían por qué romper la comunión con Dios.

El Rvdo. P. Marciano aprovechó el caos posconciliar para difundir sus heterodoxias a diestro y siniestro con gran éxito, ya que su moral secularizada resultaba muy atractiva en una época en la que la obsesión era amoldarse como fuera al mundo. Por desgracia, tanto los obispos como sus superiores mantuvieron silencio durante años, mientras sus obras, en particular el libro Moral de actitudes, se difundían por todas partes, especialmente en seminarios y universidades católicas, haciendo un daño irreparable a la conciencia moral de una generación entera de sacerdotes, teólogos y obispos (cuyos frutos estamos recogiendo ahora).

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3.05.17

El principio del mal menor y las elecciones

En una noticia reciente, relacionada con el tema de las elecciones presidenciales de la República Francesa, un lector afirmaba que el principio del mal menor obligaba a votar por el candidato menos malo de los dos, aunque fuera igualmente abortista y favoreciera otros males morales graves.

“Ante dos opciones malas la moral católica enseña a elegir el mal menor. Dejar pasar es hacerse en cierta forma cómplices del mal mayor que se pudo contribuir a evitar. Actuar en conciencia aquí es elegir el que ocasione menos daño”.

¿Es cierto que hay que aplicar el principio del mal menor a este caso concreto y a otros similares? ¿Cómo se aplicaría el principio? ¿Es correcto decir que, para actuar en conciencia, hay que elegir al candidato “que ocasione menos daño”?

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30.03.17

Los sacerdotes que no saben latín dicen muchas tonterías

Leo con tristeza que un profesor católico ha sido retirado de su cátedra de la Universidad “Católica” de Lovaina por decir algo evidente: que el aborto es un asesinato.

Digo que lo leo con tristeza y no con asombro porque, por desgracia, todos estamos muy acostumbrados a que la mayoría de las universidades católicas no tengan de católicas más que el nombre. Y, por una desgracia aún mayor, también estamos acostumbrados a que las autoridades religiosas, diocesanas o vaticanas correspondientes miren hacia otro lado en vez de cumplir con su deber de defender al rebaño de los lobos. En fin, Dios tenga misericordia de ellos el Día del Juicio, porque la van a necesitar (o como decía una vieja novela con cierta gracia, ya se pueden ir comprando ropa interior de amianto). 

No es eso, sin embargo, de lo que quería hablar. Más que la traición de la completamente secularizada Universidad, me ha llamado la atención la reacción de la Conferencia Episcopal Belga, cuyo portavoz. el P. Tommy Scholtès SJ, ha declarado que: “Las palabras de Stéphane Mercier me parecen grotescas. La palabra ‘homicidio’ es demasiado fuerte: supone una violencia, un acto cometido con plena conciencia, con intención y esto no tiene en cuenta la situación de las personas, a menudo en medio de una gran crisis".

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17.03.17

Y Mons. Sánchez Sorondo es Canciller de dos Academias Pontificias…

Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo es uno de los argentinos ilustres de este pontificado. De hecho, dirige no una, sino dos Academias Pontificias, como Canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias y de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales. Sin embargo, hace dos días, en una entrevista, mostró que no sólo no conocía los principios básicos de la moral católica, sino que los negaba explícitamente y defendía el consecuencialismo moral, una postura condenada por la Iglesia.

Ante las preguntas de un periodista de LifeSiteNews, explicó que había invitado al Vaticano a Paul Ehrlich, al igual que a otros famosos defensores del aborto y propagadores del mito de la sobrepoblación, porque “es un especialista en estas cosas. Por eso lo invitamos, porque es un especialista en estas cosas. Ha escrito un montón de libros sobre el tema, así que es un especialista”. Es sorprendente que Mons. Sánchez Sorondo no se dé cuenta de que escribir libros llenos de barbaridades, refutados innumerables veces y cuyas predicciones han mostrado ser erróneas una y otra y otra vez, no convierte a alguien en un experto. Lo convierte en lo contrario de un experto.

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