Una vela a Dios y otra al diablo
Me encanta, a la vez que me estremece, el refrán español que compara algo con “poner una vela a Dios y otra al diablo”. El refranero tiene una capacidad sorprendente de trasladar ideas abstractas y doctrinas a imágenes sencillas y de fácil comprensión. En vez de hablar de la coherencia de vida, el compromiso o el discernimiento, habla de poner velas, algo que todos hemos hecho o hemos visto alguna vez. En este caso, la imagen es durísima, porque poner una vela al diablo es algo que una persona normal no puede imaginar sin estremecerse.
La idea que hay detrás del refrán, como sucede muchas veces, no es original del refranero, sino que es la traducción popular de una frase del Evangelio: No podéis servir a Dios y al dinero. Es una de esas frases que, una vez dichas, resonarán hasta el final de los tiempos y que tienen la fuerza de una espada de doble filo para cortar en dos nuestra hipocresía, mostrando así la contradicción entre nuestros actos y nuestra supuesta fe cuando van por caminos distintos. Es una frase que deberíamos escribir en el umbral de nuestras puertas, en nuestras mesas de trabajo y en nuestras tarjetas de crédito.