¿Un matrimonio histórico?

Según nos han contado los periódicos, la semana pasada el Papa casó en pleno vuelo a dos miembros de la tripulación del avión en que viajaba. Al margen del hecho en sí, que no pasa de ser una anécdota, me gustaría analizar la interpretación del acontecimiento que más han repetido los medios de comunicación (e incluso los propios interesados), porque me parece muy significativa: “es un hecho histórico“.
No me ha extrañado que lo dijeran, la verdad. Siempre he pensado que uno de los objetos que mejor describiría nuestra época en un museo del futuro sería el Libro Guinness de los Récords. Ante la presión de una cultura de la producción en masa, un sistema político atomizante y una concepción de la historia como el producto de fuerzas económicas anónimas y ciegas, la mentalidad popular reacciona venerando la originalidad, la diferencia, el distinguirse de la masa, aunque sea en cosas que no tengan la más mínima importancia. Según esa mentalidad, un matrimonio es “histórico", digno de ser consignado en la historia, si los novios son los primeros primerísimos en casarse en un submarino, en una estación espacial o en un avión ante todo un Papa.


Como sabrán los lectores, en los últimos dos años se ha llevado a cabo una reforma radical de la Pontificia Academia para la Vida, fundada por el Papa Juan Pablo II en 1994 y cuyo primer Presidente fue el candidato al Nobel y admirable católico Jerome Lejeune. En 2016, Mons. Vinzenzo Paglia, uno de los fundadores de la Comunidad de San Egidio, fue nombrado nuevo Presidente de la Academia, probablemente para realizar esta reforma.




