Familia en misión en Camerún: Dios provee
Una lectora extremeña, María, me ha enviado su testimonio. Con sus padres y sus cuatro hermanos, lleva varios años como familia en misión en Camerún, es decir, en un lugar especialmente duro, con las dificultades y privaciones que eso supone. De hecho, por razones de salud, están a punto de volver a España.
Me ha parecido especialmente interesante su testimonio, porque cuenta su experiencia como hija de una familia en misión y no desde el punto de vista de los padres. Por lo tanto, es un testimonio humilde de alguien que, por su edad, evangeliza esencialmente con el hecho de estar allí, obedeciendo a sus padres y buscando hacer la voluntad de Dios. No se ocultan los sufrimientos y privaciones, pero también cuenta María su encuentro con Dios en la misión y su experiencia de que Dios provee y cuida siempre de los que lo dejan todo por él.

Hace años, visité Roma justo cuando estaba siendo restaurada la Capilla Sixtina. En aquel momento, una mitad del techo estaba restaurada y la otra mitad seguía sin restaurar, con lo cual se podían apreciar muy bien las diferencias. Francamente, sin querer menospreciar la labor de los restauradores, era mucho más bonita la parte sin restaurar. Los años le habían proporcionado una pátina de antigüedad que hacía más sutiles los colores (en lugar de los chillones naranjas y azules de la restauración), fundía unas figuras con otras y, en general, otorgaba una cierta profundidad al conjunto.
A mi juicio, uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es que los cristianos estamos acomplejados por una sociedad hostil y nos avergonzamos de ser católicos. Y, en consecuencia, nos da vergüenza hablar como católicos y utilizamos un lenguaje políticamente correcto y lo más insustancial posible. Basta leer buena parte de los documentos de los obispos que, superficialmente, son indistinguibles de los comunicados de los políticos. Hablamos como habla el mundo y podríamos sospechar que eso se debe a que pensamos como piensa el mundo.









