Otra buena lectura postsinodal: San Atanasio
Hace un par de semanas recomendé el libro Santa Mónica. Las lágrimas de una madre como buena lectura postsinodal, para desintoxicarse un poco. Otra vida de santo que creo que conviene leer en estos momentos, también recientemente publicada por la Editorial Vita Brevis, es San Atanasio contra el mundo, obra de la misma autora, F.A. Forbes.
Si el lector ha tenido alguna vez la sensación de que está (casi) solo en un mundo que ha abandonado la fe católica, si se siente angustiado por los triunfos de la heterodoxia, si ha observado con horror que muchos de los encargados de defender la fe se avergüenzan de ella y la sustituyen por versiones aguadas y políticamente correctas, que lea esta vida de San Atanasio y se verá confortado. En efecto, descubrirá a un santo que se encontró en una situación similar pero aún peor, en la que la fe católica parecía irremediablemente condenada a desaparecer, devorada por las heterodoxias y aplastada bajo la dura bota del poder político.

Lo más curioso de todas estas polémicas matrimoniales es que son una repetición, algo más virulenta, de otras que se produjeron hace un cuarto de siglo. Las mismas propuestas se defendieron ya en aquel entonces. Incluso algunos de los protagonistas eran los mismos (como el cardenal Kasper). Por supuesto, la Iglesia ya respondió a esas propuestas con toda claridad y reafirmando la fe católica en multitud de documentos magisteriales: Familiaris Consortio, Donum Vitae, Humanae Vitae, documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Catecismo de la Iglesia Católica y un largo etcétera.
Polémicas matrimoniales (XXXVIII).
Chesterton afirmó en cierta ocasión que un niño de diez años se asombrará si le decimos que se abrió una puerta y apareció un dragón. En cambio, un niño de dos años se asombrará si simplemente le decimos que se abrió una puerta. Al pensar en esas palabras de Chesterton, siempre me ha parecido que el más listo era, indudablemente, el niño menor, porque una puerta es algo mucho más asombroso que un dragón.



