InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: General

27.09.19

El daño de los sínodos ya está hecho (y el bien también)

Como ya sabrán los lectores, el Cardenal Burke y Mons. Schneider han pedido a los fieles que oren y ayunen para evitar que en el sínodo de la Amazonia se aprueben medidas y afirmaciones contrarias a la fe católica. Sin duda, se trata de una iniciativa encomiable, buena y, si Dios quiere, fructífera. No puedo, sin embargo, evitar la sensación de que el daño esencial que puede hacer este sínodo ya está hecho.

Consideremos un momento lo que ha sucedido: un sínodo de obispos católicos, que se va a celebrar en Roma, tiene un documento de trabajo frontalmente contrario a la fe. Sé que esta afirmación suena muy drástica, pero a mi juicio es evidente para cualquiera que lea el documento: está plagado de afirmaciones irreconciliables con la fe católica, coloca el catolicismo al mismo nivel que las religiones paganas (falsas) y, por lo tanto, a Jesucristo al mismo nivel que las supersticiones y los ídolos; promueve una visión panteísta de la naturaleza y del mundo ajena a la fe católica sobre la creación; relativiza la Revelación de Dios en su Hijo, igualándola a las (a menudo disparatadas) conclusiones de las distintas culturas amazónicas; y pone las bases para la abolición del celibato, la introducción del sacerdocio femenino y la desaparición de la distinción entre seglares y sacerdotes.

Esto es, por supuesto, un gran problema, pero no el más importante. Clérigos e incluso sínodos locales que dicen barbaridades y herejías los ha habido siempre y, si Dios no lo remedia, seguirán surgiendo hasta la segunda venida de Cristo. El problema, el verdadero problema, es que ese texto lleno de barbaridades y herejías no ha sido repudiado ni condenado en la Iglesia. Al contrario, a pesar de esas barbaridades y herejías se va a utilizar como instrumento de trabajo, con la aquiescencia de la Santa Sede y de la inmensa mayoría de los obispos del mundo, ya sea por acción u omisión.

Leer más... »

30.08.19

No confundamos la gimnasia con la magnesia

Una buena norma tanto para los químicos como para los profesores de educación física es no confundir la gimnasia con la magnesia, confusión que podría tener hilarantes consecuencias. Quizá, de manera similar, podríamos decir que, para los obispos y otros clérigos, sería especialmente aconsejable no confundir las metáforas con la realidad.

Digo esto porque la moda ecológica que sacude la Iglesia desde hace unos años ha llegado ya a unas cotas everésticas, hasta el punto de que las antiguas metáforas poéticas, como el “hermano sol” y la “hermana luna” de San Francisco, que bellamente hacían referencia al carácter creado de esos astros, han dado paso a verdaderos absurdos pseudoteológicos, que apenas pueden diferenciarse ya de burdos panteísmos, misticismos, paganismos y simples metepatismos. Veamos algunos ejemplos.

El Presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, el cardenal DiNardo, junto con otros obispos, publicó anteayer un comunicado en el que decía: “Mientras nuestra Iglesia comienza una ‘Estación de Creación’ que culminará el 4 de octubre, la fiesta de San Francisco de Asís, consideremos todos las obras de misericordia espirituales y corporales para con nuestra casa común y los que viven en ella”.

Leer más... »

30.07.19

Catedral de San Juan Fisher convertida en campo de golf

Uno de los más bellos templos de Inglaterra, la catedral anglicana de Rochester, ha optado por una curiosa forma de atraer visitantes. La nave de la catedral, de estilo normando y construida en el siglo XII, estará ocupada todo el mes de agosto por un campo de golf, en el que podrán jugar de forma gratuita los visitantes.

El campo de minigolf, de nueve hoyos y de hierba artificial está dedicado al tema de los puentes. Cada uno de los hoyos incluye un modelo de un tipo distinto de puente, como el puente romano de Rochester o el puente Reina Isabel II de Dartford. Esta temática es intencionada, porque los responsables esperan que los visitantes se vean motivados a construir “puentes tanto físicos como emocionales”.

Rachel Philips, canóniga anglicana encargada de Misión y Crecimiento en la catedral, afirmó que “esperamos que, mientras juegan al golf de aventuras, los visitantes reflexionen sobre los puentes que necesitan construirse en sus propias vidas y en nuestro mundo de hoy”. Otro canónigo de la catedral, Matthew Rushton, indicó que las catedrales tenían que “innovar y tener eventos de este tipo y hablar a la gente de nuestra fe en Jesús”.

Leer más... »

26.06.19

El cristianismo superficial y feo

Quizá una de las más graves acusaciones que se podrían hacer al catolicismo en boga en nuestra época, el que se predica y vive en numerosas parroquias, es su superficialidad y su feísmo. Una superficialidad teológica, litúrgica y devocional que se manifiesta, por ejemplo, en que, cuando una persona abandona ese catolicismo superficial, no deja rastro alguno, más allá de un cierto alivio y una dosis no pequeña de hastío y rencor difusos. Un feísmo, asimismo, que repele instintivamente e impide que se produzca ese “bautismo de la imaginación” tan fecundo que está detrás de todo el arte occidental desde el siglo I.

En otras épocas, en cambio, el catolicismo tocaba lo profundo del alma y, humanamente, avivaba la imaginación de artistas, filósofos y científicos. Hasta los ateos eran, en cierto modo, católicos. Incluso después de haber abandonado el cristianismo, no podían dejar de pensar en él (o, mejor dicho, en Él), aunque fuera para combatirlo. Casi siempre, guardaban como un tesoro escondido a los ojos de los hombres, a veces también a los propios, algún pequeño resto de devoción del que no podían o no querían librarse y que quizá fuera el camino elegido por Dios para que se salvaran.

Leer más... »

30.05.19

Solo un vaso de agua

Ayer tuve que traducir un texto en el que aparecía el subjuntivo del verbo satisfacer y me vino a la memoria, imparable como las magdalenas de Proust, el recuerdo de cuándo aprendí a conjugar ese verbo. Me acordé del día en que sucedió y del profesor que me enseñó a hacerlo, hace casi treinta años, explicándonos pacientemente que satisfacer provenía del verbo hacer (satis facere, hacer lo suficiente) y, por lo tanto, se conjugaba como él: haga, hiciera > satisfaga, satisficiera.

Es un detalle pequeño y podría decirse que insignificante, pero ha hecho que me quedara pensando en lo incalculables que son el bien y la verdad, en su fecundidad insospechada. Un sencillo bien hecho a una persona o la enseñanza de una pequeña verdad, quizá con la sensación de que no sirven de nada porque nadie los aprecia o nadie está prestando atención, pueden dar fruto un cuarto de siglo después.

Leer más... »