¡Buen Camino, Benedicto!
Cuando dos peregrinos se cruzan en la peregrinación hacia Santiago, es costumbre saludarse con un amable deseo de “¡Buen Camino!” Hoy quisiera desear lo mismo a Benedicto XVI para despedirme así de nuestro antiguo Papa, porque ayer, en Castelgandolfo, él mismo se definió como “un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinaje en esta tierra”.
Como dice el Salmista, todos los seres humanos somos peregrinos hacia el cielo: “Peregrino soy sobre la tierra” (Sal 118,19). Benedicto nos acompañó en el camino durante un tiempo, pero ahora toma un atajo, camina más rápido y nos precede, como hacen los contemplativos, ardiendo en deseos del cielo.
Fue un regalo de Dios tenerlo como guía y compañero de peregrinación. Nos explicaba las Escrituras mientras caminábamos y nuestro corazón se inflamaba al escucharlo. Ahora sin embargo, nuestros pasos se separan, porque hay un solo Camino, pero muchas sendas. Con cariño y, ¿por qué negarlo?, con lágrimas en los ojos, me despido de él con un pequeño soneto sobre su nueva vida. ¡Buen Camino, Benedicto!

Hace unos días, visité la catedral de Tuy, dedicada a Nuestra Señora y de la que es canónigo penitenciario D. Guillermo Juan Morado, ilustre bloguero de InfoCatólica. Por desgracia, como la visita fue imprevista, no pude ponerme en contacto con él. Sin embargo, visité la iglesia, que no conocía, y me alegré mucho de ello. No sólo me gustó la catedral, sino que también me impresionó muy agradablemente la organización de la misma y he pensado que convenía contarlo aquí, por si alguien puede sacar de esto una buena idea para otras catedrales e iglesias.
No hace mucho, un lector me señaló el
Como hoy no tengo mucho tiempo, sólo voy a escribir un articulito corto sobre un detalle que me pareció interesante este verano, al visitar los Países Bálticos. Supongo que los lectores conocerán las típicas cruces de las Iglesias orientales, con diversas formas y simbolismos. La más común, propia de las Iglesias eslavas en general y de los ortodoxos rusos en particular, en lugar de ser una simple cruz, con el madero horizontal y el vertical, es más elaborada, y tiene otro madero horizontal más pequeño en la parte superior, además de un curioso madero inclinado en la parte inferior.
Una de las cosas que más me han gustado del viaje que he realizado este verano por los Países Bálticos ha sido la posibilidad de conocer a algunos católicos estonios. En Tallin, tuve la oportunidad de participar en una Eucaristía católica de rito oriental ucraniano. Fue algo estupendo.









