22.08.07

Un millón de muertos – Delenda est Carthago

Como ya habrán supuesto los lectores, el título de este artículo hace referencia a la conocida novela de José María Gironella, “Un millón de muertos”. En ella, Gironella escribe sobre la última guerra civil española y da la mencionada cifra de víctimas mortales del conflicto, que se ha convertido en un número mítico. Esta cifra, según creen los historiadores, es muy exagerada y el número real de caídos en la guerra, de ambos bandos y tanto civiles como militares, debió acercarse más a los doscientos cincuenta mil.

En contraste, esa cifra terrible de un millón de muertos, cuatro veces superior a la de las víctimas de la guerra, se ha superado hace poco en España en un contexto diferente: el aborto legalizado. Es algo que no puede dejarnos indiferentes. Es comprensible que la guerra civil haya marcado profundamente la historia y la conciencia de España en los últimos setenta años y, sin embargo, su gravedad palidece ante la escalofriante masacre que se está produciendo ante nuestros ojos.

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20.08.07

Dulce recuerdo de Jesús

Hoy que es San Bernardo, me he acordado del magnífico himno Iesu, dulcis memoria, que se le atribuye. Es, sin duda, una obra maestra de la Iglesia medieval, que todo cristiano debería conocer.

Para los que no sepan latín, ofrezco una traducción rápida de algunos de sus versos y la versión original al final del artículo. Pueden estar seguros de que mi traducción no llega a la altura del betún al original. Como dice el Concilio Vaticano II, el latín no debe perderse en la Iglesia. De otro modo, se perderán estos himnos cristianos que nos ofrecen, de forma destilada, la experiencia de fe de los cristianos y los santos de tantos siglos que nos han precedido.

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19.08.07

Cristianos de ayer y de hoy (VIII): Juan boca de oro

San Juan Crisóstomo (que, en griego, quiere decir boca de oro) nació en el s. IV en Antioquía y fue hijo de otra santa, Antusa (Atención a las madres: este ha sido el caso de muchos santos, como San Agustín o San Bernardo, que ya desde los brazos de su madre fueron aprendiendo el amor de Dios y la imitación de Cristo).

Después de un tiempo como ermitaño, fue ordenado sacerdote y se dedicó a la predicación en Antioquía. Por voluntad del Emperador Arcadio, le obligaron a aceptar el puesto de Patriarca de Constantinopla. Sin embargo, el resultado no fue el esperado: en cuanto llegó, San Juan Crisóstomo lo primero que hizo fue renunciar a las riquezas que le correspondían y distribuirlas entre los pobres o construir hospitales para ellos.

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18.08.07

Entrevías y los cartujos

Navegando por la red, he descubierto con sorpresa que uno de los artículos que he publicado en este blog, “” había sido recogido por una página web.

Algún lector malintencionado podrá pensar que mi sorpresa venía de que a alguien pudiera interesarle lo que escribo, pero no es eso (solamente) lo sorprendente. Lo que me sorprendió fue cuál era la página web que había re-publicado el artículo:

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17.08.07

Iglesias a rebosar

Estos días de agosto, en los que hay muy poca gente en Madrid, las misas parecen a veces algo tristes, con las iglesias casi vacías. En algunos casos, el sacerdote no se molesta siquiera en pronunciar una homilía, porque “para cuatro gatos que hay…”

Esta reacción es muy humana. A todos nos gusta que las iglesias estén llenas de gente y oír las oraciones pronunciadas con fuerza por muchas gargantas. Rodeados de muchos cristianos es más fácil sentirse seguros en la fe, en medio de un mundo que la ha perdido.

Sin embargo, en mi opinión, este tipo de sentimientos muestran que, a menudo, olvidamos algo esencial

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