Capellanes ateos
En los Estados Unidos, las Fuerzas Armadas son una institución importantísima, que agrupa a unos dos millones de personas y que tiene un gran prestigio en el país. Todo aquello que afecta a los militares tiene un impacto significativo en la sociedad norteamericana en su conjunto. Por eso, una de las decisiones más polémicas del Presidente Obama fue acabar con la política Don’t ask, don’t tell (no preguntes, no lo digas), que permitía la participación de personas homosexuales en el ejército, pero sólo si no hacían pública su condición de tales.
Actualmente, las Fuerzas Armadas estadounidenses cuentan con más de 3.000 capellanes, repartidos entre las diversas religiones reconocidas en el país. La mayoría son cristianos, ya sean católicos o protestantes, pero también hay capellanes judíos, musulmanes y un capellán budista. Es probable que pronto se nombren capellanes hinduistas e incluso un capellán wiccan (una bruja, para entendernos).
Ahora, sin embargo, según el New York Times, una serie de grupos que defienden el ateísmo o el humanismo laico están intentando nombrar a uno de sus miembros como “capellán” ateo. Según dicen, con ello esperan que mejore la aceptación del ateísmo entre los militares y facilitar sus actividades de distribución de literatura, celebración de eventos, etc. A su juicio, es la única forma de dar una voz a la gran cantidad de no creyentes que hay en las Fuerzas Armadas norteamericanas.

He visto este anuncio en una parada de autobús en la calle Bailén, frente a la iglesia de San Francisco el Grande. Lo cierto es que llama la atención, por su diseño y su contenido. Un anuncio de metro y medio de alto, con una gran cruz blanca sobre fondo oscuro y una frase evangélica (”Dejad que los niños vengan a mí“).
Yendo el sábado por la noche hacia la parroquia en la que celebramos la Vigilia Pascual, me fijé en la gente que pasaba por la calle. Como eran ya las once, se trataba de los jóvenes habituales vestidos para irse de marcha, que entraban y salían de los bares de la zona. Y otros no tan jóvenes, decididos fuera como fuese a divertirse y a mantener al menos la apariencia de la juventud. Es decir, lo mismo que cualquier otro sábado por la noche. Aparentemente, ignoraban por completo qué día era.
Una de las cosas buenas de tener un blog es que uno conoce a gente que merece la pena conocer y se entera de cosas muy interesantes. El post de hoy es un ejemplo de ello.



