20.04.23

Bendición embotellada

No es necesario reinventar la rueda a cada momento, basta mirar un poco alrededor y aprender de otros. En la Iglesia hay infinidad de parroquias donde se hacen cosas estupendas que pueden simplemente copiarse, porque, como decían los antiguos, bonum diffusivum sui, el bien tiende a difundirse.

Por ejemplo, cópiese lo que se hace en la parroquia de la foto. No hay nada más fácil que llenar pequeñas botellitas con el agua bendita de la pila bautismal de la vigilia de Pascua y repartirlas el domingo siguiente entre los fieles a la salida de la Misa. Es un signo precioso de la Resurrección de Cristo celebrada en la vigilia, del bautismo de los catecúmenos y de la alegría pascual después del desierto de la Cuaresma.

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9.04.23

Las puertas del paraíso

La muerte y resurrección de Cristo han abierto lo que estaba cerrado. Las puertas del paraíso, custodiadas por un querubín con una espada de fuego para que ningún ser humano las traspasara desde el pecado de Adán, están ahora abiertas de par en par para los que siguen fielmente a su Señor.

¿Cómo no alegrarnos? Los barrotes se han quebrado, el cerrojo está roto y la prisión de la muerte ya no puede encerrarnos. Cristo ha resucitado, aleluya, aleluya. Verdaderamente ha resucitado, aleluya, aleluya.

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7.04.23

25.03.23

Poemas a la Anunciación

La Anunciación es uno de esos misterios colosales de los que se puede decir poco y uno siente que lo más apropiado es el silencio, la contemplación y la adoración. Donde la prosa no alcanza, sin embargo, quizá la poesía pueda balbucir unos versos que agraden a nuestra Señora en este día (tratándose de nosotros, sus hijos torpes, se contenta con poco, como buena Madre).

Traigo al blog dos poemas. Uno breve y delicado, como un suspiro de nostalgia hecho letra, escrito por un conocido comentarista del blog, el capitán Haddock. El segundo, más modesto, lo escribí yo en recuerdo del día dichoso en que visité la basílica de la Anunciación en Nazaret.

Animo a los lectores a que, en honor de Santa María y de la Encarnación de nuestro Señor, escriban otros poemas sobre la Anunciación en los comentarios, ya sean de cosecha propia o ajena.

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20.03.23

Por un instante, la eternidad

Casi todos los días tengo que hacer treinta o cuarenta kilómetros con el coche muy pronto por la mañana, cuando otros más afortunados aún están durmiendo. El trayecto pasa junto a un edificio de apartamentos aislado, sin otras edificaciones cerca, sobre una colina bastante alta a la vera de un río. A pesar de su ubicación pintoresca, no es nada del otro jueves: debió de construirse en los años setenta u ochenta y es el típico paralelepípedo de cemento, cristal y ladrillo que sobreabunda en las ciudades de hoy.

En otoño e invierno, la oscuridad de la noche echa un caritativo velo sobre el edificio de apartamentos, mejorando bastante el paisaje. Cuando el trayecto es durante el día, en primavera y verano, la vista pasa sin detenerse sobre la construcción insulsa y prescindible o, como mucho, se detiene brevemente en ella y uno refunfuña por lo bajo por la falta de belleza que parece aquejar a nuestra sociedad moderna.

Hay un día al año, sin embargo, o a lo sumo dos, en que todo cambia y el edificio de apartamentos se transfigura, se hace glorioso.

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