Luterándonos: la vida religiosa
Escribió Lutero desde Wartburg a su amigo Gerbel:
“Hay una vigorosa conjuración entre Felipe (Melanchthon) y yo en contra de los votos de los religiosos y de los sacerdotes, para abolirlos y anularlos: ¡oh! ¡aquel bandido de anticristo con sus escamas, cómo ha servido de instrumento a Satanás para destruir todos los misterios de la piedad cristiana! (…). Dichoso tú que has vencido con el honroso matrimonio aquel impuro celibato”[1].
Y sobre los votos específicamente, agregaba:
“Los votos monásticos son imposibles y anticristianos, pura hipocresía o soberbia (…) El matrimonio es absolutamente obligatorio y necesario para quien tiene órganos de generación”[2].