–Este artículo me recuerda otro suyo de 2014, el número (254).
–Qué memoria… Sí, tratan temas diferentes, pero son hermanos.
Rechazo masivo de Dios. Iglesias locales que en pocos decenios pasan de 100 a 20 o a 10. Herejías y sacrilegios. Falta persistente de vocaciones. No Misa, no confesión, no matrimonio sacramental, anticoncepción generalizada, leyes civiles abiertamente contra natura. contra Cristo… Apostasías innumerables.
Los malos cristianos no sufren el peso aplastante de tantos males en el mundo y en la Iglesia, sino que están en ellos como pez en el agua.
Los buenos sufren esos males con humilde confianza y paz, pues viven la Providencia divina con docilidad y esperanza.
Pero algunos de los buenos, no pocos, andan tristes, apocados, desconcertados, quejosos, amargados, buscando y señalando culpables –juzgando– con implacable dureza. Especialmente en estos años presentes, un buen número de fieles se ven aplastados por los males del mundo y de la Iglesia. No pueden con su alma.
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