InfoCatólica / Reforma o apostasía / Categoría: Victoria de Cristo

6.01.20

(576) Epifanía creciente

Luca di Tommà. La adoración de los Reyes.

–Bueno, parece que esto se anima un poco.

–Todo lo que voy tratando, sea lo que sea, es siempre «causa nostræ letitiæ» porque se funda en la palabra de Dios. Epifanía significa manifestación. Y en el cristianismo, epifanía de Dios en Nuestro Señor Jesucristo.

«Mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo». Así rezamos cada día en la Misa. Están perdidos aquellos que viven «sin esperanza y sin Dios en el mundo» (Ef 2,12). Y la esperanza ha de ser incondicional, porque no se apoya en la situación presente del mundo, de Israel, el del A.T., ni de la Iglesia: se apoya en Dios, en su bondad, en su misericordia, en sus promesas.

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23.11.19

(570) Cristo Rey y los ídolos. Comentario de San Agustín al salmo 95

–Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

–Amén. Le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.

Son no pocos y grandiosos los salmos reales (p. ej. 2, 32, 46, 74, 92, 95, 96, 97, 98). Y todos son como vestidos sagrados hechos justamente a la medida de Cristo, siglos antes de su venida. Celebremos, pues, la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo, ayudándonos con el salmo 95, Cantad al Señor un cántico nuevo, breve y grandioso. Seguiremos el Sermón que sobre ese Salmo hizo San Agustín, y que fue guardado como palabra viva gracias a la taquigrafía. Eso explica su carácter coloquial, ciertas repeticiones, etc. que no se dan en sus obras escritas.

La traducción del comentario agustiniano al salmo 95 la he tomado del P. Miguel Fuertes Lanero, OSA, que sitúa el texto en Cartago (412 o bien 407). Y para facilitar su lectura, me permito omitir algunos fragmentos, subrayar en ocasiones el texto, subtitularlo y dividirlo a veces con punto-y-aparte, que el P. Fuertes no usa por fidelidad al original latino.

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16.05.19

(547) Cristo glorioso (y 5)- Vivir en Cristo y para Él

Peregrinación de católicos 

–¿Esta mini-serie sobre el «Cristo glorioso» la ha escrito porque estamos en el Tiempo Pascual?

–Así es. Y así es «porque de la abundancia del corazón habla la boca».

 

—El Segundo Adán, Jesucristo, es «todo» para nosotros

 Jesucristo inicia y vivifica en los cristianos una raza nueva de «hombres celestiales». «El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente; el último Adán, espíritu vivificante. El primer hombre fue de la tierra, terreno; el segundo hombre fue del cielo. Cual es el terreno, tales son los terrenos; cual es el celestial, tales son los celestiales» (Col 15,45.47-48). Jesucristo es, pues, para nosotros

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13.05.19

(546) Cristo glorioso (4)- Salvador del mundo y Sacerdote eterno

–¿Tanto citar textos del Antiguo y del Nuevo Testamento, de dos mil o más años atrás, no será pecar de arcaísmo?

–Así piensan algunos discapacitados en la fe.

 

–Jesucristo, Salvador del mundo

El Evangelio presenta a Jesucristo con frecuencia como «Salvador del mundo». Al disminuir hoy notablemente en la predicación de la Iglesia la dimensión soteriológica (salvación / condenación), ha disminuido parejamente el uso de la palabra Salvador para designar a Jesús. Pero «al principio no fue así», ni tampoco durante casi veinte siglos de Tradición eclesial. Conviene, pues, que nos gocemos contemplando a Cristo como único y glorioso «Salvador del mundo».

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9.05.19

(545) Cristo glorioso (3)- La excelsa epifanía de su Cruz

Fouquet (+1481)

–Señor nuestro Jesucristo, te adoramos y te bendecimos …

–pues por tu santa Cruz redimiste al mundo.

 

El Hijo divino se nos da por puro amor en Belén, en la Encarnación. Y consuma su entrega de amor en el Calvario, en la Cruz: «al final, extremadamente los amó» (Jn 13,1). «Tanto amó Dios [Padre] al mundo que le entregó a su Hijo único» (3,16).

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