Historia de héroes para jóvenes. Un precioso libro

Durante el año pasado, fuimos publicando una serie de posts en este sitio titulados “Historia de héroes para jóvenes", de Tomás Marini. Los mismos tuvieron tanto éxito que, con su autor (que además de escritor y dibujante se encuentra camino al sacerdocio), decidimos compilarlos junto con varios más y publicar este precioso trabajo que será de mucho provecho para niños, jóvenes y adultos.

Venga aquí nuestro humilde prólogo para, 

Que no te la cuenten

P. Javier Olivera Ravasi, SE


Tomás Marini, Historia de héroes para jóvenes, Parresía Ediciones, Buenos Aires 2022, p. 186

Cuando los antiguos querían sacar lo mejor de la juventud, no acudían a psicopedagogos, a licenciados en educación o a terapias educacionales -con todo lo loable que puedan ser estas profesiones- sino que buscaban, como bien señala Werner Jaeger en su inmortal Paideia, inculcar la areté: la virtud propia de los hombres superiores.

Y la virtud, más allá de las pedanterías de las academias, es esa fuerza vital que sólo se comunica si se posee.

Esta es la razón por la cual Plutarco escribía sus Vidas paralelas, Homero sus obras inmortales y, en la Edad Media, existían los cantares de gesta, con un Rodrigo Díaz de Vivar a la cabeza de la España inmortal. Porque la juventud, viendo el heroísmo de los hombres, iba tomando como de su causa ejemplar, esa mímesis, ese obrar por imitación a partir de los grandes hombres de la humanidad que son los héroes: hombres que pertenecen a una estirpe, a una raza del todo singular: la raza de los nobles.

Porque la historia sigue siendo la maestra de la vida.

En el presente trabajo, Tomás Marini, ávido conocedor de ese heroísmo que subleva, de esos cantares que enamoran y de esa fuerza que tiene la historia, nos va describiendo, a lo largo de la vida de los grandes hombres, las virtudes que a todo joven de valía hacen saltar de emoción, vibrar de alegría y gozar con el anhelo de grandes hazañas.

En un lenguaje claro y sereno, se dirige este libro a esa juventud, a la juventud que, como decía Claudel «no está hecha para el placer, sino para el heroísmo».

- “Pero -podrá preguntarse alguien-, ¿qué necesidad tenemos hoy de hablar de héroes? ¿acaso ya no están narrados en nuestros monumentos, en nuestras calles, en nuestras fiestas patrias?”.

¡Pues justamente por eso! Allí está la razón de este libro: la actual Revolución cultural nos ha falsificado a nuestros héroes y raptado a nuestras doncellas, de allí la necesidad de volver a predicar la verdad que libera y enaltece.

Ama tierra y serás tierra…, ama cielo y serás cielo”, decía San Agustín. Por eso necesitamos, más que nunca en nuestro tiempo, volver a predicar a cuatro vientos la fuerza que nos brindan los arquetipos en su esfera durable de la Cruz que tiene dos líneas, al decir de Marechal: la vertical del santo, la horizontal del héroe.

Y este libro lo hace.

P. Javier Olivera Ravasi, SE

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En Argentina:  AQUÍ o a [email protected] o al +54 9 11 3151-9462

 

 

3 comentarios

  
África Marteache
Creo que yo leí muchos libros como éste, por eso mi familia decía que "levitaba", con lo que querían decir que el entusiasmo que me provocaban se veía patentemente. A lo largo de los años ha sido mi sustento y provocó que me metiera de hoz y coz en la búsqueda de santos y héroes, tanto en la Inglaterra Tudor como en la Cristiada, en la Vèndee como en la URSS, en la I como en la II Guerras Mundiales y, naturalmente, en la Guerra Civil Española.
Cuando aparecía alguien que tuviera "la roja insignia del valor" me provocaba un fuerte sentimiento de admiración.
Recuerdo que esto sucedía tanto con los cristianos como con los que no lo eran si demostraban tener areté, que es una virtud predominante que los hace singulares. Ciertamente los griegos creían que la excelencia, la aristocracia personal, elevaba al hombre allí donde se supone que pueden estar los mejores. En cuanto a los santos cristianos, ¿qué decir de ellos? son todos dignos de admiración, los modelos a seguir propios de los jóvenes bien encaminados y que proporcionan una madurez que ahora no se alcanza ni con la edad.
Cada vez que pienso en el joven Willi Graf, que creo que lo han metido en la Causa de los Santos para beatificarlo, y veo que desde niño fue un católico ejemplar a pesar del ambiente que le rodeaba, que era capaz de marcharse al monte con unos cuantos cuando disolvieron la Acción Católica, que lo tuvieron detenido meses antes de decapitarlo (26 años) a ver si podían sacarle información y no pudieron, o en el pequeño y querido San José Sánchez del Río, el alma se me ensancha.
¡Ojalá los jóvenes de hoy pudieran sentir lo mismo porque es un tesoro que dura para siempre, hace más dulce la vejez e impide que pierdas la fe en el ser humano!
17/12/22 3:41 PM
  
Rubén
Un placer leer su comentario África.
18/12/22 4:37 AM
  
Maria
África Marteache
¡Gracias por su comentario!
22/05/23 8:45 PM

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