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15.05.08

El "Jesús" de Pagola

Como quiera que ayer volvió a ser noticia J.A Pagola y su best-seller “Jesús. Aproximación histórica", me parece oportuno recoger en Religión en Libertad los artículos que escribí sobre este asunto cuando tenía mi blog en http://www.coradcor.com/blog/.

Los separaré por páginas, para que puedan leerse más cómodamente.

Mi análisis sobre el libro de Pagola (I)
Martes, 12 de Febrero de 2008

Desde ayer tengo en mis manos el polémico libro “Jesús, aproximación histórica” de José Antonio Pagola. Pertenece a la sexta edición, de diciembre del 2007. En la web de la editorial PPC nos informan de que van por la séptima edición y de que se vendieron más de 30.000 ejemplares en cuatro meses. Por tanto estamos ante un indudable éxito editorial. Y precisamente ese éxito es, en mi opinión, el que hará que este libro sea examinado por la Congregación para la Doctrina de la fe. No nos encontramos ante una obra que es leída sólo por especialistas. La han leído ya multitud de fieles y es previsible que la lean muchos más. Por tanto, si la Iglesia considera que en la misma hay errores graves, es su obligación notificar tal hecho, para que aquellos católicos que son fieles al magisterio, y no veo de qué otra forma se puede ser católico, sepan a qué atenerse.

El caso es que he decidido analizar ese libro de Pagola en este blog. De más está afirmar que no soy magisterio, ni teólogo, ni exégeta bíblico, ni historiador, ni nadie con una cualificación académica adecuada como para pretender que se tenga mucho en cuenta este análisis. Pero, como decía San Paciano de Barcelona, “cristiano es mi nombre y católico mi apellido”, y dado que el autor del libro afirma haberlo escrito desde la Iglesia Católica (pag 7), quiero saber si su Jesús es de verdad el Jesús de la Iglesia, que es lo mismo que decir “mi” Jesús. Y es que por mucho respeto que me puedan merecer el concepto sobre Jesús que tengan los que no son católicos, a lo que yo me quiero ajustar como mano a guante es a la respuesta que la Iglesia, por boca de Pedro (Mt 16,16), da a la pregunta del propio Cristo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? (Mt 16,5). Por tanto someto todas mis opiniones y mi juicio sobre este libro a lo que pueda dictar en un futuro el magisterio católico. No se me escapa el hecho de que un obispo, el de Tarazona, ya se ha pronunciado a través de una carta pastoral, que sin duda es magisterial. Monseñor Demetrio Fernández no es mi obispo, pero sí es obispo de mi Iglesia.

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14.05.08

Ha sido Uriarte, no Rouco, quien ha paralizado la reedición del libro de Pagola

Cuando esta mañana he leído en Religión Digital, que citaba a El Correo Digital, que Rouco impedía la publicación en catalán del “Jesús” de Pagola, di por hecho que las cosas eran más o menos tal y como relataba, pero pensando que la cuestión no era tanto de Rouco, quien como mucho habría dado el visto bueno, como de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe.

Pero hete aquí que uno va ya teniendo fuentes absolutamente fiables de información y una de ellas me ha confirmado que no ha sido ni Rouco ni la Conferencia Episcopal quienes han hecho tal cosa. Ha sido ni más ni menos que el obispo de San Sebastián, Monseñor Uriarte, quien se ha encargado personalmente de paralizar no sólo la edición en catalán, sino cualquier tipo de edición o re-edición del libro en cualquier idioma, incluido el castellano.

Por tanto, el intento de echarle la “culpa” a Rouco de la censura a Pagola queda desacreditado como una burda falsedad. Es el obispo de Pagola quien se hace responsable de impedir que la obra heterodoxa de su sacerdote siga en el mercado tal y como fue escrita. Parece ser que es también Uriarte quien está embarcado en la tarea de que el libro se re-escriba de tal forma que sea conforme a la fe de la Iglesia. Lo cual, en mi modesto entender, es ciertamente una labor titánica, pues Pagola partió de una metodología errónea que necesariamente ha de conducir a conclusiones heterodoxas. Así que, una de dos, o Pagola re-escribe prácticamente todo, ante lo cual estaríamos ante un nuevo libro, o no habrá manera de que salga bien librado del lío en el que se ha metido.

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11.05.08

No basta con reconocer los errores

Cuando hace dos años los obispos españoles publicaron el documento “Teología y secularización en España”, escribí un post en mi blog en Religión Digital que volveré a reproducir hoy aquí (página 2) en el que hacía referencia a su vez a otro artículo previo mío titulado “Ser católico en un país descristianizado".

En aquel texto, los obispos españoles daban las claves para entender las razones por las que la secularización interna en la Iglesia es un hecho indiscutible. Ciertamente no dejaba de ser curioso que los que señalaban la enfermedad de la Iglesia fueran aquellos que tenían, y tienen, la responsabilidad de haber evitado que la misma enfermara. Además, el documento señalaba el mal pero no daba la receta para curarlo. Es como si vas al médico y te dice: “Mire, su enfermedad se ha agravado porque no le di la medicación adecuada". Tú le respondes: “¿Y qué voy a hacer ahora?", ante lo cual el galeno te replica: “De momento sólo le digo que está muy enfermo". Lo normal, en un caso así, es pensar que estamos ante un irresponsable al que le han dado la licenciatura de medicina en una tómbola.

Hoy, la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar hace público otro documento titulado “Laicos cristianos: sal y luz del mundo” que, para no variar, es muy bueno. Si la Iglesia Católica en España tuviera que ser juzgada por la calidad de los documentos que produce su Conferencia Episcopal, la nota sería de sobresaliente. Pero los fieles no viven de documentos que en su inmensa mayoría ni siquiera leen. Los fieles no viven de las buenas intenciones de sus obispos. De la misma manera que los enfermos no viven del diagnóstico de su enfermedades sino de la medicinas para curarlas, los fieles católicos necesitan acciones concretas de sus pastores y no meras descripciones de los males que les aquejan.

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28.04.08

¿Pagó o no pagó abortos Manel Pousa? That is the question

El arzobispado de Barcelona pretende quitarse de en medio el “caso Pousa” con un comunicado en el que se afirma que el sacerdote dice que no se “expresó con suficiente precisión” y que siempre ha querido actuar en comunión con la Iglesia.

La realidad es que cuando uno lee la entrevista que le hizo El Periódico, lo que menos encuentra es falta de precisión. Manel Pousa fue absolutamente preciso al afirmar “YO HE PAGADO ABORTOS”. Y sin embargo, la nota de la delegación de medios de comunicación del arzobispado barcelonés no es nada precisa a la hora de explicar si Pousa pagó o no pagó abortos.

Es decir, pretenden enterrar el tema con una nota imprecisa sobre unas declaraciones precisas, que por sí solas llevaban a la excomunión del sacerdote que las hizo. Pues señores míos, esto no puede acabar así. El tema ya va camino de Roma, donde posiblemente pedirán muchísima más precisión al sacerdote y al arzobispado.

Es necesario que quede claro si Mosén Pousa pagó abortos. Corren rumores de que el cura se justifica diciendo que él dio el dinero pero no pagó directamente los abortos. Es decir, tuvo el detalle de no ir a la clínica del doctor Morín, o a cualquiera de las otras clínicas “aborteras” de Barcelona, a pagar personalmente por el asesinato de los inocentes. Pero seamos serios. Si él dio un dinero que sabía que estaba destinado a pagar un aborto, su complicidad es total.

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22.04.08

Fellay pretende imponer sus tesis a toda la Iglesia

Cuando Juan XXIII sorprendió a la Iglesia y al mundo convocando el Concilio Vaticano II, pocos pensaban que uno de las consecuencias más amargas del mismo sería el cisma más importante que ha sufrido la Iglesia desde la Reforma protestante. Efectivamente, 21 años después de la clausura del Concilio se producía la excomunión de Monseñor Marcel Lefebvre, arzobispo francés fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX). Juan Pablo II no tuvo más remedio que dar ese doloroso paso ante la desobediencia abierta del prelado francés, que se empeñó en ordenador obispos en contra del mandato del Vicario de Cristo.

Aunque la causa “canónica” de la excomunión fue esa ordenación no autorizada, lo que de verdad estaba en el alma del cisma era el rechazo del Vaticano II por parte de Lefebvre y sus seguidores. Ellos creían que la Iglesia había alterado sustancialmente una serie de doctrinas fundamentales, posibilitando a su vez una reforma litúrgica que creían poco menos que una aberración. Lo cierto es que el marasmo postconciliar, que llevó a Pablo VI a asegurar que el “humo de Satanás” había entrado en la Iglesia, ayudaba muy poco a convencer a los tradicionalistas de lo erróneo de sus planteamientos.

Con todo, la crisis obvia en la que la Iglesia se vio sumida tras el concilio nunca podía ser resuelta desde la rebeldía abierta contra el legítimo sucesor de San Pedro y contra un concilio ecuménico. Lefebvre equivocó el camino. En nombre de la Tradición, atentó contra la misma separándose de la comunión con el Obispo de Roma y el resto de obispos del orbe católico. En efecto, asestó un golpe casi definitivo a la causa del tradicionalismo, pues los tradicionalistas que permanecieron fieles al Papa tuvieron que soportar el estigma de ser considerados como cuasi-cismáticos por buena parte del resto de la Iglesia. Hoy no ocurre tal cosa y de hecho el tradicionalismo católico ha recibido con gozo el motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI, que permite el uso más amplio de la forma extraordinaria del Rito romano de celebración de la Misa.

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