Breves reflexiones (XVII)
Nos has hecho libres para amarte, Señor, y si no te amamos no somos libres.
Qué triste resulta que la voluntad de Dios pase por delante de ti y, por miedo o por pereza, la dejes ir. A veces no vuelve. En esos casos nos hace falta la fe y el coraje de Abraham, quien con 75 años siguió la voluntad del Señor y se convirtió en nuestro padre en la fe. Un anciano lanzándose a la mayor aventura de su vida. De la mano de Dios todo es posible.
Te enfrentas a un enemigo poderoso y, por gracia, ganas. Al día siguiente vuelve con las mismas fuerzas, y ganas. Al otro día, idem. Da igual las veces que ganes. Él vuelve con las mismas fuerzas. Ya conoces el fin de esta historia. Pero cuando pierdas, levántate por gracia y en gracia prepárate para la siguiente batalla.
De todas las cruces y pruebas que rondan mi vida anímica y espiritual, sin duda la angustia es la que más temo y detesto. Es un peso insoportable, una losa de cemento encima de mí. Me ahoga, me deja casi muerto sin llegar a matarme, que casi es peor que morir. Y no encuentro forma de escaparme de su presencia. Señor, ten piedad de mí.