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1.07.08

El reino interior

Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8). Hecho a imagen y semejanza de Dios, el hombre es espejo de lo divino. Conoce a Dios al conocerse a sí mismo. Cuando entra dentro de sí mismo ve el reflejo de Dios en la pureza de su propio corazón. Según la doctrina de la creación del hombre a imagen de Dios, en cada persona, en el más verdadero e íntimo “yo” de su ser llamado con frecuencia el “corazón profundo” o “el fondo del alma", existe un punto de encuentro directo y de unión con el Increado. “El reino de Dios está dentro de vosotros” (Lc 17,21).

La búsqueda del reino interior es uno de los principales temas de los escritos de los Padres de la Iglesia. “Parece que realmente el más grande de los conocimientos” decía San Clemente de Alejandría, “sea el conocimiento de sí mismo, pues aquél que se conoce a sí mismo tendrá el conocimiento de Dios y, al tener este conocimiento, se hará semejante a Dios“. Por su parte, San Basilio el Grande escribe: “Cuando el intelecto no está disperso a través de las cosas exteriores o disperso a través del mundo por los sentidos, entra dentro de sí mismo y, por sus propios medios, se eleva hacia el pensamiento de Dios“. “Quien se conoce, conoce todo“, escribe San Isaac el Sirio, y continúa: “Estate en paz con tu alma; entonces el cielo y la tierra estarán en paz contigo. Penetra con diligencia en la maravillosa morada que está en ti y así verás las cosas que están en el cielo; pues no hay más que una sola entrada: la escala que lleva al Reino está escondida en tu alma y en tu alma descubrirás los escalones que te permitirán acceder a él“.

Huid del pecado“, insiste San Isaac; tres palabras para recordar. Para reflejar el rostro de Dios debemos limpiar nuestro espejo. Sin el arrepentimiento no existe ni conocimiento de uno mismo ni descubrimiento del reino interior. Se me dice: “Vuélvete a ti mismo; conócete a ti mismo", pero ¿qué “yo” debo descubrir? ¿Cuál es mi verdadero “yo"? EL psicoanálisis nos revela un cierto tipo de “yo” que nos conduce, con frecuencia, no al pie de “la escala que nos llevará al Reino", sino a la escalera que nos lleva a la húmeda cueva infectada de serpientes. “Conócete a ti mismo” significa “conócete a ti que has brotado de Dios. A ti que estás arraigado en Dios. Conócete a ti mismo en Dios". Según la tradición espiritual ortodoxa, solamente descubriremos nuestro “yo a la imagen” muriendo a nuestro ser contrahecho y caído. “El que pierda su vida por mí, la encontrará” (Mt 16,25). Sólamente aquel que sabe reconocer su yo fingido por lo que vale y lo rechaza está en condiciones de discernir su verdadero yo, el yo que Dios quiere. Subrayando esta distinción entre el falso y el verdadero yo, San Barsanufo nos exhorta: “Olvídate a ti mismo y conócete a ti mismo

(Copiado de “El Dios del misterio y la oración“, Monseñor Kallistos Ware , ed Narcea, colección Icono. El autor es obispo metropolitano de la diócesis ortodoxa de Diokleia, en Gran Bretaña, dependiente del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla)

7.05.08

Ya son ganas de tocar las narices

Es sencillamente patético, vergonzante y vil que en esta España nuestra que tanto nos duele a algunos, determinadas federaciones o asociaciones de protestantes evangélicos dediquen gran parte de sus esfuerzos mediáticos a atacar a la Iglesia Católica. Cuando ni tan siquiera las asociaciones musulmanes se meten con la Iglesia Católica para reivindicar sus peticiones, estos “cristianos” no pierden oportunidad de arremeter contra el catolicismo español. Debe ser que esa es su forma de entender la fraternidad cristiana. En vez de mirar por sus intereses, levantan su voz para unirse al coro de laicistas anticlericales que quieren ahogar a la Iglesia Católica.

La Alianza Evangélica Española quiere superar a Buenafuente, el de la Sexta, que a la hora de pedir a la gente que marque la casilla de la declaración de la renta a favor de las ONGs, no pierde la oportunidad de lanzar una indirecta a la campaña de la Iglesia Católica a favor de su propia casilla. Estos protestantes dicen que la campaña de la Iglesia Católica mantiene el concepto de papel recaudador del Estado en favor de una confesión religiosa y potencia que el centro de interés de la relación entre Estado e Iglesias sea prioritariamente económico. El caso es que los protestantes españoles han renunciado en repetidas ocasiones a tener su propia casilla en la declaración de la renta. Cosa que me parece muy respetable pero, ¿acaso porque ellos no quieran los católicos nos tenemos que jorobar? ¿qué comportamiento infantiloide es ese? “Yo no quiero ese juguente y si tú lo quieres, me meto contigo". Igualitos que el perro del hortelano, que ni come ni deja comer.

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6.05.08

Roma pide a los anglicanos que hagan lo que no han hecho en siglos

Empezaré reconociendo que la noticia me ha sorprendido bastante. Que Roma, a través del cardenal Walter Kasper, pida ahora a los anglicanos que se aclaren sobre si son protestantes o “católicos” -en un sentido parecido al que son católicos los ortodoxos-, es sorprendente por varias razones. La primera, porque desde la Santa Sede no se suelen dar este tipo de ultimatums en el ámbito del diálogo ecuménico. La segunda, porque Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, no es precisamente el paladín del conservadurismo entre la curia romana. Que sea él quien plantee esta cuestión en esos términos es ciertamente peculiar. La tercera, porque la petición será probablemente interpretada como una injerencia en los asuntos internos de la comunión anglicana.

Y dicho eso, me parece que aquí cabe aplicar aquello de “más vale tarde que nunca". En realidad la Iglesia Católica vuelve a lo que ha sido su posicionamiento tradicional hacia el anglicanismo. O sea, nunca lo ha considerado ni del todo protestante ni del todo en comunión con la Iglesia del primer milenio, anterior al Cisma de Oriente, lo cual explica, entre otras razones, porqué no se acepta la sucesión apostólica en los obispos anglicanos.

El concepto de “Vía Media", tan querido por muchos anglicanos, es en realidad una especie de tierra de nadie. Es la tibieza personificada. Ni fríos ni calientes. Ni protestantes ni católicos. Un totum revolutum que sólo puede desembocar en lo que ahora vemos, a saber, la más que posible disolución del anglicanismo. Porque de hecho, el problema que tienen ahora los anglicanos no es elegir sólo entre la Reforma y Roma o Bizancio. No, lo que ahora se plantea es la elección entre el cristianismo liberal, destinado a la desaparición, y el cristianismo conservador, sea tradicional o protestante. La pelea entre los anglicanos no está en si son católicos o protestantes, sino entre si son liberales o conservadores.

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