InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: María

13.10.21

No ofendan más a Dios

«Muchos otros signos hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no han sido escritos en este libro. Sin embargo, éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre».
Jn 20,30-31

El 13 de octubre de 1917, hace hoy 104 años, cuando miles de peregrinos se encontraban en Fátima, se produjo el «Milagro del sol» llamado así porque se vio al sol temblar durante unos tres minutos en una especie de «danza». Tuvo lugar tras la última aparición de la Virgen María a los pastorcitos Jacinta, Francisco y Lucía, y tras haber anunciado que haría una señal «para que creyesen».

El mensaje final de la Virgen a Lucía fue:

«No ofendan más a Dios, Nuestro Señor, que está ya muy ofendido»

No ofendamos más a Dios pecando sin arrepentirnos. No ofendamos más a Dios despreciando la gracia que nos conduce a la conversión. No se ofenda más a Dios adulterando el Evangelio de Cristo. No se ofenda más a Dios convirtiendo la gracia en libertinaje. No se ofenda más a Dios facilitando la fornicación y el adulterio. No se ofenda más a Dios profanando la Eucaristía. No se ofenda más a Dios fomentando la idolatría. No se ofenda más a Dios reconstruyendo Sodoma y Gomorra. No se ofenda más a Dios profanando sus templos. No se ofenda más a Dios poniendo a la Iglesia de Cristo al servicio del Príncipe de este mundo. No se ofenda más a Dios negando el buen pasto de la sana doctrina al rebaño de Cristo. No se ofenda más a Dios dejando a los niños en manos criminales. No se ofenda más a Dios agasajando a los apóstatas. No se ofenda más a Dios encumbrando a los heresiarcas. No se ofenda más a Dios ignorando a su Madre. No ofendamos más a Dios siguiendo la senda de quienes desprecian y se burlan de la fe que fue revelada de una vez para siempre a los santos. 

Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Laus Deo Virginique Matri

Luis Fernando Pérez Bustamante

4.04.20

Petición expresa al papa Francisco respecto a la Virgen María

Ayer, 3 de abril, el papa Francisco dijo lo siguiente en su homilía en Santa Marta (negritas mías):

Honrar a la Virgen y decir: «Esta es mi Madre», porque ella es la Madre. Y este es el título que recibió de Jesús, justo ahí, en el momento de la Cruz. Tus hijos, tú eres Madre. No la nombró primer ministro ni le dio títulos de «funcionalidad». Sólo «Madre». Y luego, los Hechos de los Apóstoles la muestran en oración con los Apóstoles como una madre. Nuestra Señora no quiso quitarle ningún título a Jesús; recibió el don de ser su Madre y el deber de acompañarnos como Madre, de ser nuestra Madre. No pidió para sí misma ser cuasi-redentora o una co-redentora: no. El Redentor es uno solo y este título no se duplica. Sólo discípula y madre.

No es la primera vez que Francisco niega que María es corredentora. No es la primera vez que Francisco, tal y como hacen los protestantes, sostiene la idea de que reconocer los títulos que adornan a la Madre del Señor le puede quitar algo de gloria u honra al Salvador. No es, por tanto, la primera vez, que Francisco arremete contra el honor debido a la Madre del Señor. 

Para empezar, es evidente que ser corredentora no es sinónimo de ser redentor, de la misma manera que ser copiloto no es ser piloto. San Pablo dice de sí mismo que es colaborador de Dios (1 Cor 3,9) y a nadie se le ocurre decir que el apóstol le resta gloria a Dios al afirmar tal cosa.

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15.03.19

Los obispos alemanes y Roma

La mayoría de los obispos católicos alemanes han decidido que van a debatir sobre una serie de temas que afectan no solo a la Iglesia en Alemania sino a toda la Iglesia Católica. Así lo ha asegurado el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal alemana (CEA).

Al parecer quieren debatir sobre el celibato sacerdotal, la moral sexual y el poder (supongo que más bien el ejercicio del mismo).

Para ello van a implementar tres foros de discusión, presididos por tres obispos, que abordarán esas cuestione. Concretamente habrá un foro sobre el celibato, a cargo de Mons. Felix Genn; otro sobre la moral sexual, a cargo de Mons Franz-Josef Bode; y otro sobre poder y participación -de los seglares, se entiende- a cargo de Mons.Wiesemann.

Habrá quien piense que no tiene nada de malo que los obispos de una nación quieran debatir sobre esos asuntos. Grave error. Me explico:

- La Iglesia Católica no funciona, o al menos no debería funcionar, como las iglesias ortodoxas, solo en clave nacional. De hecho, a diferencia igualmente de los ortodoxos, y de los anglicanos, en la Iglesia Católica existe una autoridad sobre todos los obispos, sean de donde sean y se “organicen” como se organicen: el Papa.

- Hay cuestiones doctrinales que por su misma naturaleza no pueden ser objeto de debate. Por ejemplo, ya pueden todos -no será el caso- los obispos alemanes ponerse de acuerdo en que las relaciones sexuales fuera del matrimonio y/o las relaciones homosexuales son aceptables, que eso solo implicará que han dejado de ser católicos.

Lo verdaderamente indignante de este asunto es que todo el mundo sabe lo que quieren y lo que van a plantear. De hecho, el propio cardenal Marx, en su rueda de prensa, se ha mostrado partidario de acabar con el celibato obligatorio para el clero de rito latino y del cambio en la moral sexual católca.

Es más, entre los “expertos” que han participado en la Plenaria de la CEA figura Eberhard Schockenhoff, quien no hay aspecto de la moral sexual católica que no quiera cambiar. Y el cardenal ha dicho de su exposición que el debate sobre dicha moral «lo presentó muy bien». No contento con ello, añadió que «la mayoría de los obispos» pensaban que «hay una necesidad de cambio» en la moral sexual de la Iglesia.

Cabe preguntar que si la mayoría están a favor del cambio, ¿a cuento de qué organizar la pantomima de un supuesto “camino sinodal” del que ya sabemos el resultado?

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8.12.17

Fieles a Cristo en su Madre

Lectura del libro del Apocalipsis

Cuando el dragón vio que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al varón. Pero se le dieron a la mujer las dos alas del águila grande para que volara al desierto, a su lugar, donde es alimentada durante un tiempo, dos tiempos y medio tiempo, lejos de la serpiente.
Entonces la serpiente arrojó de su boca como un río de agua tras la mujer, para arrastrarla con la corriente. Pero la tierra ayudó a la mujer: abrió la tierra su boca y absorbió el río que el dragón había echado de su boca.
El dragón se enfureció contra la mujer y se marchó a hacer la guerra al resto de su descendencia, a aquellos que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús.  Y se detuvo sobre la arena del mar.
Ap 12,13-18

La clave es, por gracia, guardar los mandamientos de Dios y mantener el testimonio de Cristo. Da igual  que todo a nuestro alrededor parezca venirse abajo. Da igual que el dragón aceche, con sus siervos disfrazados de apóstoles (2 Cor 11,13-15). Nos odia, nos desprecia, nos combatirá. Pero nada ni nadie nos puede separar del amor de Dios (Rom 8,35).

Por tanto, hermanos, siempre fieles al lado de nuestra Madre que nos lleva a Cristo.

Viva Cristo Rey.

Luis Fernando

15.09.17

Ahí tienes a tu madre

Evangelio de la Memoria de Nuestra Señora de los Dolores:

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Jn 19,25-27

Sin el menor género de dudas, el mayor regalo que Cristo nos concede en la Cruz junto con la salvación es la confirmación de que María es nuestra Madre. Lo hace en la persona del único discípulo que permanció fiel a él en todo momento. El discípulo amado, san Juan.

Aquella a quien Dios eligió y creó para ser su Madre, pasa a ser Madre nuestra. Y por las palabras de Cristo, nosotros pasamos a ser hijos suyos. Ninguna mujer es, pues, tan fecunda espiritualmente como la Siempre Virgen.

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