InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

28.09.23

La monja dicharachera y las bodas homosexuales

Sor Lucía Caram lleva años dándonos momentos de gloria a quienes nos dedicamos al negociado de la información socio-religiosa. A pesar de ser argentina se ha declarado independentista catalana.

Lleva tiempo pidiendo a la Iglesia que bendiga cualquier relación amorosa y que no se meta con quienes deciden abortar. De hecho, declaró estar a favor de la despenalización del aborto, a la vez que acusaba a Mons. Reig Pla de ser un talibán.

Su desparpajo le llevó a decir en un programa de televisión que la Virgen María y San José mantuvieron relaciones sexuales. Luego criticó a aquellos que se quejaron de su manera de pisotear el dogma católico sobre la virginidad perpetua de María. Es más, llegó a decir que desde Roma le pideron que se quedara tranquila por esas declaraciones.

Por último, cabe señalar que su amor por el papa Francisco es notorio, aunque alguno puede pensar que es excesivo cuando la ve decir que “a los cristianos nos salvó Jesucristo y, en estos momentos, el papa Francisco”.

Estos días ha vuelto a la actualidad al ser entrevistada por Jorge Javier Vázquez, conocido líder del lobby LGTBI. Como cabía esperar, la homosexualidad salió a la palestra. El entrevistador dijo a la monja que ella está a favor de que los gays se casen por la Iglesia, a lo que ella respondió que sí porque Dios bendice siempre el amor. Argumento ciertamente peculiar que no creo que sea aceptado así como así por aquellos que han sufrido la infidelidad de sus cónyuges. No parece que Dios bendiga el amor adúltero. Es más, me atrevo a decir que el único amor de ese tipo que Dios bendice es el que pasa por el sacramento del matrimonio, que resulta que solo puede darse entre un hombre y una mujer porque así lo dispuso el Creador desde el principio.

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23.09.23

Si nos hubieran dicho, no habríamos creído

Bien dice el Señor en los evangelios (Mateo 7) que al árbol se le conocerá por sus frutos. Un árbol malo da malos frutos. No cabe esperar otra cosa. Es el caso, por ejemplo, de la Constitución española de 1978. El cardenal primado de España, Marcelo, advirtió de lo que pasaría con su aprobación. Dijo que era:

  • “…salvoconducto para agresiones legalizadas contra derechos inalienables del hombre, como lo demuestran los propósitos de algunas fuerzas parlamentarias en relación con la vida de las personas en edad prenatal y en relación con la enseñanza".
  • “…no se garantiza de verdad a los padres la formación religiosa y moral de sus hijos".
  • “…no tutela los valores morales de la familia…Se abre la puerta para que el matrimonio, indisoluble por derecho divino y natural, se vea atacado por la “peste” (Conc. Vat.) de una ley del divorcio, fábrica ingente de matrimonios rotos y de huérfanos con padre y madre".
  • “…En relación con el aborto, no se ha conseguido la claridad y la seguridad necesarias. No se vota explícitamente este “crimen abominable” (Conc. Vat. II)".

Don Marcelo no lo señalaba en su carta, pero era evidente que esa Constitución abría también las puertas para la disolución de la unidad de la patria al conceder la condición de “nacionalidades” a algunos de los pueblos de España. De señalar tal hecho se encargó el “facha” de Blas Piñar, quien no necesitó ser un profeta para advertir de lo que se nos venía encima. Hoy el gobierno de España está en manos de un golpista como Puigdemont y un terrorista como Otegi. Todo ello, por supuesto, gracias a los millones de españoles que votaron a Pedro Sánchez el pasado 23 de julio. 

Lo “bueno” de la democracia es que cada pueblo tiene los gobernantes que se merece. España, por tanto,  se merece un gobierno que cede todo a quienes quieren acabar con la unidad del país, sean de izquierda o de derecha. Merece un gobierno dirigido por un sujeto que es capaz de decir hoy una cosa y mañana exactamente la contraria con tal de seguir siendo presidente. En otras palabras, gracias a la actual generación de españoles, España merece desaparecer por el sumidero de la historia. Y si no lo hace, será porque Dios se apiadará de este país debido al mucho bien que hizo al servirle llevando el evangelio por todas partes.

Aun así, ni don Marcelo ni don Blas pudieron imaginar, ni en sus peores pesadillas, que en España se aprobaría una ley de matrimonio civil entre personas del mismo sexo. No creo que pudieran preveer que en la educación se convertiría en un ejercicio de perversión sexual desde la más tierna infancia. Les resultaría inaudito pensar que habríamos de ver a una ministra diciendo por dos veces que los niños pueden tener relaciones sexuales con quien quieran.

Si es grave lo que ha pasado con España, y con otros países del entorno y de “al otro lado del charco", mucho peor es lo que está ocurriendo con la Iglesia Católica.

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19.09.23

¿Y tú con quién vas a estar?

En momentos críticos de la historia de la salvación, el pueblo de Dios fue exhortado a elegir si permanecía fiel al Señor o no.

Así ocurrió al poco de entrar en la Tierra Prometida:

Si os parece mal servir al Señor, escoged hoy a quién vais a servir. a los dioses a los que sirvieron vuestros padres cuando estaban al otro lado del río o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis. Yo y mi casa serviremos al Señor.
Josué 24,15

Así ocurrió cuando solo quedaba en pie un profeta del Señor frente a cuatrocientos profetas de Baal

Entonces Elías se dirigió a todo el pueblo y dijo. -¿Hasta cuándo andaréis cojeando con dos muletas? Si el Señor es Dios, id tras Él; y si es Baal, id tras él. El pueblo no le respondía ni palabra.
1 Reyes 18,21

Así ocurrió cuando se profanó lo más sagrado en tiempos de los Macabeos:

Entonces Matatías gritó por la ciudad con fuerte voz. -¡Todo el que sienta celo por la Ley y quiera mantener la alianza, que me siga!  Y él y sus hijos huyeron a los montes y abandonaron todo lo que tenían en la ciudad.
1 Ma 2, 27- 28

Hoy el Evangelio, la Tradición, la Fe católica están siendo profanados desde dentro de la propia Iglesia. Hasta los ciegos lo ven si son capaces de oír. Hasta los sordos lo oyen si son capaces de ver. Y hasta el más pequeño que tenga un mínimo de sentido de la fe oye, ve y se espanta si ama a Dios y su Iglesia.

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22.09.20

El verdadero cisma

Una parte tanto del sector ilustrado radical del catolicismo -vulgo “progre"- como del ilustrado conservador (*) -vulgo “neocón"- anda exhibiendo últimamente el espantajo de un cisma visible ante el evidente estado de descomposición de la unidad de la Iglesia. Ambos sectores se han tomado en serio el famoso “hagan lío” del actual Pontífice, Francisco, quien decidió que en vez de dedicarse a cumplir el ministerio de “confirmar a los hermanos en la fe", era hora de poner prácticamente todo patas arriba, especialmente en lo relacionado a la moral y los sacramentos. Como bien señaló a principios de este año Alonso Gracián:

Amoris laetitia es la constatación de la insana «creatividad» situacionista, conforme a la asimilación irresponsable del alma de la Modernidad. Amoris laetitia es consecuencia del personalismo y de la Nueva Teología.

Se puede hablar de otro sector de la Iglesia, el tradicionalista, muy minoritario pero reactivado últimamente por plumas seglares de reconocida popularidad e incluso por un par de obispos, caso de Mons. Schneider y Mons. Viganò. Este último, conocido en el mundo entero por el caso McCarrick, está “resucitando” el debate sobre el CVII. Debate, curiosamente, al que no prestan apenas atención los radicales, pues dan por amortizado dicho concilio y se disponen a ir más allá del mismo. Las reacciones, en no pocos casos furibundas, contra el cuestionamiento del CVII están llegando de filas conservadoras. Por su parte, el sector lefebvrista del tradicionalismo, protagonista precisamente del último pseudo-cisma oficial (incompleto según el cardenal Castrillón Hoyos) que fue “solucionado” por Benedicto XVI, está “contemplando los toros desde la barrera", supongo que experimentando una especie de deja-vu. O sea, “esto ya lo hemos vivido".

En mi opinión el cisma real fue gestado y alumbrado hace ya bastante tiempo. La unidad de la Iglesia es desde hace décadas como la vida del toro al que el torero acaba de entrar a matar eficazmente. Todavía se tiene de pie, pero está más muerto que vivo. Solo hace falta un leve toque en la cabeza para que se desplome. Y si no, el descabello.

Ni obispos ni sacerdotes ni religiosos ni seglares de todos los sectores señalados profesan la misma fe. No la profesan en materia moral. No la profesan a nivel litúrgico. No la profesan a nivel de muchos dogmas (¿cuál no ha sido cuestionado?). Es decir, del catolicismo se ha apoderado el espíritu de división típico del protestantismo. Cada cual cree lo que le parece y actúa en consecuencia. Y sin embargo, se ha ido manteniendo una especie de ficción de unidad visible en torno a la figura del papado. 

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25.04.20

Secuestrada, casi invisible

Del Oficio de Lecturas de hoy, sábado 25 de abril:

La Iglesia, habiendo recibido, como hemos dicho, esta predicación y esta fe, aunque esparcida por todo el mundo, la guarda con diligencia, como si todos sus hijos habitaran en una misma casa; y toda ella cree estas mismas verdades, como quien tiene una sola alma y un solo corazón, y, en consecuencia, las predica, las enseña y las transmite, como quien tiene una sola boca. Porque, si bien en el mundo hay diversidad de lenguajes, el contenido de la tradición es uno e idéntico para todos.

Y lo mismo creen y transmiten las Iglesias fundadas en Germania, así como las de los iberos, las de los celtas, las del Oriente, las de Egipto, las de Libia y las que se hallan en el centro del mundo; pues, del mismo modo que el sol, creatura de Dios, es uno e idéntico en todo el mundo, así también la predicación de la verdad brilla en todas partes e ilumina a todos los hombres que quieren llegar al conocimiento de la verdad.
Contra los herejes, San Ireneo de Lyon

Así era la Iglesia en el siglo II. Una misma fe, una misma predicación independientemente de dónde estuviera. Así ha sido la Iglesia duante 20 siglos. Ciertamente ha sufrido el embate de cismas y herejías, pero dentro de ella la fe era la misma. 

Hoy esa Iglesia prácticamente se ha desvanecido. No digo que haya dejado de existir -los mártires dan testimonio de su existencia-, pero no es visibile en amplias zonas del mundo. Basta ver lo que predican buena parte de los obispos alemanes y lo que predican los polacos. No profesan la misma fe. Y dentro de la propia Iglesia en Alemania no es igual lo que predica el cardenal Kasper que lo que predica el cardenal Woeki. No es lo mismo lo que predica el cardenal holandés Eijk que lo que predican la mayoría del resto obispos holandeses. Etcétera.

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