InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

7.07.24

En tiempos de desolación

Ni el más optimista de los modernistas del siglo XX podría haber pensado que justo cuando estamos a las puertas del primer cuarto del siglo XXI, la Iglesia parecería estar en manos de aquellos que luchan denodadamente por poner fin a más de veinte siglos de Tradición.

¿Quién de esos modernistas podía imaginar que hoy se daría de comulgar a adúlteros y amancebados?; ¿quién de ellos habría previsto, incluso bajo intoxicación etílica, que se bendecirían uniones homosexuales?; ¿cuántos sospecharon por un momento que, tras una reforma litúrgica pergeñada por masones, la Misa tridentina iba a ser perseguida e incluso prohibida?; ¿qué modernista de mediados del siglo pasado habría soñado con ver un altar profanado por budistas en Asís, un culto pagano en los jardines vaticanos, o un documento sincretista firmado por un Papa?

Y sin embargo, ese es el panorama al que se enfrentan los católicos que quieren ser fieles a Cristo y la Tradición de la Iglesia. Católicos que son perseguidos, insultados, despreciados y arrinconados por quien tiene el ministerio de confirmar en la fe. Se hace uso de la autoridad no para preservar a la Iglesia del error, sino para intentar destruir a los que quieren seguir creyendo hoy lo que siempre ha creído la Iglesia, a los que quieren celebrar la Misa como la celebraron miriadas de santos. Es la perversión de la autoridad. Algo bueno se corrompe para obrar el  mal.

Esa perversión de lo bueno se extiende a muchos ámbitos de la Iglesia. Por ejemplo, la misericordia se ha convertido en vía libre a la vida de pecado. La gracia se ha pisoteado ignorando la enseñanza del apóstol:

“Entonces, ¿qué? ¿Pecaremos, ya que no estamos bajo la Ley sino bajo la gracia? De ninguna manera”
(Rom 6,15)

Siendo así las cosas es hasta cierto punto normal que muchos tengan la tentación de salir corriendo. Ahora bien, ¿hacia dónde?. San Ignacio de Loyola tiene una frase muy oportuna para este tiempo: 

«En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación, o en la determinación en que estaba en la antecedente consolación. Porque, así como en la consolación nos guía y aconseja más el buen espíritu, así en la desolación el malo, con cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar».

¿A qué nos llama el santo? No solo a no salir corriendo en tiempos como los actuales, sino a permanecer firmes en la consolación de andar por gracia en la verdad.

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26.06.24

O tempora, o mores

Cito de la obra Apologia pro vita sua de San Juan Enrique Newman. Habla de lo que era la Iglesia Católica del siglo XIX y establece una comparación con lo que era en tiempos patrísticos:

En conjunto, pues, tenemos razones para decir que si hoy día existe una forma de cristianismo que se distingue por su organización cuidadosa y el poder que se deriva de ella, si está extendida por todo el mundo, si destaca por el celoso mantenimiento de su propio credo, si es intolerante hacia lo que considera erróneo, si está ocupada en una guerra incesante con todos los demás cuerpos llamados cristianos; si, y sólo ella es llamada “católica” por el mundo, más aún, por aquellos mismos cuerpos, y si tiene en estima dicho título, si los llama heréticos y les previene del infortunio que se acerca, y los llama uno a uno para que se conviertan a ella, sobrepasando cualquier otro vínculo. Y si, por otra parte, ellos la llamaran seductora, ramera, apóstata, Anticristo y demonio, si la consideran su enemiga a pesar de lo mucho que difieren unos de otros, si se esfuerzan en unirse contra ella y no pueden, si solo son locales, si continuamente se subdividen y ella permanece una, si ellos caen uno tras otro, y preparan el camino para nuevas sectas y ella permanece la misma, esa comunión religiosa no es diferente al cristianismo histórico tal y como se nos presenta en la Era Nicena.

Y:

Luego, si ahora existe una forma de cristianismo tal que se extiende por todo el mundo, aunque con medidas diversas de importancia o de prosperidad en lugares distintos. Que se halle bajo el poder de soberanos y magistrados ajenos a su fe de diversos modos. Que naciones florecientes y grandes imperios, que profesan o toleran el nombre de cristiano se sitúen en contra suya como adversarios. Que escuelas de filosofía y de estudio apoyen teorías y lleven a cabo conclusiones hostiles a ella, y establezcan un sistema exegético subversivo sobre sus Escrituras. Que haya perdido iglesias enteras a causa del cisma y se le oponen hoy día comuniones poderosas que una vez fueron parte suya. Que haya sido del todo o casi desterrada de algunos países. Que en otros esté oculta su línea de enseñanzas, su grey oprimida, sus iglesias ocupadas, sus propiedades ostentadas por la que podría llamarse una sucesión duplicada. Que en algunos de sus miembros sean degenerados y corruptos, sobrepasados en diligencia, en virtud y en dones intelectuales por los mismos herejes a los que condena. Que abunden las herejías y haya obispos negligentes sin la autoridad propia. Y que entre sus desórdenes y sus temores haya una sola voz cuyas decisiones espera con confianza el pueblo, un nombre y una sede a la que miran con esperanza, y aquel nombre sea Pedro y aquella sede la de Roma, tal religión no es distinta del cristianismo de los siglos V y VI.

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23.06.24

De la resistencia debida a la necedad absoluta

Cualquiera que tenga fe católica y un poco de conocimiento de la Escritura y la Tradición sabe que Cristo llama adúlteros a los divorciados vueltos a casar, san Pablo enseña que los adúlteros y fornicarios no entrarán en el reino de los cielos y advierte que comulgar en estado de pecado acarrea condenación. Obviamente, y parece mentira que haya que explicar esto, uno no puede obtener el perdón de Dios si no se arrepiente de su vida de pecado. Trento convirtió todo eso en cánones.

Cualquiera que se llame cristiano sabe que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo son abominables a los ojos de Dios, además de contrarias a la ley natural.

Cualquiera que, cristiano o no, tenga un poco de sentido común, sabe que no se puede bendecir el mal, sea de la naturaleza que sea.

Pues bien, resulta que cualquiera también sabe que el Obispo de Roma ha «autorizado» la comunión de adúlteros y fornicarios, la bendición de parejas homosexuales -que obviamente son parejas en cuanto que viven en pecado- y, de hecho, ha abierto la puerta a cualquier barbaridad en el ámbito moral desde que dijo que aunque alguien conozca la ley de Dios, puede incumplirla sin pecar. Así se indica en el punto 301 de Amoris Laetitia:

Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa.

Podría señalar muchas otras cuestiones que atentan contra el bien común de los fieles y la salvación de las almas, pero esto es un artículo en un blog y no un ensayo.

Ante esa realidad caben varias actitudes:

1- Aplaudir porque se está de acuerdo. Dentro de ese sector, hay dos grupos:

  • Los que aplauden y piden ir más allá de forma inmediata, desmontando por completo lo que queda de la fe y moral católica tradicional. 
  • Los que aplauden y esperan que más adelante, una vez todo el mundo asuma los cambios actuales, se pueda avanzar en la revolución. Estos son muy inteligentes porque saben cuál es la verdadera esencia del conservadurismo.

2- Aplaudir aunque no se esté del todo de acuerdo por la sencilla razón de que el Papa es Papa y hay que obedecerle siempre. Este gente es la misma que defiende con ardor una doctrina (p.e, Familiaris consortio) y exactamente la contraria (p.e Amoris Laetitia), siempre que el Papa de turno así lo disponga. Para ellos la Iglesia es una secta que sigue a su líder aunque dé bandazos de un lado para otro. Entre ellos hay algunos que se empeñan en convencer al personal que no hay contradicción entre enseñar una cosa y la contraria. Estos son especialmente peligrosos, porque quitan las defensas a los fieles contra el error, dejándolos en manos del padre de toda mentira. Y, créanme, llevan décadas actuando.

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13.06.24

Habrá eutanasia para todos aunque no quieran

En marzo del 2010 escribí un artículo sobre la “muerte digna”, que es el eufemismo que los defensores de la eutanasia utilizan para suavizar la indignidad de su postura. Dije:

Creo que todos estamos de acuerdo en que cuando alguien está en una fase terminal de una enfermedad, es apropiado aliviarle los sufrimientos si así lo pide. Ahora bien, no es lo mismo estar muriéndose que querer morir porque la vida que se lleva es muy “complicada” por causa de una enfermedad….

… el Estado no puede dedicarse a ayudar a morir a los que no quieren vivir. Por esa misma regla de tres, una persona que haya perdido mujer, hijos, padres o hermanos en un accidente, puede decidir que su vida no merece la pena ser vivida y pedir al Estado que le ayude a quitarse de en medio. Si dejamos en manos del hombre cuándo merece vivir y cuándo no, abrimos la puerta a la justificación social del suicidio y todo tipo de eutanasia. Y llegará un momento en que sea el Estado, y no la persona, quien tenga la última palabra sobre quién merece seguir viviendo y quién no.

En octubre del año anterior, 2009, le dediqué otro post al tristemente famoso, y ya fallecido, doctor Montes, a quien se acusó de dedicarse a sedar hasta la muerte a pacientes que él consideraba que no deberían seguir viviendo. Entonces escribí:

El doctor Montes es un médico peculiar. Partidario de la eutanasia, tenía como costumbre el practicar sedaciones propias de los enfermos terminales a los ancianos incautos que caían en sus manos en el servicio de urgencias del hospital Severo Ochoa de Leganés. Algunos de ellos murieron aunque, por lo que tengo entendido, la falta de una autopsia a tiempo impidió que se pudiera demostrar la relación directa entre la sedación y las muertes. Juzgado por ello salió indemne, a pesar de que los peritos médicos reconocieron que en no pocos de esos casos su praxis médica había sido inadecuada.

…. la figura del doctor Montes es el paradigma de lo que nos espera cuando el zapaterismo dé el siguiente paso en su «solución final» para lanzar a España por el abismo de la cultura de la muerte. Una vez que aprueben el aborto, es cuestión de tiempo que se metan con la eutanasia. Y aunque nos venderán que la misma será sólo legal por petición de los pacientes o sus familiares -cuando aquellos no puedan expresarse-, se abrirá la puerta para que los médicos sin escrúpulos decidan cuándo, cómo y a quién aplicar sedaciones «montesinas».

No fue Zapatero quien legalizó la eutanasia. Ha sido el gobierno de Pedro Sánchez, que es una versión aún más maléfica del primero. Por supuesto, el Tribunal Constitucional ha cumplido su papel de ser la voz de su amo dando el visto bueno a esa ley, como daría el visto bueno a otra que decretara que las personas altas y obesas deben ser sacrificadas. No se puede dar credibilidad a ese tribunal político, que sirve al gobierno de turno. 

Cuando querían justificar la aprobación de la ley, insistían en que solo se aplicaría en casos muy extremos. Siempre hacen lo mismo. Lo hicieron con el aborto (hoy derecho), luego con las primeras leyes de parejas de hecho homosexuales (hoy matrimonio), y lo hacen con la eutanasia (mañana eugenesia). Lo que iba a ser una excepción se convirtió en la norma. 

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11.06.24

La gran farsa

La archidiócesis de Madrid acaba de hacer un gran favor a los fieles católicos de todo el mundo, o al menos a los de España. Nos ha mostrado el verdadero rostro de la sinodalidad.

No sé bien cuál es el número de católicos de misa dominical, pero si hacemos caso al CIS, la cosa debe de andar entre trescientos mil y seiscientes mil. Pues bien, el número de participantes madrileños en las respuestas al cuestionario para la segunda sesión del sínodo sobre sinodalidad que se va a celebrar, si Dios no lo remedia, en octubre de este año, llega a la asombrosa cifra de 856. O sea, no llega ni al 0,3% y seguramente esté por debajo del 0,2%.

Que con una cifra así se hable del “dinamismo sinodal que ha implicado a todo el Pueblo de Dios” es una tomadura de pelo. Si extrapolamos esas cifras a toda España, y me huelo que en la mayoría de las diócesis el porcentaje de participación ha sido menor, estaríamos hablando de alrededor de 17.000 fieles. ¿Ese es todo el pueblo de Dios en España?

En realidad, todo lo relacionado con este sínodo mantiene los principios que ya se marcaron en sínodos anteriores. A saber, se monta un escenario artificial en el que ya se tiene predeterminado el resultado, para dar la imagen de que hay una verdadera iglesia sinodal y no una iglesia en manos de grupos de poder que quieren reformarlo todo para convertir nuestra Iglesia en un instrumento más del Nuevo Orden Mundial masónico. Y si algo no sale como lo tienen pensado, da igual. Ahí aparecen los resortes del poder para cambiar las cosas por las bravas. Es exactamente lo que ha pasado con Fiducia supplicans. Es lo que pasó con el cambio sobre la marcha de las normas sobre la Relatio Final en la primera sesión del sínodo sobre la Familia.

Otro ejemplo de esta gran farsa es la reunión cuasi secreta -como toda buena tenida- que tiene lugar en Roma a la que acuden 20 teólogos, de quienes no sabemos ni el nombre ni la procedencia, para “discernir” y preparar el sínodo. 

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