InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

18.07.25

Sinodalmente abortistas

La Iglesia en Alemania es en buena medida abortista. Sí, dicho con todas las letras. Por si alguien tenía alguna duda, el presidente de la Conferencia Episcopal acaba de declarar estar muy conforme con la ley que regula el aborto en el país germano. Cabe recordar que con dicha legislación, en Alemania se producen más de cien mil abortos al año -106.218 en 2023-.

La izquierda alemana cree que no es suficiente y pretende legislar para liberalizar aún más el crimen de matar a los no nacidos, pero si no lo consiguió en la anterior legislatura, cuando contaba con mayoría, no parece fácil que lo logre ahora. Aunque no descarten ustedes nada, porque en la CDU ocurre lo mismo que en el Partido Popular español. Hay multitud de abortistas.

En el SPD han pensado que, a falta de ley, van a colocar en el Tribunal Constitucional a una de las juristas más abortistas que se puedan encontrar no solo en Alemania sino en todo el mundo: Frauke Borsius-Geldorf.

Esa señora ha dicho públicamente cosas como estas:

«Observar si al embrión y posteriormente al feto le corresponde la garantía de la dignidad humana del artículo 1 de la Ley Fundamental es un asunto muy debatido en la ciencia jurídica constitucional. En mi opinión, hay sólidos argumentos para sostener que dicha garantía comienza a partir del nacimiento».

En el 2024 escribió en una publicación académica que «la suposición de que la dignidad humana existe allí donde hay vida humana es un error biológico‑naturalista».

Cuando se vio que no iba a obtener los votos necesarios para ser magistrada del TC alemán, se aplazó la votación. Y desde entonces se ha puesto en marcha la operación “lavado de cara de nuestra querida Frauke”. Ella misma se ha ido de gira por los medios alemanes a decir que es abortista, pero no tanto. Por ejemplo, ha declarado:

«Nunca he defendido la legalización o la impunidad del aborto hasta el nacimiento».

Dice que es incorrecto atribuirle la idea de que el embrión carezca de derecho a la vida. Según explicó, su posición se centra en legalizar el aborto en las fases iniciales del embarazo. «Hoy en día ya es impune, pero sigue siendo ilícito; considero que, por razones constitucionales debería ser lícito»

Cualquiera puede entender que si se puede matar constitucionalmente al embrión o al feto, entonces es que no tienen derecho a la vida, que me van a permitir ustedes que diga que es el primero de los derechos, del cual dependen los demás.

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2.05.25

San Agustín y el matrimonio

🕊️ San Agustín y el matrimonio.

En una época en la que la confusión doctrinal sobre el matrimonio y el divorcio están a la orden del día, volver a las enseñanzas de los Padres de la Iglesia es absolutamente necesario. Uno de los más destacados, San Agustín de Hipona ofrece una clara enseñanza sobre la indisolubilidad del vínculo familiar.

Su tratado De coniugiis adulterinis (“Sobre los matrimonios adulterinos”), escrito hacia el año 419, responde directamente a un obispo de su tiempo, Polencio, quien defendía que una mujer abandonada por su marido adúltero podía volver a casarse. San Agustín, con respeto pero con firmeza, desmonta sus argumentos y reafirma la enseñanza evangélica. Al fin y al cabo, el santo obispo de Hipona no hace otra cosa que seguir lo indicado por Cristo:

El matrimonio no se rompe con el pecado y la infidelidad de uno de los cónyuges. Es uno de los argumentos más manidos para intentar legitimar un divorcio que abriría la puerta a una segundas nupcias de, al menos ,quien ha sido víctima del adulterio. San Agustín lo rechaza

Porque la mujer, mientras vive su marido, ya sea casto o adúltero, si se casa con otro, comete adulterio; y el varón, mientras vive su mujer, ya sea casta o adúltera, si se casa con otra, comete adulterio.
De coniugiis adulterinis, libro I, cap. 9 (cf. Romanos 7,2; 1 Corintios 7,10–11)

El  obispo Polencio daba una interpretación errónea del pasaje de 1 Cor 6,12 -«Todo me está permitido, pero no todo es provechoso. Todo me está permitido, pero no me dejaré dominar por nada»- dando a entender que el divorcio y recasamiento podrían no ser convenientes pero lícitos. San Agustín le replica:

Tú dices que es lícito, pero que no conviene; yo, en cambio, digo que no es lícito, aunque a algunos les parezca conveniente.
De coniugiis adulterinis, libro II, cap. 3 (cf. 1 Corintios 6,12)

¿Qué hacer en caso de adulterio? Por una parte, San Agustín permite la separación pero quien se separa debe permanecer solo, sin volverse a casar:

El que repudia a su mujer salvo por fornicación la expone al adulterio si se casa con otro; y quien se casa con la repudiada, comete adulterio. Por tanto, no la repudie sino por fornicación; y si la repudia, permanezca solo.
De coniugiis adulterinis, libro I, cap. 10 (cf. Mateo 5,32; Mateo 19,9)

Pero al mismo tiempo ofrece un mejor camino que la separación: el del perdón. Que además no es una opción sino un deber cristiano. Se entiende que el contexto es el del arrepentimiento del adúltero:

¿Qué cristiano puede no estar dispuesto a perdonar lo que Cristo perdona?
De coniugiis adulterinis, libro I, cap. 15 (cf. Juan 8,11)

El tal Polencio debía ser un modernista avant la lettre, porque buscaba usar cualquier resquicio para contradecir las enseñanzas de Cristo. Por ejemplo,  sostenía que 1 Cor 7,39 -«La mujer está ligada mientras vive su marido; pero si su marido muere, queda libre para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor»- podía interpretarse como muerte espiritual del marido provocada por su adulterio. Pero San Agustín le dijo que no se podía forzar el texto bíblico:

El Apóstol no habla de la muerte del alma, sino de la muerte del cuerpo cuando dice: ‘La mujer está ligada por la ley mientras su marido vive’.
De coniugiis adulterinis, libro II, cap. 4 (cf. 1 Corintios 7,39)

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4.04.25

Imaginen un concilio de Nicea "sinodal"

El virus sinodal alemán, apenas matizado por el Sínodo de la sinodalidad celebrado en Roma, se extiende por toda la Iglesia. Consiste básicamente en someter la autoridad de los obispos, de quienes la Tradición e incluso el Concilio Vaticano II en el capítulo III de la Constitución Dogmática Lumen gentium afirma que son “pastores, como maestros de doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros de gobierno", a la del populismo asambleario que imita a la perfección el que se produjo en muchos países occidentales desde la revuelta estudiantil francesa de 1968. No es democracia auténtica, aunque ya de por sí eso sería inaceptable, sino revolución. Los grupos más ideologizados son los que están interesados en participar en un proceso que es de hecho ignorado, cuando no despreciado, por la gran masa de los fieles. Italia acaba de asistir a un nuevo capítulo de la autodestrucción de la Iglesia, que solo Dios sabe qué grado alcanzará no tardando mucho.

Tras décadas de impulso de secularización de la sociedad occidental y de la propia Iglesia, no tiene nada de particular que los laicos que participan en esa revolución quieran que llegue hasta las últimas consecuencias: LGTBI, feminismo, aceptación de la anticoncepción, cambio de la moral sexual, supresión del celibato, vaciamiento del sacramento del orden, etc. Al aborto y la eutanasia no llegan por el momento, pero todo se andará. No en vano la copresidente del sínodo alemán ya se mostró favorable a que se prestara un servicio nacional para llevar a cabo abortos. Y ahí tienen ustedes al cardenal Fernández -auténtico destructor de la fe, muñidor de la herética Amoris Laetitia y la blasfema Fiducia Supplicans- mostrando el camino a la aceptación de las operaciones de cambio de sexo. Se trata de no dejar piedra sobre piedra.

Sinodalidad actual a la luz de la Biblia y la Tradición

¿Qué nos dice la Escritura y el resto de la Tradición sobre el proceso actual?

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2.01.25

El maltrato a los pecadores no arrepentidos

Imagine usted por un momento que Francisco Porras, tras realizarse una pruebas, va a su doctor habitual, quien le dice: “Paco, tienes algún desarreglo pero nada de importancia. Sigue con tu vida tranquilamente y vuelve dentro de un año”

Resulta que las pruebas daban como resultado que Paco tiene cáncer. Al año no pudo volver al doctor porque ya había muerto.

Ahora imaginen al bueno de Paco pidiendo a un cura que le confiese porque sospecha que lleva una vida de pecado. Y el cura le dice: “No seas rigorista contigo mismo. Si amas a Dios, lo demás es relativo. No te obsesiones con estas cosas. Y no hace falta que vuelvas por aquí, ya que la confesión es algo preconciliar que debe desaparecer. Con que le pidas perdón a Dios alguna vez si te pasas de largo, basta".

Al año siguiente Paco no solo murió sino que no se fue de cabeza al infierno porque Dios quiso apiadarse de su alma y le concedió que un cura católico -especie en  peligro de extinción- estuviera como capellán en el hospital (*) donde pasó sus últimos días de vida.

El señor Porras pudo demandar por negligencia al médico que le ocultó que tenía cáncer. Aunque no le dio tiempo a ver el resultado de su demanda, el galeno  acabó siendo suspendido de por vida para el ejercicio de su profesión, fue condenado a la cárcel y los familiares de Paco cobraron una indemnización abundante. Pero, ¿dónde se puede demandar al cura negligente que puso en peligro de muerte eterna su alma?

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16.09.24

No hay salvación en ningún otro

«…no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos»
Hechos 4,12

Ríos de tinta han corrido desde que Francisco dijo que todas las religiones llevan a Dios. No algunas, sino ¡TODAS! Artículos de opinión, blogs, vídeos, mensajes en Redes Sociales, etc. Ahora bien, ¿saben ustedes de algún obispo que haya dicho algo al respecto? Hasta donde yo sé o hasta que estoy escribiendo este post, ninguno ha abierto la boca. De hecho, cuando Francisco firmó la declaración de Abu Dhabi en la que se puede leer…: 

«El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos. Esta Sabiduría Divina es la fuente de la que proviene el derecho a la libertad de credo y a la libertad de ser diferente».

… sólo Mons. Athanasius Schneider hizo oír su voz para constatar que tal declaración es contraria a la fe cristiana y católica. La declaración fue modificada precisamente en Kazajistán años después, aunque el original permanece inalterado. En cualquier otro momento de la historia habría sido impensable que un Papa firmara algo así, pero sobre todo, habría sido imposible que el episcopado mundial en pleno hubiera permanecido en silencio. La crisis arriana no fue nada comparada con la que hoy asola la Iglesia.

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