(291) Sínodo 2014- Conversión penitencial, acompañamiento pastoral y gradualidad

Familia y vida–Demasiado largo.

–Si no puede con todo, lea al menos las líneas que van en negrita. Ánimo.

Hermanos, antes de celebrar el sagrado Sínodo-2015  sobre el matrimonio y la familia, reconozcamos humildemente nuestros pecados. De otro modo no conseguiremos nada. Han sido innumerables pecados de acción o de omisión los que han arrasado el hogar cristiano.

Pecados de los laicos: ya son a veces más numerosos los matrimonios civiles y los concubinatos que los matrimonios sacramentales. La anticoncepción está generalizada incluso en los matrimonios practicantes. Se multiplican los divorcios, infidelidades y adulterios. Se reduce pecaminosamente la natalidad hasta medidas extremas. No se transmite apenas la fe a los hijos, ni casi se intenta. Se abre el hogar ampliamente el pecado del mundo, educando a los hijos en los pensamientos y costumbres de las modas vigentes, y en el uso indiscriminado de los medios de comunicación, etc.

Pecados de Obispos, párrocos, teólogos y profesores de colegios y universidades católicas. No se predica casi nunca la virtud de la castidad, y menos de la castidad conyugal. Se permite en la práctica la difusión impune de muchos errores y herejías acerca del matrimonio y de la familia; y esto tanto en Facultades teológicas, en publicaciones y en medios de difusión, como en predicaciones y catequesis, en colegios y universidades sedicentes católicas.

Sin reconocimiento de estos pecados, no hay renovación posible del hogar cristiano. Como reconocía San Juan Pablo II, «se han esparcido a manos llenas ideas contrastantes con la verdad revelada y enseñada desde siempre. Se han propalado verdaderas y propias herejías en el campo dogmático y moral» (6-II-1981), muy especialmente en referencia al matrimonio y a la familia. Y si eso ha sido posible se ha debido a la impunidad de los herejes. ¿Nadie piensa reconocer esas culpas y reafirmar la apostólica autoridad de los Obispos, ejercida con eficacia en favor del pueblo cristiano, de los matrimonios y familias concretamente?

El Sínodo próximo pretende con santa audacia la renovación de matrimonios y familias en el Evangelio de Cristo. Pero eso únicamente puede lograrse por la gracia de Dios, y el Señor «resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes» (Prov 3,34; Sant 4,6; 1Pe 5,5). No conseguirá el Sínodo la renovación católica del matrimonio y de la familia si no parte de un reconocimiento humilde, sincero y penitente de los graves pecados de acción y de omisión que han causado tan generalizadas degradaciones del hogar cristiano. No conseguirá sus altos fines si, en términos  triunfalistas, pone el énfasis en «una dimensión nueva de la pastoral familiar actual» (Relatio 27); es decir, en «una renovación radical de la praxis pastoral a la luz del Evangelio de la familia» (37). 

Es verdad que la Relatio final del Sínodo-2014 reconoce la mala situación actual de muchos matrimonios y familias; pero lo hace en clave predominantemente sociológica. Apenas denuncia los graves pecados destructores del hogar cristiano, sino que más bien se centra en describir, y con cierta amplitud, la penas temporales que son consecuencia de esos pecados:

individualismo exasperado, soledad, pobreza, precariedad laboral, fiscalidad aplastante, crisis demográfica, formas de poligamia simultánea o sucesiva, convivencias de pareja sin vínculo institucional, niños nacidos fuera del matrimonio, legislación civil que en nada favorece al matrimonio y la familia, multiplicación del divorcio y de nuevos casamientos [eufemismo de «adulterios»], absentismo de los padres, discriminación de la mujer, violencias domésticas, emigraciones forzosas, fragilidad afectiva personal, «una cierta difusión de la pornografía [!] y de la comercialización del cuerpo», desarrollos ambiguos de la biotecnología, etc. (5-10)

Denuncia el Sínodo muy escasamente las infidelidades de Pastores y fieles, si bien las reconoce alguna vez al paso; como cuando habla de «la crisis de la fe que ha efectado a tantos católicos, y que frecuentemente está en el origen de las crisis del matrimonio y  de la familia» (5; cf. 32). «Debido a la secularización [eufemismo de «apostasía»] en muchas partes del mundo, la referencia a Dios se ha reducido considerablemente, y la fe ya no es compartida socialmente» (7).

No es bastante.

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–La insuficiencia penitencial del Sínodo se manifiesta, como ya vimos, en su carencia casi total de perspectiva soteriológica –cielo, purgatorio, infierno– (289). Y se hace manifiesta si comparamos su tonalidad con las campañas tradicionales de conversión en Israel y en la Iglesia (J. M. Iraburu, Oraciones de la Iglesia en tiempos de aflicción, Fund. GRATIS DATE, Pamplona 2001). Cito abreviadamente algunos ejemplos:

Daniel (s. VI, A.C. «Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres. Eres justo en cuanto has hecho con nosotros. Porque hemos pecado y cometido iniquidad, apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido. Por el honor de tu nombre, no nos desampares, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia… Hoy estamos humillados por toda la tierra a causa de nuestros pecados. Pero acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde. Que éste sea hoy nuestro sacrificio, y que sea agradable en tu presencia. No nos defraudes, Señor, trátanos según tu piedad, según tu gran misericordia. Líbranos con tu poder maravilloso y da gloria a tu nombre, Señor»(3,25-45).

«Por amor de ti, Señor, haz brillar tu rostro sobre tu Templo devastado. Oye, Dios mío, y escucha. Abre los ojos y mira nuestras ruinas, mira la ciudad sobre la que se invoca tu Nombre, pues no por nuestras justicias te presentamos nuestras súplicas, sino por tus grandes misericordias. ¡Escucha, Señor! ¡Perdona, Señor! ¡Atiende, Señor, no tardes, por amor de ti, Dios mío, ya que es invocado tu Nombre sobre tu ciudad y tu pueblo» (9,17-19).

San Clemente Romano (+96). «Misericordioso y compasivo, perdónanos nuestras injusticias, faltas, pecados y errores. No tengas en cuenta ningún pecado de tus siervos y siervas, sino purifícanos con la purificación de tu verdad y endereza nuestros pasos para que caminemos en santidad de corazón y hagamos lo que es bueno y grato en tu presencia» (1Cor 60,1-2).

San Cipriano (+258) ve merecidas las persecuciones que está sufriendo la Iglesia: «El Señor cumplió la voluntad del Padre, pero nosotros no hemos cumplido la voluntad de Dios, y nos hemos entregado al lucro de los bienes temporales, marchando por los caminos de la soberbia. Caímos en rivalidades y disensiones. Descuidamos la sencillez y la lealtad. Renunciamos de palabra, pero no de obra, al mundo, muy indulgente cada uno consigo mismo y severo con los demás. Por eso recibimos los azotes que merecemos… Con razón sufrimos estos males por nuestros pecados, pues ya nos lo previno el Señor, cuando dijo: “si sus hijos abandonan mi ley y no siguen mis mandamientos, si profanan mis preceptos y no guardan mis mandatos, castigaré con la vara sus pecados y a latigazos sus culpas” [Sal 88,31-33]… Imploremos, pues, desde lo más íntimo de nuestro corazón la misericordia de Dios, porque también Él añadió estas palabras: “no les retiraré mi favor” [88,34]… Roguemos con insistencia y no dejemos de gemir con continuas plegarias… No cesemos en manera alguna de pedir y de esperar recibir con fe, y supliquemos al Señor con sinceridad y en unánime concordia, con gemidos y lágrimas a la vez» (Carta 11).

Es el mismo espíritu del clamor in tribulatione de la Edad media, que congregaba en la iglesia al pueblo cristiano ante la Eucaristía expuesta. El clero, postrado en tierra, recitaba el In spiritu humilitatis: «En espíritu de humildad y con el ánimo contrito [Sal 50,19], Señor Jesús, Redentor del mundo, nos acercamos a tu santo altar, a tu sacratísimo Cuerpo y Sangre, y en tu presencia nos confesamos culpables de nuestros pecados, por los cuales somos justamente oprimidos» (Oraciones… aflicción, 31).

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–Por el contrario, el énfasis del Sínodo, al pretender la renovación de matrimonios y familias parece centrarse, con grandes optimismos, en la aplicación de «nuevos modos de pastoral»... «Los Padres sinodales han percibido la urgencia de caminos pastorales nuevos que partan desde la realidad efectiva de las fragilidades familiares», etc. (45)

«Al tiempo que sigue anunciando y promoviendo el matrimonio cristiano, el Sínodo alienta también el discernimiento pastoral de las situaciones de tantos que no viven ya esta realidad. Importa entablar un diálogo pastoral con estas personas, con el fin de poner de relieve los elementos de su vida que puedan conducir a una mayor apertura al Evangelio del matrimonio en su plenitud. Los pastores han de identificar elementos que puedan favorecer la evangelización y el crecimiento humano y espiritual. Una nueva sensibilidad de la pastoral actual consiste en captar los elementos positivos presente en los matrimonios civiles y, con las debidas diferencias, en las convivencias. Es preciso que en la propuesta cristiana, aun afirmando con claridad el mensaje cristiano, señalemos también elementos constructivos en aquellas situaciones que no corresponden aún o ya con él» (41).

Por el contrario, en una cohabitación habitual de pecado –anticoncepción, concubinato, adulterio, unión homosexual–, consciente y libremente mantenida entre cristianos, que son de quienes trata el Sínodo, no existen propiamente elementos «positivos y constructivos», que puedan «favorecer» una aproximación a la verdad natural y evangélica del matrimonio. Como mucho, puede haber restos de bondad que el pecado aún no ha destruido del todo, y que no existen debido a la situación pecaminosa en cuanto tal, sino a pesar de ella. Sin embargo, la Relatio dice que «todas estas situaciones han de afrontarse de manera constructiva, intentando transformrlas en oportunidad de camino hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio» (43)…

Pero los elementos integrantes de una situación estable de pecado grave son sustancialmente negativos. Podemos comprobarlo recordando el espíritu penitencial de algunos Salmos: 

«La maldad da muerte al malvado» (Sal 3). «Mi culpas sobrepasan mi cabeza, son un peso superior a mis fuerzas. Estoy agotado, desecho del todo. Yo confieso mi culpa, me aflige mi pecado, no me abandones, Señor, Dios mío, no te quedes lejos, ven aprisa a socorrerme, Señor mío, mi salvación» (Sal 37). «Dios mío, sálvame, que me llega el agua al cuello; me estoy hundiendo en un cieno profundo, y no puedo hacer pie» (Sal 68). «Mira mi abatimiento y líbrame… grande es tu ternura, Señor, dame vida con tus mandamientos» (Sal 118,153-156). «Me cercan desgracias sin cuento, se me echan encima mis culpas, y no puedo huir; son más que los pelos de mi cabeza, y me valta el valor… Señor, dígnate librarme, Señor, date prisa en socorrerme» (Sal 39). «Sácame de la prisión, y daré gracias a tu nombre» (Sal 141)… –Y el mismo espíritu hallamos en el Nuevo Testamento: «No sé lo que hago… no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero… ¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo nuestro Señor», que nos salva (Rm 7,14-25).

Puede darse, sin duda, que ese cúmulo de «elementos negativos», con la gracia de Dios misericordioso, ocasionen indirectamente la conversión a la verdad y al bien: por desengaño, por agotamiento doloroso («aplastados bajo el peso de las culpas»), por desesperación. Y en este sentido, «todas las cosas colaboran al bien de los que aman a Dios» (Rm 8,29); «etiam peccata», añade San Agustín. Pero dicho esto, no creemos en la virtualidad salvífica de este «radicale rinnovamento della prassi pastorale alla luce del Vangelo della famiglia» (37), tal como queda presentado en la Relatio sinodal.

Por lo demás, toda «renovación radical» en doctrina o pastoral de la Iglesia es falsa, porque no es tradición, sino ruptura. Se produce normalmente cuando se desoye el mandato del Apóstol: «no os conforméis a este siglo, sino transformaos por la renovación de la mente (metanoia renovadora del nous), procurando conocer cuál es la voluntad de Dios, buena, grata y perfecta» (Rm 12,2). Viene a ser una acomodación al mundo secular vigente, a su mentalidad y costumbres. Pero únicamente son verdaderos en la Iglesia los avances doctrinales o pastorales que desarrollan en forma homogénea las doctrinas y prácticas precedentes. Una «re-novación radical», si realmente lo es, es falsa, porque implica cambio y ruptura, es decir, porque no es tradicional. Y en la Iglesia un desarrollo únicamente es verdadero y fecundo cuando es bíblico, tradicional y fiel al magisterio apostólico precedente (Vat. II, Dei Verbum  10).

***

La palabra «acompañamiento» se repite en la Relatio para caracterizar la pastoral matrimonial y familiar «radicalmente renovada». Son muchas las uniones ilícitas, que desfiguran el matrimonio por el pecado. «Se trata de acogerlas y de acompañarlas con paciencia y delicadeza» (43). Esta orientación pastoral es indudablemente válida si con ella se expresa el acercamiento a los pecadores con la actitud propia de la caridad de Cristo, el Buen Pastor. Es la que los párrocos, concretamente, llevan muchos siglos practicándola día a día. Pero lo expresión no parece especialmente feliz si pretende configurar principalmente la actividad pastoral y misionera, porque tanto el «acoger» como el «acompañar» pueden tener acepciones de significaciones muy diversas, y aún contrarias, según cómo se realicen. En las acepciones que señalan los diccionarios prevalece la idea de estar o de ir con otros durablemente en grata coincidencia.

Cristo elige a doce apóstoles como «compañeros» suyos (Mc 3,14), para que le acompañen y le colaboren en la predicación de la Buena Nueva. Cristo «acoge» a la samaritana, le dice que ha tenido cinco maridos y que el que tiene ahora no es el suyo, y le ofrece con éxito la conversión y la vida nueva (Jn 4). Cristo «acompaña» a Zaqueo en su casa, y le comunica la conversión, moviéndole a dar la mitad de sus injustas riquezas (Lc 9,1-10). Cristo «acompaña» por el camino a los de Emaús, les ilumina la mente y les llama a la fe: «¡oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas!» (Jn 20,25).

Los encuentros pastorales de Cristo son siempre de conversión. En ellos busca a los pecadores, «come con ellos», les llama a penitencia, y con su gracia cambia sus vidas sin aprobarlas, ni apreciar en ellas «elementos positivos» en orden a la salvación. Si un párroco «acompaña» durante años al injusto señor feudal del pueblo –toma con él su cafecito casi diariamente–, sin llamarle a conversión, mientras sus criados y empleados pasan grave necesidad, se hace cómplice de su injusticia y falta de caridad. Cuando Cristo acoge y acompaña a los pecadores lo hace siempre con suma delicadeza y claridad, avisándoles con amor: «si no os convertís, todos pereceréis igualmente» (Lc 13,5). Es lo que, desde el comienzo mismo de su ministerio público, dice una y otra vez, porque él «ha venido a buscar a los pecadores» para convertirlos a la verdad y el bien, librándoles con la fuerza de su gracia de estar cautivos de la mentira, del mundo, del diablo, del pecado y de la muerte temporal y eterna.

Los encuentros de Jesús son relativamente breves en su duración, no se prolongan indefinidamente. La predicación de la Buena Noticia es sumamente urgente; pero «la mies es mucha, y los operarios pocos… A nadie saludeis por el camino» (Lc 10,4: no perdáis el tiempo en los acostumbrados saludos semíticos interminables). «De toda palabra ociosa habrán de dar cuenta los hombres el día del juicio» (Mt 12,36). Nada en este mundo es tan urgente como la predicación del Evangelio. Y los apóstoles realizarán su misión, siguiendo exactamente, tanto en la doctrina como en los modos de tratar a los hombres, el ejemplo de su Maestro. 

Cuando quieren retener a Jesús en un lugar, Él responde que «es necesario que anuncie también el reino de Dios en  otras ciudades, porque para esto he sido enviado» (Lc 4,42). Y a sus apóstoles les manda que si no les reciben en un pueblo, es decir, si no aceptan el Evangelio que ellos anuncian, se vayan a otro pueblo (Lc 10,1-2). Tampoco deben prolongarse indefinidamente los intentos de corrección del pecador: dice Jesús que si el culpable persiste en su pecado después de tres advertencias, cada vez más apremiantes, sea tenido «como gentil o publicano» (Mt 16,15-17).

En este sentido, el acompañamiento pastoral de concubinarios, bígamos, adúlteros o parejas de homosexuales ha de hacerse pastoralmente con todo el amor y la delicadeza del Buen Pastor, pero ateniéndose a su ejemplo y a sus normas. Por otra parte, siendo hoy tan poquísimos los pastores, que han de atender a veces parroquias de muchos miles de fieles o que han de misionar regiones inmensas, esta relativa brevedad intensa de su acción evangelizadora es una necesidad evidente.

Pueden darse casos, por ejemplo, en la dirección espiritual, en que la atención pastoral a una persona deba prolongarse si es posible durante años. Pero no ha de proseguirse normalmente cuando la persona persiste con determinación en sus pecados, y toma quizá la dirección como un entretenimiento o un tranquilizador de su conciencia.

También Herodes tenía gran respeto por Juan Bautista, y «le escuchaba con gusto», pero acabó cortándole la cabeza porque no aceptaba su exigencia de que dejara de cohabitar con la esposa de su hermano (Mc 6,17-29). Cuando traté yo en este blog de la dirección espiritual, que requiere normalmente un acompañamiento prolongado, al indicar las actitudes necesarias en el dirigido, indicaba yo en primer lugar «la voluntad firme de alcanzar la santidad», aunque su situación sea de momento muy mala. Sin esta determinada determinación, «si el cristiano no va a la dirección con esta actitud ¿qué es lo que en ella busca?» Sólo conseguiríamos en ella perder el tiempo.

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–Por otra parte, el modo pastoral de «acompañamiento» prolongado, mal entendido, puede ser asociado en la llamada a la conversión de los pecadores a una cierta «gradualidad moral» inadmisible. El pastor que «acompaña» a la pareja establecida en una convivencia ilícita, procurando llevarla hacia una vida honesta, pero apreciando entre tanto «los valores positivos» de esa convivencia, puede caer, y hacer caer a los pecadores, si no los llama suficientemente a la conversión, en una gradualidad moral inadmisible en graves pecados, que son intrínsecamente ilícitos; es decir, que ninguna circunstancia personal o social puede hacer tolerables, ni siquiera temporalmente. Sin embargo, y por el contrario, el mismo Mensaje del Sínodo, claro y noble, reconoce que se comenzó a reflexionar «sobre el acompañamiento pastoral y sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión», aunque una minoría exigió sin éxito que se retirase esa frase.

El combate cristiano contra las situaciones intrínseca y gravemente pecaminosas ha de ser total desde el principio, al menos en la intención, aunque en la práctica, cuando existen vicios o situaciones muy arraigadas, puedan darse recaídas durante años. Y señalo brevemente que la evangelización actual de aquellas naciones que en gran medida han apostatado del cristianismo es aún más difícil que la que realizaron las dos mayores misiones de la historia de la Iglesia: la de los apóstoles, en sus inicios, y la de América a partir del siglo XVI. Los paganos ignoraban el Evangelio y fueron muchos deslumbrados por él. Los apóstatas actuales, en cambio, vienen de rechazar el Evangelio que iluminó durante siglos su cultura y sus vidas.

Por eso mismo, como en esas dos evangelizaciones recordadas, el don supremo del Evangelio ha de darse hoy con la exigencia de una grande y con frecuencia heroica fidelidad a la gracia, y no por el camino de la concesión y de la tolerancia del pecado. No sería inteligente, ni tampoco lícito, ignorar hoy el ejemplo de los modos apostólicos empleados en aquellas dos grandiosas obras misioneras, para atenernos a las orientaciones procedentes de aquellas Iglesias locales en las que la apostasía ha sido más profunda y extensa. Partiré de algunos ejemplos tomados de la evangelización de América.

Antropofagia. Los misioneros encontraron que tanto los sacrificios humanos como ciertas formas de antropofagia estaban presentes en casi todas las culturas y regiones. Lo documento yo en el libro Hechos de los apóstoles de América (Fund. GRATIS DATE, Pamplona 20033). Por ejemplo, en el antiguo Virreinato de Nueva Granada (Nicaragua y Ecuador) «los chibchas practicaron los sacrificios humanos». Y era entre ellos «ciertamente común la costumbre de comer carne humana, sobre todo la de los enemigos vencidos en la guerra»… aunque también «en esta región gustaban especialmente de la tierna carne de los niños»… «Según informaba Alejandro Humboldt [+1859], citando la carta de unos religiosos, todavía a comienzos del XIX duraba esta miseria en algunas regiones de evangelización más tardía: “Dicen nuestros Indios del Río Caura [Venezuela] cuando se confiesan que ya entienden que es pecado comer carne humana –escriben los padres–; pero piden que se les permita desacostumbrarse poco a poco; quieren comer la carne humana una vez al mes, después cada tres meses, hasta que sin sentirlo pierdan la costumbre”» (Hechos… 339-341). Felizmente, los frailes misioneros no aceptaban acompañarles en esta lenta gradualidad para salir de la antropofagia, sino que exigían para el bautismo un abandono inmediato de tan grave pecado.

Poligamia. «Cuenta Motolinía [misionero franciscano del XVI] que en México «todos se estaban con las mujeres que querían, y había algunos que tenían hasta doscientas mujeres. Y para esto los señores y principales robaban todas las mujeres, de manera que cuando un indio común se quería casar apenas hallaba mujer»». Pues bien, el padre Motolinía, que siempre aseguró con gran firmeza que los indios catequizados y bautizados vivían verdaderamente la fe cristiana, alega, entre otros signos de su verdadera conversión, que aceptaron el matrimonio monógamo e indisoluble, de tal modo que no se les daba el bautismo si persistían en la poligamia. Fueron dejando así «la muchedumbre de mujeres que tenían y [comenzaron] a contentarse con una sola, casándose con ella como lo manda la Iglesia» (Hechos... 82).

***

–Es preciso distinguir la «ley de la gradualidad» y la «gradualidad de la ley». Concretamente, en la doctrina de la fe católica, la virtud de la castidad conyugal, Dios la quiere en la unión estable, indisoluble y abierta a la vida entre el hombre y la mujer, y excluye totalmente las convivencias intrínsecamente pecaminosas –divorcio, adulterio, concubinato, anticoncepción–. Según esta verdad, Juan Pablo II enseña claramente en su encíclica Familiaris consortio (1981) que

los esposos cristianos «no deben mirar la ley [divina de la moral conyugal] como un mero ideal que se puede alcanzar en el futuro, sino que deben considerarla como un mandato de Cristo Señor, esforzándose por superar las dificultades. “Por eso la llamada ley de gradualidad no debe identificarse con la gradualidad de la ley, como si hubiera varios grados de precepto en la ley divina para los diversos hombres y situaciones. Todos los esposos, según el designio de Dios, están llamados a la santidad del matrimonio, y esta excelsa vocación se realiza en la medida en que la persona humana se encuentra en condiciones de responder al mandamiento divino con ánimo sereno, confiando en la gracia divina y en la propia voluntad” (25-10-80). En este sentido, es propio de la pedagogía de la Iglesia que los esposos reconozcan ante todo claramente la doctrina de la Humanæ vitæ como normativa para el ejercicio de su sexualidad, y se comprometan sinceramente a poner las condiciones necesarias para observar tal norma» (n. 34).

Ahora bien, si en su vida conyugal, a veces no poco ardua y compleja, los esposos experimentan dificultades e incurren en caídas graves, la Madre Iglesia –como hace con todos los pecadores–, en el nombre de Cristo les prestará acompañamiento, ayuda y perdón, y lo hará setenta veces siete, pues para eso es en el mundo la manifestación de la misericordia de Dios con los hombres. Pero por el contrario, la Iglesia nada puede hacer, sino orar, por los pecadores que no quieren reconocer sus pecados, ni se determinan a luchar contra ellos por la oración y el esfuerzo personal activado por la gracia.

–Los actos y los estados intrínseca y gravemente pecaminosos han de ser combatidos, bajo el impulso de la gracia divina, en forma absoluta por la oración y el esfuerzo libre de la persona. Los cristianos, incluso los catecúmenos, no han de intentar «dejar la antropofagia» poco a poco, sino de una vez y para siempre. Y en situaciones de gravedad semejante, los pastores no deben acompañarles en tal intento gradual, como si fuera tolerable, sean cuales fueren las circunstancias de las personas. ni siquiera en el caso de que salir de su pecado requiriese esfuerzos martiriales extremadamente heroicos. Aunque la verdad es que tampoco en la abstinencia sexual hay que exagerar la heroicidad, si de ella tenemos ejemplos innumerables en cristianos fieles solteros por la pobreza o la falta de salud, viudos, consagrados en la Iglesia, personas que tienen gravemente enfermo a su cónyuge o que por causas laborales ineludibles han de vivir lejos de él.

Juan Pablo II enseña en la encíclica Veritatis splendor (1993) que «la razón testimonia que existen objetos del acto humano que se configuran como «no-ordenables» a Dios, porque contradicen radicalmente el bien de la persona, creada a su imagen. Son los actos que, en la tradición moral de la Iglesia, han sido denominados “intrínsecamente malos” (intrinsece malum): lo son siempre y por sí mismos, es decir, por su objeto, independientemente de las ulteriores intenciones de quien actúa, y de las circunstancias. Por esto, sin negar en absoluto el influjo que sobre la moralidad tienen las circunstancias y, sobre todo, las intenciones, la Iglesia enseña que “existen actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto” (exhort. ap. Reconciliatio e pænitentia, 1985, 17)» (n. 80).

En referencia, por ejemplo, a la anticoncepción, sigue diciendo el Papa: «Sobre los actos intrínsecamente malos y refiriéndose a las prácticas contraceptivas mediante las cuales el acto conyugal es realizado intencionalmente infecundo, Pablo VI enseña: “En verdad, si es lícito alguna vez tolerar un mal menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien más grande, no es lícito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien (cf. Rm 3,8), es decir, hacer objeto de un acto positivo de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por lo mismo indigno de la persona humana, aunque con ello se quisiese salvaguardar o promover el bien individual, familiar o social” (Humanæ vitæ 14)» (ib. 80). Lo mismo ha de decirse de toda acción sexual producida fuera del matrimonio entre un hombre y una mujer: concubinato, adulterio, unión homosexual.

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La deliberada ambigüedad del lenguaje ha sido frecuente en torno al Sínodo-2014. Varios Cardenales de la Iglesia se han quejado de algunas graves «manipulaciones» habidas concretamente en los textos de las Relatio, especialmente de la primera; pero también en declaraciones hechas fuera del mismo Sínodo. El Papa Francisco exhortó a los Padres sinodales a hablar con fortaleza y libertad; pero no aconsejó que usaran un lenguaje ambiguo, en el que una cosa es lo que se dice y otra lo que con ella se quiere decir. Jorge Soley, en su artículo 8 manipulaciones en torno al Sínodo, indicaba concretamente en la 7ª: Creación de un nuevo lenguaje, y en la 8ª: Promoción de la confusión terminológica y conceptual.  Ya el mismo abandono del término adulterio, usado por Cristo y los Apóstoles, por los Padres y en forma continua por veinte siglos de tradición católica, sustituyéndola por la de «divorciados vueltos a casar» resulta sumamente penosa. Pondré algunos ejemplos.

Cardenal Walter Kasper: «Muchas parejas abandonadas deben formar una nueva relación por el bien de los hijos, contraer matrimonio civil, al cual no pueden renunciar después sin pecado. Muchos, después de haber vivido amargas experiencias, encuentran en estas nuevas uniones, una felicidad humana, y más aún un regalo del cielo» (Ponencia del 20-II-2014 en el Consistorio (Herder, 10-III-2014). El adulterio, un «regalo del cielo»…

Cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich y presidente de la Conferencia Episcopal Alemana. «Interrogado en una conferencia de prensa del Vaticano sobre el hecho de que la noción de gradualidad, a la que se había mostrado muy de acuerdo en el Sínodo, era especialmente criticada en los grupos lingüísticos, el Cardenal Marx ha insistido sobre la necesidad de “no perder una mirada positiva sobre lo que puede haber de bueno en lo que están viviendo las personas”»… «Yo no he sido invitado [al Sínodo] para repetir las mismas cosas de siempre» (La Croix, 17-X-2014).

Arzobispo de Cali, Mons. Darío de Jesús Monsalve. Se pregunta: «¿Es posible la apertura de la Iglesia frente al tema de las parejas del mismo sexo?… La Iglesia puede ayudar a entender esas manifestaciones como válidas, es decir, que se dan, y ayudar a las personas a construir sus vidas. No debemos crear conflicto con esas relaciones, porque ya bastantes conflictos tiene la humanidad como para convertir en problemático algo que debería ser aceptado» (El Tiempo 15-X-2014).

Arzobispo Victor Manuel Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina. «También el Santo Padre en Evangelii Gaudium ha hablado del “bien posible”. Existe el “ideal” que nosotros queremos tanto y que no queremos debilitar pero también está la realidad concreta de las personas, que a veces no pueden llegar todavía a este ideal de perfección pero tienen la posibilidad de crecer hacia un bien posible»… «El Papa ha insistido en Evangelii Gaudium que nosotros pastores debemos favorecer este “bien posible” a pesar de correr el riesgo de “mancharnos con el fango” del camino. Entonces, nosotros no podemos olvidar nunca esta idea de “gradualidad” por las diversas situaciones que encontramos en las familias» (Radio Vaticana 9-X-2014).

«Nadie quiere negar la indisolubilidad del matrimonio […] Pero muchos han insistido en las segundas uniones que llevan muchos años, que viven con generosidad y que han tenido hijos. La mayoría considera que sería cruel pedirles que se separen, provocando un sufrimiento injusto a los hijos. Por eso seguimos pensando en la posibilidad de que puedan comulgar, teniendo en cuenta que, como enseña el Catecismo, donde hay un condicionamiento que la persona no puede superar su responsabilidad está limitada» (La Nación 21-X-2014).

Monseñor Jean-Paul Vesco, obispo de Orán (Argelia), antiguo prior provincial de los dominicos de Francia (!). Para él, cuando la Iglesia pide a los divorciados y vueltos a casar civilmente que dejen esa nueva unión para tener acceso a la comunión, les está pidiendo un imposible. Y esa imposibilidad no proviene de «una falta de valentía o una falta de fe», sino porque «su elección de comprometerse en una segunda alianza ha creado un segundo vínculo tan indisoluble como el primero»… Han perdido la cabeza. Y la vergüenza.

P. Adolfo Nicolás, Superior general S. J. «Puede haber más amor cristiano en una unión canónicamente irregular que en una pareja casada por la Iglesia… La discusión, libre y franca, se está dirigiendo hacia un cambio, la adecuación pastoral a la realidad de los tiempos de hoy» (Vatican Insider 10-VII-2014).

Prensa. «Uno de los asistentes [al Sínodo] recordó, sobre la propuesta de abrir a la comunión a los divorciados [vueltos a casar], cómo fue catalogado de “innovador y revolucionario en su tiempo” el Papa Pío X (1903-1914) cuando instauró la apertura de la eucaristía a los niños, que hasta ese momento no la recibían» (10-X-2014). [¡¡-!!]

Ésta es la miseria de los argumentos que intentan cambiar la doctrina y la disciplina secular de la Iglesia Católica, apostólica y romana.

***

Claramente el Papa Francisco, en su Discurso de clausura del Sínodo-2014, pone en guardia ante «la tentación del buenismo destructivo, que en nombre de una misericordia engañadora venda las heridas sin antes curarlas y medicarlas»; así como ante «la tentación de bajar de la cruz, para contentar a la gente, y no permanecer allí, para cumplir la voluntad del Padre; de ceder al espíritu mundano, en lugar de purificarlo y conducirlo al Espíritu de Dios» (18-X-2014).

Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien el Padre ha dado todo poder en el cielo y en la tierra, está enamorado de su única Esposa, la Iglesia Católica, la guía siempre y la guarda en la verdad, y vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.*

José María Iraburu, sacerdote

*Post post.- Cristo Rey vive y reina efectivamente, irresistiblemente, diariamente, bondadosamente, lleno de amor, justicia y misericordia.

Índice de Reforma o apostasía

 

30 comentarios

  
Fernando
Padre, tengo una consulta sobre un caso particular.
EDITADO.
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JMI.-Perdone, la Sala de comentarios no es lugar apropiado para resolver cuestiones como la que plantea. En todo caso, yo creo que Ud. le aconsejó bien.
14/11/11 2:09 PM
  
Cristian Iglesias
Gracias Padre... Los argumentos de los que quieren cambiar la doctrina son efectivamente miserables... Pero necesitamos pastores valientes y lucidos como usted. ¡Ojalá muchos más hablen claro!
10/11/14 4:37 PM
  
JUAN NADIE
MUCHAS GRACIAS . Yo no se porque se se reunen tantos altos cargos de la Iglesia, en un sínodo para parir un ratón si un simple sacerdote (con todo respeto dicho sea esto) con las ideas claras, explica las cosas tan bien y con tanto detalle. No me parece serio.
10/11/14 5:32 PM
  
Néstor
Más claro, agua. Saludos cordiales.
10/11/14 6:00 PM
  
blanca
"el sínodo próximo pretende con SANTA audacia"... Pues a juzgar por sus propias consideraciones, nadie creería en sus buenas intenciones.
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JMI.-Una obra puede intentarse con santa intención y luego, en su realización, puede torcerse, al menos por parte de algunos.
Normal.
10/11/14 6:18 PM
  
Ricardo de Argentina
«Yo no he sido invitado [al Sínodo] para repetir las mismas cosas de siempre» Card. Marx (Alemania -Presidente de la Conferencia Episcopal)
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¡Vaya! ¿Acaso lo han invitado para proponer alguna herejía, y nosotros sin enterarnos?

Bien ha definido usted Padre este tipo de argumentos como "miserables", porque son impropios de la alta investidura de quienes los profieren.
10/11/14 7:10 PM
  
Bruno
Me ha encantado que el artículo comience como debe comenzar siempre un cristiano, como comienza la Misa, reconociendo nuestros pecados. Sin eso, no es posible la conversión y sin la conversion no tiene sentido la pastoral.
10/11/14 7:10 PM
  
Victor de Argentina
Tengo un (mal) recuerdo del rector de la Universidad Católica Argentina (No se si era el Arzobispo Victor Manuel Fernández en esa epoca, pero si estoy seguro que era el que habia designado Bergoglio), hace unos años, mas o menos por la epoca que Benedixto XVI se opuso al uso del preservativo, lei que el decia algo asi como que el Espiritu Santo estaba presente en la Iglesia, y si entonces la mayoria de las parejas catolicas usaban metodos anticonceptivos (que lo daba por sentado y que en teoria por ser "Catolicas" poseian en Espiritu Santo), no veia por que esto estaba mal. Chan!
Asi vamos, resulta que ahora algunos creen que soy mas papista que el Papa.

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JMI.-"Tengo un (mal)recuerdo"... Si no es posible dar exactamente el nombre de quien dijo algo falso y las palabras exactas con que lo dijo, las acusaciones se quedan en el aire.
10/11/14 8:53 PM
  
Fernando
¿Esto ha escrito el padre Iraburu, o es San Juan Bautista que nos ha visitado? Qué bueno es leerle, querido padre, gracias por su esfuerzo de apóstol que «no tiene dónde reclinar la cabeza» y por su docilidad al Espíritu Santo, pues lo que escribe siento que me penetra el alma «como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come». Ojalá no sea una ilusión mía, porque necesito convertirme, necesito alimentarme de verdades que me purifiquen. Me estoy enviciando de infocatólica, rece por mí, padre, necesito volver a mis deberes cotidianos, que exigen concentración, y la tentación de leer el material de este sitio me está dificultando cumplir con esas tareas.

El responsorio del Oficio de Lectura de hoy no podía venir más oportuno a su Post:

RESPONSORIO Dn 9, 18; Hch 4, 29

R. Abre tus ojos, Señor, y mira nuestra aflicción: nos han rodeado las naciones para castigarnos; * extiende tu brazo y salva nuestras vidas.
V. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y haz que tus siervos anunciemos tu palabra con toda entereza y libertad.
R. Extiende tu brazo y salva nuestras vidas.
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JMI.-Perdone, pero en honor de la verdad, me veo en la obligación de declarar en conciencia que "tengo dónde reclinar la cabeza". Incluso a veces -debo confesarlo- empleo 2 (dos) almohadas.
10/11/14 9:01 PM
  
Alonso Gracián
Gracias Padre Iraburu por este post.

Dios se lo pague.
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JMI.-Gracias por tu gratitud.
10/11/14 10:35 PM
  
Curro Estévez
Muchas gracias Padre Iraburu.
Hacen falta voces que nos iluminen.
La explicación de la "gradualidad" impedida por los misioneros a los antropófagos me parece estupenda
Reconocer nuestros pecados, re-co-no-cer-los, es necesario.
Lo más necesario.
Lo del Sínodo lo veo muy sombríamente.
Pero el Señor es quien dispone en su Iglesia, no nos dejará en manos de los enemigos. Recemos.
10/11/14 11:10 PM
  
rmartinhe
Gracias padre Iraburu por poner palabras a lo que otr@s solo somos capaces de intuir.
El Evangelio de ayer nos decía "El celo de tu casa me devora", Dios le ha dado una gran inteligencia, le felicito por formar con ella un látigo dispuesto a combatir con tanta claridad, el mal que se ha infiltrado en la Iglesia. ¡Gloria a Dios por ello!
Cuantas barbaridades se han dicho en torno a este sínodo. Otra lectura de ayer,1 Cor, 3, 11, nos recordaba lo que no podemos olvidar " Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo", porque si construimos, si el ladrillo que somos le colocamos sobre otro cimiento que no es Jesucristo, ¿de qué edificio formamos parte?
Muchas gracias de nuevo y que Dios le bendiga.

11/11/14 1:05 AM
  
Carlos
Muchísimas gracias querido padre Iraburu. Me pregunto... ¿Estarían demasiado buenas las comidas, que no supieron pensar cristianamente o tenían prohibido ayunar y orar más durante el sínodo? O ni conocen la palabra ayuno. Creo que desapareció del lenguaje cristiano (y la vida cristiana) ¿Tiene usted, padre, algún texto al respecto? Fraternal y filialmente, Carlos
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JMI.-Si entra Ud. en www.gratisdate.org y busca la obra Rivera-Iraburu "Síntesis de espiritualidad católica", que está íntegra, hallará sobre el ayuno al final de III parte, capítulo 2: La penitencia.
11/11/14 2:37 AM
  
Fernando
jejeje, gracias por su honestidad, padre. Creo que ahora cada vez que acomode mis 2 (dos) almohadas para dormir me voy a acordar de usted. Cuando lo haga voy a rezar alguna oración por usted.
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JMI.-No excluya una tercera, si alguna vez la viera conveniente.
11/11/14 2:48 AM
  
Yuri Haraguchi
Padre tiene toda la razón , hemos pecado, muchas veces por omisión, hemos dejado que el mal se impregne en nuestro ambiente allí donde vivimos dejándolo crecer. ¿Por ignorancia?¿Por negligencia? ¿Por comodidad?. Creo personalmente por mi falta de fe y de verdadero compromiso y amor a la Iglesia e ignorancia de las verdades que ella difunde.
Me pregunto cuantas veces he orado no por el Santo Padre sino por los que nos gobiernan, por los que hacen las leyes , por los que detentan el poder temporal, son ellos los que mas necesitan de nuestras oraciones porque sólo Dios puede cambiarlos y cambiarnos El es Todo Poderoso y escucha nuestras oraciones y peticiones.
Gracias por sacarnos " de la doble oscuridad en la que nací, el pecado y la ignorancia" como dice Santo Tomas.

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JMI.-La Iglesia santa y madre nos hace rezar todos los días en la Misa por el Papa, los Obispos, los gobernantes... Hagamos esas oraciones con toda conciencia e intención. Cientos de miles de Misas cada día, en todo el mundo...
11/11/14 4:20 AM
  
Gloria Irene (Flavia)
Muchísimas gracias, Padre Iraburu. No se imagina el bien que me hace leer estas cosas en pleno "desierto urbano".

Voy a imprimirlo y me servirá como lectura espiritual de hoy. Cada día presento a mi Señor mis pobres oraciones, en primer lugar por mi propia conversión, pero inmediatamente por la Iglesia y la humanidad. Reconozco que, tal vez, importuno mucho a Jesucristo repitiendo cada día que venga YA y ponga su divino orden, porque parece que nosotros no sabemos hacerlo bien.

El Papa siempre pide que oremos por él. Creo que se lo debemos. Sólo Dios sabe todo lo que tiene encima.
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JMI.-Siga pidiendo y pidiendo,
sin miedo a importunar. Somos pura indigencia,
como los niños. Ellos también pide y piden.
Y sus papás le dan lo que les conviene.
Bendición +
11/11/14 10:29 AM
  
Rafa
Muchas gracias por el artículo. Realmente esto es lo que necesitamos los fieles: sana doctrina y claridad en la exposición. Gracias de veras.
11/11/14 10:56 AM
  
Santiago Asturies
Gracias Padre Iraburu por su clara y argumentada exposicion, con la que deberiamos estar todos los catolicos de acuerdo, pues sencillamente la Doctrina de la Iglesia, nacida de el manantial de agua viva que es la Revelacion, el Evangelio de la Vida.
Pero quisiera señalar una problematica (grave y necesaria de dilucidar, en mi opinion) de naturaleza pastoral. ¿Como llevar esta realidad a los hombres y mujeres de nuestra epoca y especialmente secularizados? El tiempo del anatema ha terminado, las exposiciones magisteriales son un canto de sirena, ¿para quien son si muchos catolicos practicantes ya ni las escuchan? Los tiempos presentes exigen formas nuevas al menos en nuestras sociedades occidentales. Un dialogo, franco y sincero junto a un acompañamiento fraterno. ¿Como articular esto? Deberia ser la preocupacion de los pastores y de todo el Pueblo de Dios, pero claro las presentes exigencias, exigirian de todos (valga la redundancia), una profundidad en la Doctrina y una autentica misericordia y caridad que parece estar ausente ya incluso entre los principales de la Iglesia
Bendiciones en Jesus el Cristo y Señor
11/11/14 11:00 AM
  
Quico
A mí el argumento que me hace alucinar es el ese que usa un obisbo en que dice: "La Iglesia puede ayudar a entender esas manifestaciones como válidas, es decir, que se dan". Eso sí que es un argumento chic y creo que voy a usarlo cada vez que me convenga; por ejemplo:
"Sí querida, estoy borracho y con una prostituta, pero esta es una situación válida, o sea , que se da"
"He matado a mi abuela para robarle, pero esa es una situación válida, o sea, que se da"
Y así con lo que quieran. La panacea.
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JMI.-Ánimo.
Ya nos contará.
11/11/14 11:21 AM
  
antonio
Muchas Gracias, como siempre, que Dios Lo Bendiga.
11/11/14 1:06 PM
  
jose maria
Gracias padre por este articulo tan iluminador. Perdone pero me preocupa que cardenales de la Iglesia deformen la conciencia de esa forma. Jamás pensé que esto podría suceder en un sínodo. Así es muy difícil que aumenten las vocaciones a la vida consagrada. Que podrán estudiar los seminaristas de una diócesis que tenga un obispo que piense en contra de la tradición de la Iglesia. Que Dios le bendiga.
11/11/14 4:42 PM
  
Juanantonio
Al menos este sínodo ha servido para mostrar el grave estado interno de la Iglesia. Se han propuesto cosas terribles, pero también ha habido, y hay, reaccione admirables. Tras el pánico inicial estoy agradecido porque tantos Obispos están hablando alto y claro, más los que no lo hagan, pero oren porque este desmadre se quede en un susto. Que nos sirva a todos de catarsis, si el Señor quiere.
11/11/14 7:12 PM
  
Rexjhs
Magnífico artículo Padre. Toda esa heterodoxia a la vez dentro del Sínodo no puede ser casual, sino orquestada. Mucho me temo que la estratagema será decir que reafirman la doctrina, pero cambiándola de facto con una pastoral
. Y, de mientras, ir purgando a los padres sinodales fieles para no tener contestación. Si quitan a Müller, ya no cabrán más vendas.
11/11/14 11:38 PM
  
María-Ar
Estupendo, pedagógico y necesario artículo.
Gracias P. Iraburu!!!
Bendiciones!
12/11/14 1:36 AM
  
Maricruz Tasies
Muchas gracias.
:)
12/11/14 12:44 PM
  
Victor de Argentina
Hola padre,
perdon que lo contacte en este post por otro tema, pero no he encontrado donde escribirle directamente.
Sobre los audios de sus "Conferencias de espiritualidad" publicados en infocatolica, ¿Hay alguna forma de descargarlos a MP3 u otro formato para que pueda escucharlos en el automovil?
Muchas gracias,
Victor
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JMI.-En www.gratisdate.org están todas las conferencias en MP3. Se pueden bajar sin problema.
Y en FGD también tenemos en 3 CDs las 3 series grabadas, en MP3, claro.
A su disposición.
12/11/14 7:10 PM
  
rmartinhe
"Nada en este mundo es tan urgente como la predicación del Evangelio".
Un día de agosto de hace tres años me encontraba sobre un puente sobre el río Gave, delante de la gruta de la Virgen de Lourdes, sorprendida ante dos realidades aparentemente contrarias, por un lado la quietud de la Virgen y por otro la "prisa" de las aguas de aquel río. Había algo que no entendía, Dios no se contradice, pensaba, y así tan cerca... Pero al fin entendí. La Virgen Maria que es en verdad un remanso de paz, está siempre ahí quieta pero no está parada porque no deja de preocuparse y de interceder por nosotros ante Dios. Y a continuación sentí en mi corazón estas palabras: "Apresurad el paso de vuestra salvación y la de vuestros hermanos, no os durmais, no os paréis, andad ligeros, muy ligeros, como las aguas de este río".
Pues sí, nada es tan urgente como anunciar el Evangelio, pido a Dios que nos ayude a no desaprovechar ninguna oportunidad, que las tenemos, todos. El se lo merece todo, su Madre se lo merece todo y es tanto lo que nos han dado...
12/11/14 11:55 PM
  
Iker
Buenos días, no consigo entender la diferencia entre "la ley de la gradualidad" y "la gradualidad de la ley". Le agradecería si pudiera poner un ejemplo para hacerme a la idea.
Creo entender que "la ley de la gradualidad" sería decir algo así como "yo divorciado cumplo la no promiscuidad y pero de momento vivo en un segundo matrimonio civil"
No sé qué sería "la gradualidad de la ley"
Gracias de antemano.
Saludos.
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JMI.-Según las circunstancias, en las uniones ilícitas, la ley de gradualidad mal aplicada puede tomar cien formas diversas, que no le voy a describir. Pero hay una sola actitud lícita, honesta y grata a Dios: acabar con la unión concubinaria, adúltera u homosexual. Acabar de una vez.
Dejar de comer carne humana los antropófagos: de una vez.
13/11/14 10:58 AM
  
María de las Nieves
Gracias P Iraburu por su magnifico artículo. No sabemos en que quedará el Sinodo,pero lo que está claro es que las palabras de Jesucristo son eternas e intocables ,"el cielo y la tierra pasarán más mis palabras no pasarán."

No se trata de hacer análisis sociológicos ,no digo que no sean necesarios ,pero la realidad actual está muy clara, vivimos en un relativismo que está muy lejos de JESUCRISTO . no es posible rebajar nada de su doctrina, que debe ser predicada integramente, tal como nos ha sido revelada por Él y cumplida con su Encarnación ,Vida, Pasión, Muerte y Resurrección y Pentecostés
Acceder a los Sacramentos es entrar en Comunión plena con EL y con los demás fieles en el cuerpo mistico que es la Iglesia que la preside el Señor.
Ahora bien la pedagogía a seguir parte de que el Kerigma sea anunciado una vez más, que la persona sienta a JESUCRISTO como su Salvador en su vida y se dé la llamada a su conversión y seguimiento .

Es cierto que hay dificultades en los matrimonios vueltos a casar, pero sin saber si el primer matrimonio fue nulo no puede haber comunión visible sacramental ,pero si comunión espiritual. nada es posible sin conversión, pues es una falsedad ante Jesucristo y el resto de fieles cristianos.
Se necesita catequesis y una formación adecuada,no es posible la fe sin conocimiento claro de quién es el Señor -Verbo encarnado. Las tinieblas no lo conocieron ,pero a los que si lo conocieron son hijos de Dios el mensaje es muy profundo como lo es el pecado y la muerte espiritual. Se trata de la salvación de las personas.
......................................
JMI.-"La salvación de las personas"...
Ésa es una cuestión completamente superada para el clero progre, y para quienes están engañados por él.
14/11/14 1:34 AM
  
Rocío
Gracias, Padre.
Lo que yo le pido a Ntro Señor es que el Papa se pronuncie urgentemente y sin ambigüedades; que ponga orden en estos temas. Se ha creado mucha confusión, y el demonio se va a aprovechar de todo esto. Creo que hasta octubre de 2015 se pueden perder muchas almas.
Tengo esperanzas de que si nos unimos todos en la oración, el Papa se pronunciará y aclarará las cosas conforme a la doctrina de Nuestro Señor Jesucristo
16/11/14 7:54 PM

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