Cinco liturgias pontificales tradicionales serán celebradas en Roma y Estados Unidos

Las liturgias se celebrarán durante el próximo mes, en un momento en que el papa León XIV está considerando si continuará con las restricciones impuestas por la carta apostólica de 2021 de Francisco, Traditionis Custodes.
El cardenal Raymond Burke celebra la misa en latín.
(Foto: John Aron / Latin Mass Society)
Por Edward Pentin
A pesar de la continua supresión de la liturgia tradicional —que parece concentrarse en algunas diócesis de Estados Unidos—, cuatro cardenales y un arzobispo celebrarán cinco liturgias pontificales tradicionales en Roma y en EE. UU. durante el próximo mes.
A las 3 p. m. del próximo sábado, el cardenal Raymond Burke celebrará una misa pontifical en la basílica de San Pedro como parte de la peregrinación anual Summorum Pontificum, a la que asisten católicos tradicionales de todo el mundo. El cardenal celebró por última vez una misa pontifical para el mismo evento en la basílica en 2014.
La misa se había convertido en una tradición anual desde el inicio de la peregrinación en 2012, pero fue suspendida en 2022 tras la publicación de Traditionis Custodes (Guardianes de la Tradición), que había impuesto amplias restricciones al rito romano tradicional el año anterior. Desde entonces, solo se permitía cantar el Oficio de Sexta (oración del mediodía).
La decisión de permitir la misa parece haber venido desde lo más alto. “Claramente, [fue] porque el Papa dijo: ‘Déjenlos hacerlo’”, declaró monseñor Marco Agostini, maestro de ceremonias pontificio y destacado defensor de la misa tradicional en Roma, al Washington Post el 19 de octubre.
Como parte de la peregrinación, el 24 de octubre el cardenal Matteo Zuppi de Bolonia celebrará vísperas pontificales en la basílica de San Lorenzo en Roma. El cardenal, que es comprensivo con el rito romano tradicional aunque no lo celebra regularmente, había presidido vísperas pontificales para los peregrinos en el Panteón en 2022.
Ya en su decimocuarto año, la peregrinación Summorum Pontificum reúne a fieles ad Petri Sedem (“a la Sede de Pedro”) para dar “testimonio del apego que une a numerosos fieles de todo el mundo con la liturgia tradicional”.
Joseph Shaw, presidente de Una Voce International, agradeció públicamente al papa León XIV por su “respuesta pastoral” al permitir que el cardenal Burke celebrara una misa pontifical en la basílica, calificándolo como un “gran avance para la peregrinación”. Añadió que espera que esto fomente la “unidad con el Santo Padre” entre los católicos vinculados al misal usado antes de las reformas litúrgicas de 1970.
Liturgias pontificales en EE. UU.
Al mediodía del 1 de noviembre, solemnidad de Todos los Santos, el arzobispo Salvatore Cordileone celebrará una misa pontifical solemne —la forma más completa y elaborada de la misa tradicional— en la parroquia Star of the Sea en San Francisco. La misa será parte de un Congreso Eucarístico del Rosario, una iniciativa para ayudar a las parroquias a comenzar siete días de adoración y rosarios horarios ante el Santísimo Sacramento.
Al día siguiente, a las 5 p. m., el prefecto emérito del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, cardenal Gerhard Müller, celebrará una misa pontifical en la iglesia parroquial de Our Lady of Lourdes en Filadelfia. La misa, patrocinada por el International Institute for Culture, una organización sin fines de lucro inspirada en el llamado de san Juan Pablo II a la reevangelización de la cultura, contará con un “programa especial de música sacra”.
“Esta es una oportunidad poco común de participar en una liturgia tradicional de gran belleza y de conocer en persona a uno de los teólogos y líderes más distinguidos de la Iglesia”, señala el sitio web del instituto, agregando que órdenes caballerescas locales también participarán en la misa. Se pide a los fieles que deseen asistir que se registren previamente debido a la escasez esperada de asientos.
Finalmente, el 21 de noviembre, el prefecto emérito del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cardenal Robert Sarah, celebrará vísperas pontificales en la catedral-basílica de San Pedro y San Pablo en Filadelfia. La liturgia coincidirá con la presentación de un libro titulado El canto del Cordero, una conversación sobre música sacra entre el cardenal Sarah y Peter Carter, fundador y director del Catholic Sacred Music Project, una organización que busca liderar una renovación de la música sacra.
Habrá dos presentaciones del libro: la primera el 21 de noviembre a las 3 p. m. en la Universidad de Pensilvania; y la segunda, el 22 de noviembre a las 2 p. m. en la Universidad de Princeton.
Tiempo de tensiones
Las liturgias pontificales se celebran en un momento en que el papa León XIV debe decidir si continuará restringiendo algunas liturgias del rito romano tradicional según Traditionis Custodes, o si permitirá mayor libertad conforme a la carta apostólica Summorum Pontificum de Benedicto XVI.
La credibilidad de Traditionis Custodes quedó gravemente debilitada durante el verano, cuando se descubrió que la justificación original para implementar sus restricciones se basaba en datos tergiversados sobre las opiniones de los obispos.
Aún no está claro cómo decidirá el Papa, aunque figuras curiales como el cardenal Kurt Koch, de Suiza, presidente del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, declaró en agosto que sería “sin duda deseable volver a abrir más la puerta que ahora está cerrada”.
El cardenal Angelo Bagnasco, expresidente de la conferencia episcopal italiana, también indicó que era favorable a relajar las restricciones sobre la misa tradicional en latín, diciendo que no veía “ni riesgos ni peligros si las cosas se hacen con paz y buena voluntad de todos”.
Actualmente, las conferencias episcopales nacionales y los ordinarios locales siguen siendo las autoridades decisivas, y algunos continúan imponiendo nuevas restricciones, especialmente en Estados Unidos. “Esto parece algo propio de América”, dijo Shaw a Raymond Arroyo en el programa The World Over de EWTN el 16 de octubre. “No he oído que ocurra esto en Italia, Francia o Inglaterra, donde yo estoy. De hecho, los obispos en Inglaterra parecen más relajados que hace seis meses respecto a la misa tradicional, así que es realmente un misterio”.
En los últimos meses, las diócesis de Charlotte (Carolina del Norte), Knoxville (Tennessee) y Detroit han suprimido la liturgia tradicional, lo que ha provocado una considerable reacción de los fieles.
Por Edward Pentin
38 comentarios
Quienes prohíben y desprecian la Misa de Siempre no son Católicos. Están fuera, aunque sean de la alta jerarquía. Lutero y los modernistas coinciden en un odio a la Misa de Siempre que no es casualidad.
Como dijo B XVI , la crisis de Fe tiene su origen en la crisis litúrgica. La liturgia no es una cuestión de estética o de gustos, es algo fundamental en la Iglesia.
TRENTO:
el Concilio de Trento declara expresamente: “En la administración de los sacramentos, salvando siempre su esencia, la Iglesia siempre ha tenido potestad, de establecer y cambiar cuanto ha considerado conveniente para la utilidad de aquellos que los reciben o para la veneración de estos sacramentos, según las distintas circunstancias, tiempos y lugares” (Dz 1728)
punto 83.Es preciso distinguir de ella las "tradiciones" teológicas, disciplinares, litúrgicas o devocionales nacidas en el transcurso del tiempo en las Iglesias locales. Estas constituyen formas particulares en las que la gran Tradición recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas épocas. Sólo a la luz de la gran Tradición aquéllas pueden ser mantenidas, modificadas o también abandonadas bajo la guía del Magisterio de la Iglesia.
Bula Quo Primum Tempore: VII- Además (12), por autoridad Apostólica (13) y a tenor de la presente, damos concesión e indulto (14), también a perpetuidad, de que en el futuro sigan por completo este Misal (15) y de que puedan, con validez (16), usarlo libre y lícitamente en todas las Iglesias sin ningún escrúpulo de conciencia y sin incurrir en castigos, condenas, ni censuras de ninguna especie (17).
XII. Así pues, que absolutamente a ninguno de los hombres le sea licito quebrantar ni ir, por temeraria audacia, contra esta página de Nuestro permiso, estatuto, orden, mandato, precepto, concesión, indulto, declaración, voluntad, decreto y prohibición (21).
Más si alguien se atreviere a atacar esto, sabrá que ha incurrido en la indignación de Dios omnipotente y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo.
La cuestión es totalmente estúpida e ideológica
…Sobre "Quo primum tempore":
"¿Puede un Papa fijar un rito para siempre? Resp.: No. Sobre “Ecclesiae potestas circa dispensationem sacramenti Eucharistiæ” [la potestad de la Iglesia para la administración del sacramento de la Eucaristía], el Concilio de Trento declara expresamente: “En la administración de los sacramentos,
salvando siempre su esencia, la Iglesia siempre ha tenido potestad, de establecer y cambiar cuanto ha considerado conveniente para la utilidad de aquellos que los reciben o para la veneración de estos sacramentos, según las distintas circunstancias, tiempos y lugares” (Dz 1728). Desde el punto de vista canónico, debe decirse que, cuando un Papa escribe “perpetuo concedimus” [concedemos a perpetuidad], siempre hay que entender “hasta que se disponga otra cosa”. Es propio de la autoridad soberana del Romano Pontífice no estar limitado por las leyes puramente eclesiásticas, ni mucho menos por las disposiciones de sus predecesores. Sólo está vinculada a la inmutabilidad de las leyes divina y natural, así como a la propia constitución de la Iglesia" (Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos, 11-VI-1999. Resp. a Mons. Gaetano Bonicelli, Arzobispo de Siena).
Bendiciones!!
Post data; Estimado Fred, además debe usted tener en cuenta esto a la hora de interpretar ese texto de la Bula:
“La mencionada edición de san Pío V, que el Papa en la bula de promulgación Quo primum tempore había establecido que no fuera nunca modificado, fue sustituida, pocos años después, en 1604, por una
nueva edición típica (prima post typicam) promulgada por Clemente VIII. En 1634 Urbano VIII, tras haber revisado el Misal, publicó una nueva edición típica (secunda post typicam). En doscientos cincuenta años no volvió a ver la luz otra nueva edición, a pesar de que se habían hecho modificaciones, ajustes y correcciones en el mismo; simplemente se iban añadiendo al inicio del libro los decretos de la Sagrada Congregación de Ritos correspondientes a esos cambios. Fue León XIII quien, para actualizar el Misal acogiendo todas estas variaciones, promulgó, en 1884, la edición tertia post typicam que pervivió dieciséis años, pues en 1900 publicó una nueva edición típica (quarta post typicam). San Pío X hizo cambios en el Breviario y en el Misal, pero sólo editó el primero quedando en manos de su sucesor Benedicto XV la publicación de una nueva edición del Misal, que se hizo realidad en 1920 (quinta post typicam). Pío XII inició una reforma litúrgica que propició dos ediciones típicas del Misal: la primera en 1951 (sexta post typicam) y la segunda en 1955 (septima post typicam).
Finalmente, Juan XXIII publicó la última edición típica del Misal tridentino en 1962.”
FUENTE
//paulorenaliturgia.com/wp-content/uploads/2019/10/La-continuidad-entre-el-Misal-de-san-P%C3%ADo-
V-y-el-Misal-de-Pablo-VI-Phase-50-2010-5-9.pdf
Bendiciones otra vez!!!!
No en vano:
"Pentecostés no fue una clase intensiva de latín, sino el momento en que Dios demostró que desea hablar el idioma de todos los pueblos y ser entendido en todos los idiomas."
Desde el principio, Dios no ha sido un orador distante ni un amante de los idiomas incomprensibles. Cuando habló con Moisés, no se le ocurrió hacerlo en chino, sino en el idioma que Moisés entendía. Dios siempre ha elegido la lengua del corazón de quien escucha.
No entiendo el desprecio de algunos de que la liturgia sea en lengua de cada pueblo ! ¿alguien me explica por qué ese desprecio ?
El mito del Misal “intocable”: cuando la tradición se convierte en eslogan:
Existe un mantra que ciertos sectores repiten hasta el cansancio: que el Misal de San Pío V, promulgado tras el Concilio de Trento, sería “intocable” por toda la eternidad. La supuesta prueba de esta idea sería la bula Quo Primum (1570), en la que el Papa Pío V establecía la edición típica del misal “para siempre”.
Sin embargo, esta lectura literal y ahistórica es un grave malentendido — no solo de la historia litúrgica, sino del modo en que la Iglesia misma entiende sus documentos y su autoridad.
Basta repasar los hechos:
Clemente VIII (1604) revisó el Misal, ajustando oraciones y rúbricas.
Urbano VIII (1634) volvió a hacerlo, modificando textos del Breviario y del Misal.
León XIII, en el siglo XIX, introdujo cambios menores pero significativos.
San Pío X, Pío XII y hasta Juan XXIII reformaron y adaptaron la liturgia conforme a las necesidades pastorales de su tiempo.
Todos actuaron legítimamente, y ninguno fue acusado de “violar” la voluntad de Pío V. ¿Por qué? Porque la Iglesia no entiende sus documentos como monumentos petrificados, sino como instrumentos vivos al servicio de la fe.
La Quo Primum garantizaba la unidad litúrgica frente a la dispersión medieval, no la parálisis perpetua. Decir que el Misal de 1570 es “intocable” es confundir la tradición con el inmovilismo, y la autoridad papal con una especie de momificación de la historia.
Quienes repiten ese mantra ignoran que el mismo poder que promulgó el Misal tiene la potestad de reformarlo. La liturgia, como toda expresión de la vida de la Iglesia, se desarrolla orgánicamente, en fidelidad dinámica, no en rigidez museística.
Lo verdaderamente “demencial” —por usar una palabra fuerte pero justa— es que se haya transformado una defensa legítima del patrimonio litúrgico en una ideología contra la propia autoridad eclesial. Defender la tradición no significa encerrarla en formol, sino permitirle respirar dentro del mismo cuerpo vivo que es la Iglesia.
En definitiva: no hay contradicción entre respetar a San Pío V y reconocer las reformas de sus sucesores. Hay, en cambio, una continuidad profunda: la de una Iglesia que, fiel a su misión, sabe custodiar lo esencial mientras adapta lo accidental. La verdadera tradición no teme al desarrollo; lo teme solo quien confunde la fe con la nostalgia.
1) NO es la interpretación que siempre había tenido la Iglesia. El Liber Romanorum Pontificum establece el juramento que hacían los Pontífices durante siglos y este juramento incluye: “confirmar y observar sin falta todos los decretos de nuestros predecesores apostólicos, los Pontífices”,” Mantener inmaculada la disciplina y el rito de la Iglesia, tal como los he encontrado y como los he encontrado transmitidos por mis santos predecesores”. “No disminuir ni cambiar nada de la tradición que he encontrado preservada por mis predecesores más aprobados, ni admitir novedad alguna; pero fervientemente, como verdadero discípulo y seguidor suyo, preservaré y veneraré lo que me ha sido transmitido con todas mis fuerzas y esfuerzos”
2) Si alguna interpretación de la Congregación del Culto divino parece contradecir un enunciado Dogmático de Trento, en caso de duda, tiene más fuerza enunciado dogmático.
Si bien es cierto que la Liturgia ha experimentado ligeros cambios durante la historia, tal como explicaba B XVI estos cambios han supuesto un crecimiento orgánico, y pacifico, y no una destrucción de un edificio para construir otro.
Como explicó muy bien B XVI, el Pontífice no es un monarca absoluto, cuyas ideas son ley, sino que tiene la misión de transmitir lo que ha recibido, y esta obediencia a la Tradición es lo que le da la fuerza de su autoridad.
Pio V no solo fijó un rito a perpetuidad, sino que lo protegió con la frase “si alguien se atreva a atacarlo sabrá que ha incurrido en la indignación de Dios omnipotente y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo”. De este modo le dio una fuerza que indica mucho más que un decreto, que pueda cambiarse a gusto de cualquier Pontífice. Por tanto, la interpretación de que "a perpetuidad", significa hasta que alguien lo cambie, me parece muy dudosa.
Por tanto, la interpretación de que "a perpetuidad", significa hasta que alguien lo cambie, me parece muy dudosa.
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¿ Pero aun no lo ve ? no me lo puedo creer !!
Esa interpretación de la Sagrada Congregación está basada dogmáticamente en Trento !!
TRENTO:
el Concilio de Trento declara expresamente: “En la administración de los sacramentos, salvando siempre su esencia, la Iglesia siempre ha tenido potestad, de establecer y cambiar cuanto ha considerado conveniente para la utilidad de aquellos que los reciben o para la veneración de estos sacramentos, según las distintas circunstancias, tiempos y lugares” (Dz 1728)
Todos los Papas que han reformado la liturgia desde el Misal de S Pio V lo han hecho legítimamente. Nadie se ha quejado, ni Burke, ni Sarah, ni Schneider, ni Müller. Pero ahora viene usted a perturbar a las almas sencillas con sus objeciones a una resolución de la sagrada Congregación para el culto divino que se basa en Trento ????
Rechaza usted esa resolución de la Sagrada Congregación que esta basada en Trento y las modificaciones del Misal hechas por numerosos Papas?? Y usted se considera Católico ? Esto es materia gravísima de confesión.
Esa bula fue una norma litúrgica y disciplinar, promulgada para aplicar las disposiciones de Trento sobre la reforma del Misal Romano, no una definición dogmática de fe.
El propio Concilio de Trento enseña explícitamente que:
“En la administración de los sacramentos, salvando siempre su esencia, la Iglesia siempre ha tenido potestad de establecer y cambiar cuanto ha considerado conveniente para la utilidad de aquellos que los reciben o para la veneración de estos sacramentos, según las distintas circunstancias, tiempos y lugares.” (Dz 1728).
Es decir, Trento mismo reconoce la autoridad de la Iglesia —y por tanto del Papa— para adaptar las formas litúrgicas a las necesidades de cada época, siempre sin alterar la esencia de los sacramentos.
Por eso, aunque Quo primum utilizó un lenguaje solemne (“nunca será lícito añadir o quitar nada”), su contenido es jurídico y disciplinar, no dogmático. Los papas posteriores (Clemente VIII, Urbano VIII, San Pío X, Pablo VI, etc.) no contradijeron a Trento al revisar el Misal, sino que ejercieron precisamente la potestad que Trento afirma que la Iglesia posee.
En resumen:
Trento define dogmáticamente la doctrina sobre los sacramentos y la misa.
Quo primum tempore aplica disciplinarmente esa doctrina a la liturgia de su tiempo.
Por tanto, Trento está por encima de Quo primum en rango doctrinal y autoridad teológica.
El propio Concilio de Trento, que es dogmático y de rango superior a cualquier bula papal, declara expresamente:
“En la administración de los sacramentos, salvando siempre su esencia, la Iglesia siempre ha tenido potestad de establecer y cambiar cuanto ha considerado conveniente para la utilidad de aquellos que los reciben o para la veneración de estos sacramentos, según las distintas circunstancias, tiempos y lugares.” (Dz 1728)
👉 Esto es doctrina infalible.
Trento define que la Iglesia —es decir, el Papa y el Magisterio vivo— tiene autoridad para modificar los ritos sacramentales en su aspecto externo, siempre que no se altere su esencia.
Por tanto:
Quo primum tempore fue una norma disciplinar legítima en su época, no un dogma de fe.
Su expresión “a perpetuidad” significa “mientras la Iglesia no disponga otra cosa”, como ocurre con toda ley eclesiástica.
Decir que ningún Papa puede cambiar lo que otro Papa estableció en materia litúrgica sería negar la autoridad misma que Cristo dio a la Iglesia: “Lo que ates y desates…” (Mt 16,19).
Así que, con firmeza y respeto, puede decirse:
El Concilio de Trento garantiza precisamente la potestad que permite reformar el Misal de San Pío V.
Negarlo es contradecir a Trento y, en último término, poner una bula disciplinar por encima de un concilio ecuménico y del Magisterio perpetuo de la Iglesia.
Amigos, hay quien repite —casi como dogma de fe de sobremesa— que “el latín es más puro, más exacto, más bello”, y que el español o cualquier lengua viva son poco menos que un atentado contra lo sagrado.
Pero, seamos sinceros: eso es más nostalgia romántica que teología o filología.
El latín fue una herramienta providencial de unidad, no una lengua mágica caída del cielo. Fue el idioma de los soldados, los juristas y los primeros obispos romanos; y, por cierto, durante siglos los cristianos rezaron en griego, siríaco, copto o armenio —lenguas tan “no latinas” como el mismísimo español.
Y aquí viene lo mejor: el castellano, lejos de ser un pobre heredero, es el descendiente brillante y sensible del latín.
Donde el latín decía una cosa con una palabra, el español puede decirla con matices, música y emoción.
Tiene más vocablos, más giros, más alma. Puede ser filosófico sin ser árido, poético sin ser oscuro y claro sin ser plano.
¿Ejemplo rápido? El español distingue entre ser y estar, saber y conocer, amar y querer… ¡ni el mismísimo Cicerón tenía tanta sutileza disponible!
Por eso, cuando algunos se indignan porque la Misa se celebra en lengua vernácula, conviene recordarles algo sencillo:
la fe no se empobrece al hablar en la lengua del corazón; se encarna mejor.
El Concilio de Trento (sí, Trento, el que tanto se invoca) dejó clarísimo que la Iglesia tiene potestad para adaptar los ritos y las formas según los tiempos, lugares y pueblos (Dz 1728).
Y eso, amigos, no es modernismo: ¡es pura fidelidad a Trento!
Así que celebremos el latín por lo que fue —una joya de unidad—, pero también el español por lo que es: una lengua viva, riquísima, capaz de decirle a Dios “te amo” con mil matices más que cualquier declinación latina.
No hace falta rezar en ablativo para ser católico; basta con hacerlo con el alma.
Lo que aquí se está diciendo de la famosa fórmula "a perpetuidad" de la Bula Quo primum, era simplemente una fórmula de época utilizada.
Si "a perpetuidad" significara lo que las palabras indican, no se hubiesen podido cambiar muchas otras cosas planteadas "a perpetuidad" en la misma época.
Van ejemplos:
🔹 1. Bula Inter sollicitudines de León X (1516)
Tema: Reforma del breviario romano.
Fórmula: Contiene la cláusula de promulgación “ad perpetuam rei memoriam” y establece reglas litúrgicas.
Cambio posterior: Fue reemplazada en buena parte por la reforma de San Pío V (1568) con la bula Quod a nobis, que promulgó un nuevo breviario.
→ Ejemplo claro: algo promulgado “a perpetuidad” fue sustituido en menos de 60 años.
🔹 2. Bula Quod a nobis de San Pío V (1568)
Tema: Promulgación del Breviarium Romanum reformado.
Fórmula: Incluye también la cláusula “perpetuo valitura” (“que haya de valer perpetuamente”).
Cambio posterior: Gregorio XIII, Clemente VIII y Urbano VIII introdujeron reformas y correcciones en el Breviario.
→ Por tanto, también aquí una disposición “perpetua” fue modificada sucesivamente.
🔹 3. Bula Divina disponente clementia de Clemente VII (1532)
Tema: Concesiones litúrgicas y privilegios a ciertas iglesias.
Fórmula: “Ad perpetuam rei memoriam”.
Cambio posterior: Las reformas tridentinas anularon o modificaron varias de esas concesiones.
→ Mismo patrón: “a perpetuidad” = hasta que la autoridad legítima disponga lo contrario.
🔹 4. Ex quo primum de León X (1514)
Tema: Confirmación de privilegios litúrgicos para determinadas órdenes religiosas.
Fórmula: “In perpetuum”.
Cambio posterior: San Pío V, en Quo primum, exceptúa de su reforma justamente a quienes tuvieran un rito propio de más de 200 años de antigüedad, lo cual modifica indirectamente la perpetuidad de privilegios más recientes.
🔹 5. Quo primum (1570)
Tema: Promulgación del Missale Romanum reformado por orden del Concilio de Trento.
Fórmula: “Valere ac observari in perpetuum volumus et mandamus”.
Cambio posterior:
Clemente VIII (1604) revisa el Misal.
Urbano VIII (1634) vuelve a corregirlo.
Benedicto XV (1920), Juan XXIII (1962), etc.
→ O sea: incluso dentro de pocos decenios, el “a perpetuidad” fue entendido como vigencia estable hasta nueva disposición.
🔹 Contexto jurídico y semántico
En la lengua jurídica pontificia del Renacimiento, la expresión:
“Ad perpetuam rei memoriam”
“In perpetuum valitura”
“In perpetuum firmamus et mandamus”
significaba una forma de autenticación solemne y no una definición dogmáticamente irrevocable.
La única forma de irreformabilidad doctrinal era (y es) el magisterio infalible ex cathedra, no las disposiciones litúrgicas disciplinarias.
Hago una aclaración para los lectores pues al tema algo lo he estudiado
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Esta aclaración llaga 10 años tarde. Usted ha leido en infinidad de veces como comentaristas varios atancan a la Iglesia y a la reforma liturgica apoyandose en esa falsedad! Y usted nunca lo ha aclarado. Ha callado !!
Materia grave de confesión.
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Porque muchas veces ni leo los comentarios y simplemente los apruebo.
Otros, los dejo pasar para que otros respondan y se arme una linda “discusión”.
Por último, a otros les permito, como los suyos, para aliviar el trabajo de los psiquiatras
Bendiciones
Me basta oír, arrodillado, a un sacerdote de Cristo, que va a subir al lugar santo y proclama:
"Introibo ad altare Dei".
Entonces ,con toda la fuerza del alma, musitan mis labios:
"Ad Deum qui laetificat juventutem meam".
Porque muchas veces ni leo los comentarios y simplemente los apruebo.
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Más de 10 años por aqui y no se había dado cuenta de que los filolefebristas recurren a esa falsedad recurrentemente para atacar a la Iglesia Católica ?? Disculpe pero no es creible, y si está usted mintiendo, aparte de haber callado como perro mudo durante tantos años, es muy probable que haya cometido pecado mortal
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"¿Quién soy yo para juzgar?" - decía un pontífice...
Tómese un ansiolítico por favor...
Yo regularmente asisto al rito extraordinario. Es algo que nunca me había planteado, pero he acabado ahí porque he visto como se ha ido destruyendo la liturgia en mi entorno.
He vistos a sacerdotes celebrando sin casulla, sentándose en los bancos, con los fieles, durante la celebración, misas sin el Kyrie o Señor ten piedad, el Gloria con la letra cambiada, en el Credo diciendo "Creo en Dios, padre, madre", ninguna mención a Jesucristo crucificado y resucitado, ninguna mención a la resurrección (se habla de no sé qué esperanza), sacerdotes inventándose la plegaria eucarística, niños en el altar durante la consagración, niños levantando el cáliz en la doxología, la grandísima mayoría de gente no se arrodilla en la consagración, he visto dar y recibir la comunión de cualquier manera, he visto y he sufrido negar la comunión de rodillas y en la boca, cantos como "Viva la gente, la hay donde quiera que vas"...
Todo esto nos ha hecho, a mí y a mi familia, ir de parroquia en parroquia, buscando algo normal, una misa normal, no pedíamos más, hasta que nos enteramos que en una parroquia cercana se celebraba en el rito extraordinario y decidimos empezar a ir allí.
Yo no tengo los estudios ni los argumentos que tienen los anteriores comentaristas para posicionarse a favor de un rito o del otro. Yo no tengo ningún problema en ir a una misa del Novus Ordo bien celebrada, pero lo dicho, en mi entorno, quitando a tres-cuatros sacerdotes santos, que los hay, cada vez que nos toca ir a algún evento familiar, vamos con miedo, por qué no sabes qué te va a tocar.
Sin embargo, en el rito extraordinario, sabemos lo que hay y que no va a haber sobresaltos.
Sin más, es lo que me ha tocado vivir los últimos 20 años.
Y personalmente, me alegro de que se celebren las cinco liturgias pontificales de las que habla el artículo.
El ejemplo es muy claro: Como puede significar lo mismo para un español: "esto es mi cuerpo" que "hoc est enim corpus meun". Lo primero lo puede decir una mujer orgullosa de sus medidas. Lo segundo solo lo puede decir un sacerdote en el altar y significa exclusivamente lo que significa.
En ingles el problema es más grave: cómo es posible que se pueda consagrar diciendo una expresión como "this is my body", expresión que lo queramos o no evoca cosas poco decorosas por su uso continuo.
El latín es inmutable. Significa lo que significa y no puede cambiarse. Por eso debe ser la lengua liturgica (de la oración común) de los católicos del mundo.
Es cierto que el latín posee una precisión admirable y una carga simbólica que la Iglesia ha venerado durante siglos. Pero afirmar que sólo el latín puede expresar el Misterio Eucarístico porque en español o inglés ciertas frases “pueden sonar ambiguas” es olvidar algo esencial:
la fuerza sacramental no depende del idioma, sino de la intención y la fe de la Iglesia que ora.
Si fuera así, Cristo habría hablado en latín en la Última Cena, y no en arameo, lengua cotidiana, con sus matices, sus bromas y sus doble sentidos posibles.
Que una frase como “esto es mi cuerpo” pueda tener otros usos en la calle no la invalida en el altar. En liturgia, el contexto la purifica. La misma lengua que sirve para el mercado puede, en boca de la Iglesia, volverse sagrada.
De hecho, ése es precisamente el milagro del cristianismo: Dios asume lo humano, lo común, lo vulgar incluso, y lo eleva a signo de lo divino.
El latín, por bello que sea, no es inmutable —su significado también ha cambiado con los siglos—, ni tampoco universal: hoy, la mayoría de los fieles no lo comprende, y una lengua incomprendida corre el riesgo de volverse un misterio sin mensaje, una belleza sin contenido.
El objetivo de la liturgia no es proteger a Dios del pueblo mediante una lengua intocable, sino hacer que el pueblo comprenda y participe del misterio. Y esta idea viene de Cristo mismo que celebró en lengua vernácula; y el LAtin era lengua vernácula.
En resumen: el latín no es una barrera mágica contra la ambigüedad del lenguaje. El problema no está en las palabras, sino en el corazón que las pronuncia.
Si Cristo dijo “esto es mi cuerpo” en una lengua viva, cargada de matices humanos, no fue por descuido teológico, sino para que su misterio se entendiera, no sólo se recitara.
Es verdad que el español tiene matices, pero eso no lo hace indigno: lo hace vivo. Y Dios, que se encarnó en un carpintero y no en una fórmula gramatical, parece tener preferencia por lo vivo.
Decir que “esto es mi cuerpo” puede sonar ambiguo porque alguien podría decirlo con vanidad corporal es como prohibir el pan en la misa porque alguien podría usarlo para hacer un bocadillo (este argumento rebate tu argumento hasta un extremo brutal!). El contexto lo cambia todo.
El poder de la liturgia no está en blindar palabras, sino en transfigurar su sentido. Lo que en la calle es frase cotidiana, en el altar se vuelve sacramento.
Además, el latín tampoco es tan puro como parece: en su tiempo también era lengua popular. San Pedro habría oído hoc est corpus meum y probablemente habría dicho: “Sí, claro, pero ¿en arameo cómo se dice?”
Lo inmutable no es la lengua, es el Misterio. El idioma solo es el traje; lo esencial es la Persona que lo viste.
Decir que “esto es mi cuerpo” no puede usarse en misa porque suena ambiguo,
+ Es como vetar el vino consagrado porque alguien lo usa para brindar.
+ Sería como prohibir el incienso porque alguien podría pensar en ambientadores.
+ Pretender eso es como cerrar las iglesias por miedo a que alguien entre solo por curiosidad turística.
+ Rechazar “esto es mi cuerpo” por su posible ambigüedad es como dejar de decir “te amo” porque también lo dicen los culebrones.
+ Es como prohibir la música sacra porque alguien podría tararearla en la ducha.
Su argumento no es aceptable !
Pero no: Cristo enseñó el “Padre nuestro” en arameo, la lengua de los campesinos, de los pescadores, de la vida diaria —la lengua en la que se discutía el precio del trigo y se regateaban cabras—.
Luego, los evangelistas lo escribieron en griego, el idioma del comercio, la filosofía y las tabernas del Mediterráneo. Y siglos después la Iglesia lo tradujo al latín, que en aquel momento era la lengua administrativa del Imperio, no precisamente el idioma de los ángeles.
Es decir: la oración más sagrada del cristianismo ha pasado sin escándalo por tres lenguas profanas, y sigue viva en todas las del mundo.
Cuando hoy decimos “Padre nuestro” en español, estamos completando el círculo: lo devolvemos a una lengua viva, como lo era el arameo de Cristo.
Si el Hijo de Dios no temió santificar las palabras de los hombres, ¿por qué habríamos de pensar que el Espíritu Santo necesita un idioma muerto para expresarse?
Lo importante no es la gramática, sino la gracia.
El latín fue una gran herramienta de unidad —y lo sigue siendo en muchos contextos—, pero su santidad no proviene de su inmutabilidad, sino del uso que la Iglesia hizo de él al orar y al creer.
El mismo milagro puede repetirse hoy en cada lengua, porque Dios no habla en latín: habla en corazón humano.
Quiero agradecerle sinceramente las valiosas aclaraciones que acaba de ofrecer. No puedo ocultar mi preocupación —y también cierta tristeza— al ver cómo, desde algunos foros o portales que se presentan como católicos, se lanzan de manera casi sistemática mantras falsos y desorientadores contra el Novus Ordo Missae. Y lo más grave es que muchos de esos mensajes se difunden con apariencia de autoridad, invocando supuestos argumentos teológicos o canónicos que, al examinarlos de cerca, resultan ser una mezcla de malentendidos, medias verdades y citas fuera de contexto.
Durante años, unos pocos comentaristas valientes han intentado poner las cosas en su sitio, desmontando con serenidad y rigor esas afirmaciones engañosas. Con apenas unas citas bien escogidas del Concilio de Trento y del Catecismo Mayor, han evidenciado que esa idea de que “la Misa tridentina es a perpetuidad” en sentido literal no solo es teológicamente insostenible, sino que contradice la viva tradición de la Iglesia, que nunca ha entendido la liturgia como algo congelado en el tiempo, sino como expresión viva del mismo Misterio.
Y sin embargo, ¡cuántas almas sencillas y de buena fe habrán sido confundidas o incluso turbadas por semejantes tergiversaciones! Es lamentable ver cómo la desinformación, cuando se reviste de un barniz piadoso, puede hacer más daño que la ignorancia abierta. Por eso, sus palabras, Padre, no solo iluminan la inteligencia, sino que también devuelven la paz al corazón de muchos fieles que buscan servir a Dios en comunión plena con la Iglesia.
Gracias por recordarnos —con claridad y caridad pastoral— que la fidelidad a Cristo pasa siempre por la fidelidad a su Iglesia, y que no hay verdadera tradición sin obediencia ni amor sin comunión.
Con afecto, respeto y una sonrisa agradecida,
- Es verdad que un Papa tiene autoridad para introducir algunos retoques en un Rito litúrgico (en las rúbricas, quitar o añadir alguna oración, etc.).
- También es verdad que un Papa tiene autoridad para crear "ex novo" un nuevo Rito litúrgico (como el novus ordo, el zaireño, el maya, etc.).
- Pero también es verdad que ningún Papa tiene autoridad para abrogar (abolir, derogar) un Rito litúrgico de Tradición Apostólica, como es el Rito Romano Tradicional, que procede del mismísimo apóstol San Pedro en Roma (cuya lengua latina pasó a ser la lengua santa de la Santa Sede y la lengua sagrada del culto litúrgico romano, del mismo modo que el canto gregoriano es el canto litúrgico propio de la liturgia romana). Es decir, la Tradición Apostólica y la Sagrada Escritura son las dos fuentes de la Revelación Divina. Y ni el más santo de los Papas tiene autoridad para abrogar algo que pertenece a la Revelación Divina, más tiene tiene la obligación por custodiarlo, protegerlo y promoverlo.
- Por último, la obsesión por acabar con el Rito Romano Tradicional (la "Misa de los Papas" como la llamaba Lutero) principalmente se debe a que es un gran bastión de conservación de la fe católica, de la doctrina y la moral católica de siempre, lo cual es insoportable para aquellos que no la comparten, queriendo "actualizar/cambiar/modernizar/evolucionar" esa fe de acuerdo con el mundo, con la masonería o unas creencias diferentes. Recordad: lex orandi, lex credendi. La ley de la oración (de la celebración, adoración) es la ley de la creencia. Es decir, según sea el rito litúrgico, así te condiciona tu manera de creer. Por eso los herejes a lo largo de la Historia siempre han estado tan diabólicamente obsesionados contra la liturgia romana tradicional. Si se cambia la liturgia se acaba cambiando la manera de creer. Por eso los herejes (como Lutero) cambiaron la liturgia romana tradicional por una nueva liturgia acorde con su creencia, y a la vez que sirviera de instrumento para cambiar la fe de los feligreses, pasando de una fe católica a una fe herética. Por tanto, si queremos conservar la fe católica de siempre es imprescindible conservar el Rito Romano Tradicional que, como dice el eminente Dr. Peter Kwasniewski, es el Rito de AYER y del FUTURO.
- Pero también es verdad que ningún Papa tiene autoridad para abrogar (abolir, derogar) un Rito litúrgico de Tradición Apostólica, como es el Rito Romano Tradicional, que procede del mismísimo apóstol San Pedro en Rom
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Falso !
El Catecismo Mayor de San Juan PAblo II hace esta precisión doctrinal en su apartado de Fe; y ya sabe usted que las precisiones doctrinales del Papa y Obispos en comunion son infalibles en virtud de Lumen Gentium 25
83. Es preciso distinguir de ella las "tradiciones" teológicas, disciplinares, litúrgicas o devocionales nacidas en el transcurso del tiempo en las Iglesias locales. Estas constituyen formas particulares en las que la gran Tradición recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas épocas. Sólo a la luz de la gran Tradición aquéllas pueden ser mantenidas, modificadas o también abandonadas bajo la guía del Magisterio de la Iglesia.
Es decir, una tradición liturgica SI puede ser abandonada
Es usted Católico o rechaza Lumen Gentium y el punto 83 del Catecismo de San Juan Pablo II??
Sólo esa ventaja supera -como lengua liturgica, es decir, de oración común de la Iglesia- al inconveniente de la comprensibilidad. La oración privada por supuesto que debe hacerse en una lengua que comprendamos 100%, pero la lengua de oración pública debe ser la más sagrada que podamos tener. La más pura, la mas protegida frente a matices profanos
Y gracias al transcurso de la historia nos encontramos con el regalo para la Iglesia Católica de una lengua maravillosa, de la que han derivado muchos estupendos idiomas actuales (es decir, no tan incomprensible por lo menos para la mentalidad occidental).
El latín en la Misa no es tan difícil para acuda a Misa los domingos. A mí me bastaron tres o cuatro Misas (y amar apasionadamente una liturgia sublime) para aprender de memoria las oraciones principales. E incluso las propias lecturas en latín, si se conoce la Biblia, no hace necesario un Misal.
No es despreciar magníficas lenguas como el castellano, el francés o el inglés. Es sólo coherencia con la catolicidad de la Iglesia. Es que es maravilloso que un católico, sea de España, de Francia, de Argentina, de Filipinas, de Brasil, de Uganda, de Sudáfrica o de Japón pueda oír la lengua de la Iglesia en cualquier zona del mundo. Es la universalidad del catolicismo en acto (es triste, por ejemplo, que esté verano haya ido al País Vasco y no me haya enterado de nada en una Misa en Euskera).
Recemos en la intimidad de nuestro hogar en nuestra lengua materna por supuesto, pero démosle a Dios lo mejor y lo más puro que tenemos en cuando al idioma litúrgico. Y si ya lo tenemos como un sublime regalo de la historia, qué sentido tiene prescindir de él. Que lo hagan las iglesias nacionales protestantes. Nosotros nunca debimos hacerlo. Y debemos volver a él si realmente queremos darle a Dios, aparte de nuestro sincero corazón, lo mejor y lo más puro de nuestras palabras.
- Por último, la obsesión por acabar con el Rito Romano Tradicional (la "Misa de los Papas" como la llamaba Lutero) principalmente se debe a que es un gran bastión de conservación de la fe católica, de la doctrina y la moral católica de siempre, lo cual es insoportable para aquellos que no la comparten, queriendo "actualizar/cambiar/modernizar/evolucionar" esa fe de acuerdo con el mundo, con la masonería o unas creencias diferentes. Recordad: lex orandi, lex credendi. La ley de la oración (de la celebración, adoración) es la ley de la creencia. Es decir, según sea el rito litúrgico, así te condiciona tu manera de creer. Por eso los herejes a lo largo de la Historia siempre han estado tan diabólicamente obsesionados contra la liturgia romana tradicional. Si se cambia la liturgia se acaba cambiando la manera de creer. Por eso los herejes (como Lutero) cambiaron la liturgia romana tradicional por una nueva liturgia acorde con su creencia, y a la vez que sirviera de instrumento para cambiar la fe de los feligreses, pasando de una fe católica a una fe herética. Por tanto, si queremos conservar la fe católica de siempre es imprescindible conservar el Rito Romano Tradicional que, como dice el eminente Dr. Peter Kwasniewski, es el Rito de AYER y del FUTURO.
Falso !
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Falso es lo que usted dice. La "precisión doctrinal" que usted refiere de JP II y de Lumen Gentium del Vaticano II (concilio pastoral, no dogmático) NO SON infalibles (pues no son dogmas de fe proclamados ex cathedra). Y aún más si contradicen la doctrina bimilenaria anterior. Como dijo San Vicente de Lerins (Padre de la Iglesia), lo católico es lo que se ha creído siempre, por todos, en todas partes. Y aunque le cueste admitirlo, el Rito Romano Tradicional forma parte de la Tradición Apostólica (justo lo dijo ayer el Card. Burke en su sermón en el altar de la Cátedra de San Pedro) y ningún Papa tiene autoridad para abrogarlo (de hecho, jamás lo ha hecho ningún Papa -como reconoció Ben. XVI en Sum. Pont.- ni se podrá hacer jamás por mucha rabia que se le tenga). Es decir, no se trata de un rito litúrgico más que se da en cualquier lugar en un momento dado (como el novus ordo, el zaireño, el maya, etc.) que, por supuesto, son perfectamente abrogables ya que no forman parte de la Tradición Apostólica.
¿Podría aclarar al comentarista Antonio P. que no sólo es infalible los dogmas de fe proclamados ex cathedra ?
Por favor basta ya de mentir y pisotear la doctrina Católica en el blog de un sacerdote que no controla las barbaridades que se dicen en él !
Gracias
La Tradición apostólica o es revelada o no lo es.
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CORRECTO!
Hay gente que debería tatuarse el punto 83 del catecismo mayor en su segundo párrafo.
XII. Así pues, que absolutamente a ninguno de los hombres le sea licito quebrantar ni ir, por temeraria audacia, contra esta página de Nuestro permiso, estatuto, orden, mandato, precepto, concesión, indulto, declaración, voluntad, decreto y prohibición. Más si alguien se atreviere a atacar esto, sabrá que ha incurrido en la indignación de Dios omnipotente y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo.
¿Qué cambiar la Misa Tradicional tiene la Bendición de Dios y los apóstoles en vez de su Indignación? ¿los otros documentos que cita el Padre Oliveira con formulas "a perpetuidad", también llevaban este capitulo XII que amenaza con la indignación de Dios?
Las cosas se pueden interpretar como máximos o como mínimos: Hay que hacer una precisión necesaria: La potestad de un Papa es cambiar un rito hasta que no se pierda su esencia, por eso se aceptaron pacíficamente los cambios desde Pio V hasta Juan XXIII. Sin embargo con el Novus Ordo, tenemos que el Cardenal Otaviani escribió que se alejaba enormemente de la definición de la Misa dada en Trento..... Y esto lo reconocen todos los liturgistas serios. Hasta B XVI dijo que se había destruido un edificio para construir otro.
Y para estos que dicen que solamente No se puede cambiar lo definido ex catedra ¿la ordenación de mujeres es posible porque no se ha prohibido ex catedra? ¿Nos cargamos toda la Tradición porque no se ha definido ex catedra?
Cuando uno lee el Catecismo, se da cuenta que se pone al mismo nivel la Tradición, las Escrituras y el Magisterio. Los protestantes pusieron las Escrituras por encima de la Tradición y del Magisterio. Pero en nuestros días algunos intentan poner el Magisterio por encima de la Tradición y de las Escrituras y así pasa lo que nunca había pasado: que se prohíbe el Rito mas sagrado del Catolicismo que es la Misa de Siempre, con la Traditiones Custodes, y cuando se pisotea las Escrituras con la Fiducia Suplicans.
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