¿Se puede ser católico y hacer yoga?
P. Javier Olivera Ravasi, SE
San Francisco, Agosto de 2025
Muchos católicos practican hoy el yoga como si fuera mera gimnasia o técnica de relajación, sin advertir que se trata de un camino espiritual profundamente enraizado en el hinduismo y en concepciones religiosas incompatibles con el Evangelio.
La cuestión central es la siguiente: ¿es posible para un católico servirse del Yoga sin comprometer su fe?
Veámoslo.
1. El origen y la naturaleza del Yoga

El Yoga no es una técnica neutral. Su mismo nombre proviene de la raíz sánscrita yuj, que significa “unir” o “ligar”. En el contexto religioso hindú, dicha unión designa la fusión del yo individual (jiva) con el principio absoluto impersonal (Brahman).
Sus orígenes se encuentran en capas muy antiguas de la cultura religiosa de la India, especialmente en las prácticas chamánicas precarias, con las que se intentaba dominar las fuerzas cósmicas, y también en antiguos cultos sacrificiales que exigían una «sumisión» del espíritu del sacerdote, de manera que pudiera concentrarse perfectamente en el acto ritual. Cuando el culto sacrificial perdió su papel central en la religiosidad india, los Upanishads (textos filosóficos hindúes antiguos que exploran la naturaleza de la realidad, el yo y la relación entre ambos) elaboraron las prácticas del yoga, con los elementos esenciales de concentración, control de la respiración y unión con una fuerza sobrehumana, como caminos para unirse ("ser subyugado») a la realidad total, cósmica y divina.
Es decir: el yoga nace como un método ascético del brahmanismo-hinduismo que busca la inactividad, la supresión de los actos (a los que se considera fuente de sufrimientos), con el fin de “quemar” el karma y escapar a la reencarnación o samsara, para unirse de antemano con el Ser o el absoluto (Brahmán).
El Yoga-Sutra de Patañjali (compilación de diversas fuentes de “sutras” o aforismos sánscritos sobre la práctica del yoga (del s. II a. C. – II d. C.) sistematizó esta tradición, describiendo ocho etapas:
1. Yama (disciplina moral): El freno de sí mismo (yama), que implica disciplina de las emociones y de las pasiones.
2. El freno de la mente (niyama): obtenido por medio de un régimen oportuno de lavados internos, buscando la purificación física.
3. Las posturas y actitudes (âsana y mudrâ): son muy numerosas (algunas conocidas como la ‘del loto’, en la cual se suele figurar el Buda; la ‘del árbol’, en la que se sostiene con un solo pie, teniendo el otro apoyado con la planta sobre el interior del muslo; la ‘del sostenerse sobre la cabeza’; etc.). Muchos creen equivocadamente que todo el yoga se reduce a esto, es decir, hacen de él un método gimnástico.

4.Los ejercicios de respiración (prânâyâma) con sus tres etapas (inspiración, respiración y parada del soplo durante un tiempo determinado.
5. El abstraer los sentidos del mundo exterior (pratyâhâra).
6. La concentración de la mente (dhâranâ) que posibilitan mantener la mente fija sobre un determinado asunto, sin posibilidad de distracción.
7. Control de la voluntad (dhyâna). Es un estadio de total alejamiento de toda sensación, de calma interior sin pensamiento alguno.
8. El éxtasis (samâdhi) o aislamiento del verdadero Yo de los ilusorios velos de las apariencias (mâyâ). Apunta al conocimiento del verdadero Yo mediante la extinción de la individualidad a través de una extraordinaria concentración del pensamiento.
Mientras que las posturas y los ejercicios que se presentan en Occidente como una “gimnasia”, en realidad, son un componente de un claro proceso cuyo objetivo es místico-religioso en una cosmovisión panteísta, donde lo “divino” no es un Dios personal, sino la sustancia universal en la que todo se disuelve.
2. El origen de las posturas (āsanas)

Aunque no todas las posturas del Yoga evocan directamente una divinidad hindú, todas forman parte de un camino religioso que tiene como meta la unión con el Brahman, es decir, la realidad última o la energía creativa.
En los textos clásicos del hinduismo y del Yoga-Sutra de Patañjali, las posturas no son ejercicios gimnásticos neutrales: su finalidad es la de preparar el cuerpo y la mente para la meditación a fin de alcanzar estados de conciencia alterados que conducen al samādhi (estado de meditación que permite unirse con el “todo”).

Para ello, especialmente en las tradiciones como el Hatha Yoga y el Kundalini Yoga, las posturas (asanas), la respiración (pranayama) y la meditación se usan para activar, equilibrar y purificar los chakras (“rueda” o “disco” en sánscrito): los “centros de energía” situados en el “cuerpo sutil” (no físico) que regulan aspectos físicos, emocionales y espirituales de la persona y que se encuentran desde el inicio de la columna a la coronilla.
Al armonizar estos “centros de energía” se permitirá luego un bienestar físico, emocional y espiritual que permitirá la fusión con el todo.
Quizás hoy pocos, salvo los entendidos, saben a qué se refieren estas posturas, asociadas completamente con imágenes, símbolos religiosos divinidades hindúes.

Veamos algunos ejemplos:
1. Padmāsana (postura del loto)
Símbolo central en el hinduismo y budismo.
El loto es el asiento de dioses como Brahmā, Vishnú y Lakshmi.
Evoca pureza espiritual y trascendencia.
2. Vrikshāsana (postura del árbol)
- Representa el árbol cósmico, símbolo de la vida y del universo.
- Asociada al dios Shiva como señor del cosmos.

3. Virabhadrāsana (postura del guerrero)
Inspirada en Virabhadra, deidad guerrera creada por Shiva.
La postura reproduce gestos de batalla de este dios.
4. Hanumanāsana (postura del mono o split)
Dedicada a Hanuman, el dios mono, símbolo de devoción y fuerza.
Imita el gran salto que Hanuman dio en la epopeya Ramayana.

5. Natarajāsana (postura del danzante cósmico)
Representa a Shiva Nataraja, el “Señor de la danza cósmica”.
El gesto reproduce la danza con la que Shiva mantiene el ciclo del universo.
6. Bhujangāsana (postura de la cobra)
Asociada a la serpiente cósmica (Nāga) y a Shiva, que lleva serpientes como ornamento.
La cobra es símbolo de energía y poder espiritual (kundalini).
7. Matsyendrāsana (postura del sabio Matsyendra)
Evoca al sabio legendario Matsyendra, considerado fundador del hatha yoga, discípulo de Shiva.
8. Garudāsana (postura del águila)
Dedicada a Garuda, el ave mítica y vehículo del dios Vishnú.
9. Kūrmasana (postura de la tortuga)
Recuerda a Kurma, la encarnación del dios Vishnú en forma de tortuga.
10. Gomukhāsana: postura de la cabeza de vaca (la vaca es animal sagrado en el hinduismo, símbolo de fertilidad y de la diosa Prithvi, la tierra).
3. La incompatibilidad con la visión cristiana

La fe católica confiesa un Dios trascendente y personal, creador del universo y distinto de su creación. La vocación del hombre no es disolverse en lo divino, sino entrar en comunión de amor con Dios en Cristo.
Aquí reside la oposición radical:
- En el hinduismo, la salvación consiste en superar la ilusión de la individualidad para reconocerse idéntico al Absoluto.
- En el cristianismo, la salvación es don de Dios, que nos hace hijos en el Hijo, sin anular nuestra identidad personal.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que “la unión con Dios en Cristo no significa absorción del alma en Dios, sino una comunión de amor” (cf. CIC, n. 460). La doctrina del Yoga, en cambio, propone la desaparición del yo en un todo impersonal, lo cual contradice la antropología cristiana.
No se trata, pues, de un simple “matiz teológico”. En la práctica, la lógica interna del Yoga introduce al practicante en un sistema de creencias que relativiza la fe en Jesucristo como único Mediador y Salvador (cf. 1 Tim 2,5).

4. Advertencias del Magisterio
La Iglesia no ha permanecido en silencio ante estas prácticas. La Congregación para la Doctrina de la Fe, en su Carta sobre algunos aspectos de la meditación cristiana (1989), señaló los riesgos de importar métodos de oración orientales:
“Con la expresión ‘métodos orientales’ se entienden métodos inspirados en el hinduismo y el budismo, como el Zen, la meditación trascendental o el Yoga. […] Estas propuestas deben ser continuamente cribadas con discernimiento, para evitar un sincretismo pernicioso”.
La advertencia es clara: no se puede reducir la oración cristiana a técnicas que buscan un “vaciamiento de la mente” o una experiencia interior sin referencia a Cristo.
Por su parte, el documento del Vaticano Jesucristo, portador del agua de la vida (2003) incluyó al Yoga dentro de las corrientes de la New Age, señalando que:
“El yoga, el zen, la meditación trascendental y otras prácticas orientales pueden crear confusión y llevar a sustituir la oración cristiana por técnicas que prometen experiencias de éxtasis o de vacío interior. En realidad, estas prácticas se inspiran en concepciones incompatibles con la fe cristiana sobre Dios, el hombre y el mundo”.
La Iglesia subraya que el atractivo de estas técnicas suele provenir de la legítima sed de paz interior, pero advierte que ese deseo solo encuentra respuesta plena en Jesucristo, verdadera “agua viva” (cf. Jn 4,14).
5. Riesgos psicológicos y espirituales
Desde el punto de vista humano, diversos autores han señalado riesgos del Yoga. Algunos médicos han advertido que sus técnicas pueden favorecer trastornos psicopatológicos, sobre todo en personas jóvenes o frágiles. El intento de suprimir la conciencia y la actividad mental puede desencadenar inestabilidad psíquica.
Pero los riesgos más graves son de orden espiritual. El P. James Manjackal, sacerdote indio con experiencia pastoral en este ámbito, afirma que la mayoría de quienes se introdujeron en el Yoga, Reiki u otras prácticas afines terminaron alejándose de la fe católica. El motivo es claro: la práctica abre a una cosmovisión panteísta y relativista, que mina la verdad revelada de que solo en Jesucristo hay salvación (cf. Hch 4,12).
El Yoga, en cuanto religión implícita, propone un camino de “autosuperación” y “autodivinización”, en directa contradicción con la revelación cristiana, que nos enseña que la gracia es don gratuito de Dios y no fruto de técnicas humanas.
6. Pero: ¿puede un católico limitarse a practicar Yoga como simple ejercicio físico?
Algunos autores admiten la posibilidad de abstraer ciertos movimientos corporales de su contexto religioso. Sin embargo en la práctica, esta separación resulta ilusoria. Es como pretender usar el Rosario únicamente para “relajarse”, sin tener en cuenta que fue creado como oración.
Es que…, ¡su finalidad espiritual está impresa en la misma estructura!
La experiencia muestra que la mayoría de los promotores del Yoga transmiten también su filosofía de fondo, y que quienes comienzan por las posturas terminan, consciente o inconscientemente, asumiendo conceptos extraños a la fe. Por ello, aunque no pueda decirse que toda postura física sea en sí inmoral, el peligro de sincretismo y confusión religiosa es lo suficientemente grave como para recomendar a los fieles la abstención.
La moral católica enseña que no basta con la buena intención subjetiva; también cuentan el objeto y las circunstancias del acto. Y el Yoga, en su esencia, no es una gimnasia neutral, sino un camino espiritual no católico.
Algunos dicen: “Yo solo practico Yoga como ejercicio, sin pensar en lo religioso”. Pero aquí aparecen varios problemas, porque el trasfondo no desaparece.
Las posturas y respiraciones fueron diseñadas con un sentido espiritual hinduista. Aunque uno intente usarlas solo como estiramiento, en la práctica no se puede separar del todo la técnica de su filosofía.

Basta como muestra ver el trasfondo religioso de cada uno de los “mantras” que se pronuncian en las clases de Yoga.
1. Om (Aum): Traducción / significado: el “sonido primordial”, origen y vibración del universo.
Asociación religiosa: representa al Brahman, el absoluto impersonal del hinduismo, y a la trinidad hindú (Trimurti): Brahmā (creador), Vishnú (conservador) y Shiva (destructor).
Uso: se recita al inicio y al final de la práctica de yoga.
2. Om namah Shivaya: Traducción: “Me postro ante Shiva”.
Asociación religiosa: invocación directa al dios Shiva, uno de los principales del panteón hindú.
Uso: se cree que purifica el alma y protege contra el mal.
3. Hare Krishna, Hare Rama (Maha Mantra)
Traducción: alabanza a Krishna y a Rama, dos encarnaciones de Vishnú.
Texto completo: Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare; Hare Rama, Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare.
Asociación religiosa: himno central del vaisnavismo (devoción a Vishnú/Krishna).
Uso: repetido para entrar en éxtasis devocional (bhakti).
4. Om Mani Padme Hum (de origen budista tibetano, usado en yoga)
Traducción: “¡Oh, joya en el loto, Hum!”.
Asociación religiosa: invocación a Avalokiteshvara/Chenrezig, bodhisattva de la compasión.
Uso: considerado un mantra de compasión universal.
5. Om Gam Ganapataye Namah
Traducción: “Me inclino ante Ganesha, el que elimina obstáculos”.
Asociación religiosa: dirigido a Ganesha, dios-elefante, patrono de la sabiduría y los comienzos.
Uso: se recita para pedir éxito en nuevos proyectos.
6. So’ham / Ham-Sa
Traducción: “Yo soy Él / Yo soy Eso”.
Asociación religiosa: afirma la identidad del alma individual con el Brahman (principio divino universal).
Uso: se repite en coordinación con la respiración (inhalar “so”, exhalar “ham”).
7. Gayatri Mantra
Texto: Om Bhur Bhuvaḥ Swaḥ, Tat Savitur Vareṇyaṃ, Bhargo Devasya Dhīmahi, Dhiyo Yo Naḥ Prachodayāt.
Traducción: “Meditamos en la gloria del divino Savitri (dios Sol); que inspire y guíe nuestro entendimiento”.
Asociación religiosa: dedicado al dios solar Savitri.
Uso: uno de los mantras más sagrados del hinduismo, repetido diariamente por devotos.
8. Om Shanti Shanti Shanti
Traducción: “Paz, paz, paz”.
Asociación religiosa: invocación genérica a la paz, usada en oraciones y rituales.
Uso: cierre de prácticas de yoga y plegarias.
Es decir: los mantras del yoga son auténticas oraciones del hinduismo y budismo: invocan dioses concretos (Shiva, Krishna, Ganesha, Savitri, etc.) o expresan una visión panteísta (“yo soy el absoluto”).
Por eso, aunque se los presente como “sonidos relajantes”, en realidad son fórmulas de culto religioso ajeno a la fe cristiana.
En definitiva, el Yoga no es un simple “estiramiento oriental”. Es una espiritualidad completa, basada en una filosofía panteísta que, aunque disfrazada de salud y bienestar, termina proponiendo una religión sin Cristo, aún sin buscarlo.
Y, en todo caso, si uno quisiera, podría estirar y aprender a respirar sin necesidad del yoga y sus mantras.
7. La alternativa cristiana

El deseo de paz interior, equilibrio y salud es legítimo, pero su respuesta no está en técnicas orientales. La Iglesia posee una riquísima tradición espiritual que conduce al encuentro verdadero con Dios:
- La oración litúrgica y la participación en los sacramentos.
- La lectio divina, que introduce en la Palabra viva de Dios.
- La adoración eucarística, encuentro real con Cristo.
- La enseñanza de los grandes místicos, que muestran el camino seguro de la unión con Dios en Cristo.
- El deporte, la alimentación y la respiración sana: todas cosas que occidente siempre ha ofrecido pero que hoy parecen como ocultas para algunos por la fascinación del orientalismo.
Desde Grecia y Roma, pasando por la cultura cristiana, son variadísimas las técnicas no sólo de respiración, sino la gimnasia, la sana alimentación, etc., por lo que no es necesario para calmar la ansiedad, recuperar fuerzas, o notificar los músculos, acudir a los mantras yóguicos que evocan deidades falsas.
Además, estas filosofías orientales como hemos visto, no sino buscan otra cosa que la disolución de la persona, a diferencia del cristianismo, que intenta transformación por medio de la gracia en una relación personal con el Dios trinitario: esa paz que Cristo promete, diferente al mundo —“Mi paz os dejo, mi paz os doy” (Jn 14,27)— y que supera infinitamente cualquier equilibrio psicológico o físico alcanzado por técnicas humanas.
Conclusión
El discernimiento teológico conduce a una conclusión firme: el Yoga es incompatible con la fe cristiana en sus principios y en su finalidad. Aunque pueda presentarse como ejercicio inocente, su trasfondo religioso panteísta lo convierte en un camino espiritual ajeno y opuesto al Evangelio.
El católico que busca la verdadera paz y plenitud no necesita recurrir al Yoga, pues la gracia de Cristo, comunicada en los sacramentos y la oración, ofrece un camino más profundo, seguro y fecundo.
En tiempos de confusión y sincretismo, urge reafirmar que solo en Jesucristo encontramos la salvación y la unión con Dios. Cualquier otro camino, aunque se presente como neutro o benéfico, corre el riesgo de ser un sucedáneo que desvía del único Mediador y Salvador.
Como afirmaba san Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.
P. Javier Olivera Ravasi, SE
San Francisco, Agosto de 2025
Fuentes:
- Congregación para la doctrina de la Fe, Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana (1989). Consultado en Agosto de 2025 (https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19891015_meditazione-cristiana_sp.html)
- Consejo Pontificio de la cultura / Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso, “Jesucristo, portador del agua de la vida. Una reflexión cristiana sobre la “Nueva Era” (2003). Consultado en Agosto de 2025 (https://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/interelg/documents/rc_pc_interelg_doc_20030203_new-age_sp.html). Consultado en Agosto de 2025
- Highton Federico, “El peligro del yoga y la gravedad de su filosofía panteísta y atea” (https://www.infocatolica.com/blog/maradentro.php/1904190412-el-peligro-del-yoga-y-la-grav). Consultado en Agosto de 2025
- Fuentes, Miguel, “¿Es lícito el yoga?” (https://www.teologoresponde.org/2014/03/21/es-licito-el-yoga/). Consultado en Agosto de 2025
- Peters, Joel S., Yoga & Christianity, Are the compatible (https://www.jmanjackal.net/eng/engyoga.htm). Consultado en Agosto de 2025
18 comentarios
Ahora no hay inconveniente en que los católicos practiquen deporte y participen en los juegos olímpicos modernos porque la parte religiosa pagana no se la cree nadie.
También se prohibió todo tipo de deporte y el visitar gimnasios porque precisamente la palabra viene del griego "gymnos", que literalmente significa desnudo, pues los atletas exhibían sus cuerpos y eso la moral cristiana lo consideraba impúdico.
Las únicas actividades físicas admitidas por el cristianismo eran los torneos y la instrucción militar y la caza.
Igualmente se puede practicar yoga sin que eso se considere una acción de la religión hindú, simplemente es un ejercicio físico.
De hecho, en algún monasterio se hace zen, meditación de todo tipo.
2. Tras la promulgación del Edicto de Tesalónica en 380 d.C., el Cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano. Teodosio I, un firme creyente en el Cristianismo, dictó leyes para prohibir las antiguas prácticas religiosas paganas, incluyendo los sacrificios de animales, la veneración de estatuas de otras deidades y la celebración de fiestas en su honor. Por ello prohibió los Juegos Olímpicos: por toda esa idolatría, sacrificio de animales, horgías por lasfiestas a esos falsos dioses en Olimpia. Pues, los Juegos Olímpicos se celebraban en el santuario de Olimpia, estaban profundamente arraigados a los rituales y festividades paganas, por lo que también cayeron bajo las prohibiciones de Teodosio I como estructura de pecado.
3. Con respecto al Yoga, los propios yoguis lo dicen, por ej. el yogui de los Beatles -no pensaran que John Lenon era orientalista surgido de la nada: la letra de Imagine-, explicaba que si los occidentales pensaban que practicar Yoga como un simple ejercicio se equivocaban, porque tiene consecuencias espirituales (invocación a los demonios).
De Gurú del Yoga a sacerdote católico, Padre José María Verlinde:
https://m.youtube.com/watch?v=3a7DpvVvoyY&t=1s&pp=2AEBkAIB0gcJCRsBo7VqN5tD
4. La misma palabra sánscrita yoga viene de la raíz yug, que significa "unir, juntar, conectar", lo que equivaldría al término latino religio, que viene de religare.
PD:
a. El Engaño de la Nueva Era con el Maestro Pepe González:
https://m.youtube.com/watch?v=M7loNR52ojk
b. Los gimnasios es un lugar impúdico mayor que la playa. ¡Cuántos matrimonios se han roto por el gimnasio!
En su inmensa mayoría los practicantes de hatha yoga no buscan más que los beneficios físicos (posturales, musculares, respiratorios, nerviosos) del Yoga y no quieren saber nada de lo demás. Se da en muchos gimnasios. Y muchos fisioterapeutas y quiroprácticos recomiendan sus asanas (ejercicios, posturas) o directamente las toman prestadas.
En una ocasión un ser querido mío y yo rezamos el Rosario para encomendar una situación angustiosa y complicada. Esa persona, que no estaba bautizada, me preguntó si podia hacerlo sin ser católica. Yo le dije que sí. No se me hubiera ocurrido recomendarle que comulgara. Pero ¿no tenía derecho a pedir ayuda a Dios al modo cristiano?
De igual manera, podemos capturar los asana de hatha yoga sin necesidad de adoptar la totalidad de esa creencia. De hecho, disciplinas sanitarias occidentales como la fisioterapia y la quiropraxis así lo hacen.
La adopción del hatha yoga de Patanjali como camino integral incluiría el celibato y ya le digo yo que eso no se da en Occidente y difícilmente en Occidente.
2).-las posturas-ejercicios, respiraciones, etc pertenecen al "Hatha Yoga" que es muy posterior, y se desarrolló dentro de una corriente medieval que no es estrictamente ortodoxa Védica (el "Tantrismo"). Su texto fundamental es el "Hatha Yoga Pradipika" (+/- siglo XII).
Al final del Raj británico, con el auge de la calistenia en occidente, en la India esa disciplina se mezcló con el "Hatha Yoga" y dió lugar a ese peculiar sistema de cutura física que tanto éxito (por sus beneficios) ha tenido en occidente durante la últimas décadas. Desde luego que refleja características de la cultura hindú, donde se originó
De verdad alguien se cree semejante afirmación?
2. Quien piense que el yoga se puede practicar únicamente como ejercicio físico se equivoca, porque su naturaleza intrínseca es espiritual, y la práctica física puede inevitablemente afectar el espíritu al aumentar la conciencia, la conexión interior y la gestión del estrés, elementos que impactan directamente la vida interior de una persona.
3. Otros, en su búsqueda del sentido de la vida practican yoga y les conduce a muchos a un salto sin retorno. El Padre José María Verlinde iniciado y ferviente cultivador de prácticas ascéticas orientales como el yoga, meditación transcendente, etc., descubrió que estas eran algo más que simples métodos de relajación. Profundo conocedor de la filosofía budista, experimentó vivencias tan negativas como las que narra en las páginas de su libro intitulado "La experiencia prohibida", ante la aniquilación del »yo personal» diluido en un »Ser impersonal».
4. Nadie niega los beneficios físicos del yoga, como también nadie puede negar las implicaciones espirituales que conlleva ejercitar el yoga. Pues, el yoga ayuda a desconectar del ruido externo para conectar con el propio ser, creando un espacio para la reflexión y la autoobservación. A través de la práctica combinada de posturas, respiración y meditación, se pueden acceder y liberar emociones reprimidas (liberación emocional), lo que conduce a una mayor paz interior (espíritu).
5. La práctica regular de yoga, incluso para quien se centra en lo físico, como puede ayudar a aliviar la ansiedad y el estrés, permite a la persona lidiar con el día a día de una manera más tranquila y compasiva (espíritu).
6. El origen y la esencia del yoga es una disciplina tradicional, espiritual, física y mental, por lo que no se puede aislar lo físico del resto, ya que está todo interconectado hacia una engañosa búsqueda de la paz interior, pues sólo Cristo da la verdadera Paz interior (espíritu).
El yoga es un camino guiado por el demonio que cultiva la supuesta paz interior y el acceso a la parte más profunda de nuestra alma (espíritu), más allá del cuerpo y la mente (soma y psico), hacia el Kundalini (serpiente) anulando la relación personal con Dios, Creador y creatura.
7. Por tanto el yoga destruye a la "persona", aunque una persona decida centrarse solo en los aspectos físicos, la práctica del yoga, por su propia naturaleza, puede generar efectos que van más allá de lo corporal, influyendo en el estado espiritual y la conexión con uno mismo y el "Todo" impersonal. Pero, el Cielo sólo nos ha dado un Nombre.
Ahora JSP diciendo que los gimnasios son más impúdicos que la playa y que rompen matrimonios.
De verdad alguien se cree semejante afirmación?
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El Concilio de Laodicea y el IV Concilio de Constantinopla condenaron con excomunión la práctica de los baños mixtos, tanto en clérigos como en laicos. Esto puede comprobarse en los escritos sobre el pudor del Padre Iraburu, que recoge fielmente esta enseñanza.
Conviene subrayar que estas excomuniones, además de estar formalmente en vigor, son una expresión muy seria de lo que se esconde detrás de tales prácticas, que evidentemente no aportan nada bueno al alma ni a la dignidad humana.
Todo lo que los Concilios definen en materia de Fe y Moral tiene carácter de enseñanza infalible, y por ello debe ser recibido con respeto y obediencia.
Otra cosa distinta es que hoy, en una época marcada por la degeneración de las costumbres, Dios en su misericordia no aplique en todos los casos las mismas sanciones canónicas. Sin embargo, eso no significa que tales conductas sean inocuas: siguen teniendo consecuencias espirituales y morales muy negativas, aunque el mundo quiera normalizarlas.
(se las trae el hombrecito que se ha puesto Vd), tengo serias las dudas de que todas las personas que hayan ido a la playa este verano en España hayan sido excomulgadas.
Ir a una piscina o a una playa con dieciséis días de ola de calor en agosto tras un año de duró trabajo, no es una degeneración de nada. Dejen de escribir barbaridades, por favor.
1. Masculinidad expresada simplemente en el desarrollo físico
Dios ha asignado un rol a los varones y su masculinidad es vivida en plenitud, no por el desarrollo muscular y la capacidad física de hacer cosas, sino por cómo se vive ese rol. Se nos ha confiado el cuidado de los más débiles, el rol de cabeza del hogar, de padre amoroso y preocupado. Se nos ha puesto a grandes santos como ejemplo y a Jesús mismo como modelo de masculinidad y fortaleza, pero se nos pide delicadeza con el débil al mismo tiempo. En ninguna parte aparece que para vivir esa masculinidad se deba poseer una gran masa muscular.
2. Mucho tiempo invertido con el pretexto de cuidar la salud
Hay tiempo para todo, un tiempo para cada cosa bajo el sol. El problema es cuando las prioridades se desordenan. El cuidado de la salud física es importante y debemos dedicar tiempo a eso. Estudios dicen que al menos tres veces a la semana debiéramos hacer ejercicio físico. No obstante hay otras cosas a las cuales también es bueno dedicar tiempo, y a diario, no solo tres veces a la semana: Dios, la familia, el crecimiento intelectual y espiritual, el descanso, los amigos, el trabajo y un largo etcétera. Qué el deporte nos ayude a desarrollar el hábito y la disciplina para poder dar el tiempo necesario a cada cosa, pero que no se convierta en una actividad a la cual se le da tiempo de forma desproporcionada.
3. Obsesionado con los resultados visibles
San Pablo afirma con mucha seguridad que los cristianos «no tenemos puesta la mirada en las cosas visibles, sino en las invisibles: lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno» (2 Corintios 4, 18). Y no es una fundamentación mediocre para aquellos en mala condición física, sino que significa mirar el ejercicio físico no por lo que produce exteriormente, sino porque ayuda al cuidado integral de la persona, porque desarrolla aspectos que Dios quiere que sean desarrollados, ¡pero para poder alcanzar estas cosas invisibles, no para tener brazos más fornidos o una espalda más ancha! Si alguien hace ejercicio y el único resultado que obtiene son kilos de menos y músculos de más, entonces no ha servido de nada.
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4. Buscar un desarrollo desmedido de la fuerza
¿Para qué ser fuerte? (con la excepción de deportistas profesionales o de personas que necesitan fuerza como un requerimiento de seguridad por su trabajo) si preguntas a aquellos que entrenan para tener mucha fuerza la razón de porqué lo hacen, vas a descubrir como sus argumentos son vacíos y con poca reflexión de por medio. Ser fuerte y no poder llevar adelante la propia vida no tiene sentido. Ser fuerte y no darle un uso ayudando al prójimo hace que esa fuerza pierda valor. Pero más aún, la fuerza física puede ser importante para sortear algunos desafíos domésticos como correr un sofá, pero la fuerza espiritual es importante para todos los desafíos de la vida. ¿Cómo entrenar esa fortaleza espiritual?
5. Ver mi cuerpo como una herramienta de seducción
No hay nada de malo con querer ser agradable a los demás. Esto aplica sobre todo para aquellas solteras o solteros que están enamorados y desean llamar la atención de quien pretenden. Pero hacerlo basados únicamente en la apariencia tiene un gran riesgo: ¿qué más puedo ofrecer además de verme bien? Poner todo el esfuerzo en el aspecto deja a Dios en la banca y no le permite jugar. Él ha puesto cosas increíbles en cada uno y esas cosas son gran parte de nuestro atractivo. Por otra parte la seducción en sí misma no es algo muy santo, pues conlleva a asociar a la persona de su cuerpo, tiene a fomentar los deseos desordenados y estimula la sexualidad más allá de su orden natural.
6. Mujeres masculinizadas y hombres afeminados
Tenemos roles distintos, no porque exista distinción social entre los géneros masculinos y femeninos, sino porque somos intrínsecamente diferentes y Dios lo ha querido así. «Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó» (Génesis 1, 27). Comportarse como varón, verse como varón y relacionarse con los demás como varón ha de ser la forma en la que el hombre viva la identidad que Dios le ha regalado. Ser una mujer en plenitud y vivir la feminidad con delicadeza sin pretender ocupar el lugar del varón, tener la fuerza de un varón o el rendimiento físico de un varón, hará que esa mujer descubra el valor que tiene en sí misma y no queriendo ser como otros.
7. Caer en la vanidad y en el excesivo cuidado de la apariencia
No es cosa menor ser vanidoso, en efecto es el mismo pecado del diablo y por el cual fue expulsado del cielo. No digo que quienes caen en la vanidad sean diabólicos, pero la tendencia es que terminen sintiendo lo mismo que sintió él al principio de los tiempos:«Tu corazón se llenó de arrogancia a causa de tu hermosura; corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor» (Ezequiel 28, 17).
Buscar verse bien no tiene nada de malo, pues habla del amor propio, ese que debemos tener para amar al prójimo como a nosotros mismos, pero que la vida entera gire en torno al aspecto físico, lo que sin duda es una especie de idolatría y pone al cuerpo y a su apariencia en el lugar que le corresponde a de Dios.
8. Contar calorías y preocupación desmedida por el peso
«Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien» (Catecismo 357). Esto nos habla de que no debemos mirarnos como un objeto a mejorar sino una persona a quien cuidar. Es sano preocuparse por lo que uno come, sobre todo por cuestiones de salud y mantener los índices metabólicos en parámetros saludables. También es sano cuidar la dieta para mantener un peso adecuado, no solo por la apariencia y el amor propio (que sin duda son importantes) sino por los riesgos de salud y calidad de vida. Sentir culpa y remordimiento por comer un postre, una golosina o una merienda puede convertirse en una distorsión moral que afecta no solo la vida de quien no lo come. Cuídate, sé consciente de lo que comes, pero no seas esclavo de eso.
9. No te compares
«Cada uno examine su propia conducta, y así podrá encontrar en sí mismo y no en los demás, motivo de satisfacción» (Gálatas 6, 4).
No te compares, si has de competir contra alguien para superarlo que sea contra ti mismo y si buscas un modelo para asemejarse, que sea Jesús. Encontrar motivación en querer ser o verse como otra persona no es sano, no es necesario ser un imitador cuando se puede ser la versión original.
10. Superar la pereza y llevarlo a la vida espiritual
El entrenamiento físico y el esfuerzo que este implica tienen un impacto importante en el entrenamiento de nuestra voluntad y por lo tanto, en nuestro camino a la santidad. Quien se acostumbra a esforzarse y no dejar las cosas a medias, podrá hacerlo también en otros aspectos de su vida. Entrenar tu cuerpo ayuda para que tu alma sepa cómo disciplinarse y no que tu cuerpo sea el que de las órdenes.
«El que asciende no termina nunca de subir, y va paso a paso; no se alcanza nunca el final de lo que es siempre susceptible de perfección. El deseo de quien asciende no se detiene nunca en lo que ya le es conocido» (San Gregorio de Niza).
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